Videos
Unos Juegos para la gloria de Putin...
El presidente ruso aterriza en Sochi a dos día de la apertura de las Olimpiadas de Invierno, con las que pretende escenificar el resurgimiento de Moscú como potencia global
El presidente ruso acarició y calmó con la mirada a un cachorro de leopardo que atacó a unos periodistas durante una visita a un centro de cría
Quedan ya sólo dos días para que arranquen los Juegos Olímpicos de Sochi, y ayer llegó a la ciudad caucásica su gran artífice, Vladimir Putin. El mensaje que pretende enviar el presidente ruso al mundo con estos, sus Juegos, es simple: «Rusia está de vuelta». El mandatario plantea Sochi como una celebración del resurgimiento del país tras la decadencia que siguió a la caída de la URSS, un símbolo de reconocimiento internacional y el momento culminante de su carrera política. Pero esta gran empresa, el proyecto de construcción más grande en la historia postsoviética de Rusia, es también un espejo de los anacronismos del país: la corrupción y el desprecio de la clase dirigente a los ciudadanos comunes y el medioambiente.
Situada a orillas del mar Negro, Sochi se convirtió durante el siglo XX en uno de los principales balnearios de la URSS, gracias a su clima subtropical. El cómo una ciudad de playa de tamaño medio, sin apenas infraestructuras de esquí previas y alejada de los grandes núcleos urbanos del país se convirtió en sede olímpica de invierno se explica sólo como el capricho extravagante de un presidente todopoderoso, un monumento erigido a sí mismo, y no el resultado de la voluntad nacional o el sentido común.
Desde hace muchos años Vladimir Putin es fiel a Sochi como destino para sus vacaciones. Allí se aficionó al esquí, en la por entonces modestísima estación de Krasnaya Polyana, a 50 kilómetros de la ciudad, en la cordillera del Cáucaso. Todo sea dicho, un entorno natural de una enorme belleza. «Es para mí particularmente agradable ver en lo que se ha convertido, porque yo elegí personalmente este lugar en 2001», comenta el propio Putin en un reportaje emitido en la cadena estatal de televisión Rossiya 24.
Una muestra de su implicación en el proyecto es que acudió en persona a Guatemala en 2007 a presentarlo y defenderlo ante el Comité Olímpico Internacional (COI). Hasta se tuvo que preparar un discurso de cinco minutos en inglés, idioma que maneja muy pobremente. Dicen los que estuvieron presentes aquellos días en Guatemala que los encuentros privados de Putin con miembros del COI resultaron decisivos para cambiar el sentido de no pocos votos y derrotar así a la favorita, Salzburgo. Algunos líderes occidentales relevantes afearon el gran baño de multitudes de Putin cuando anunciaron su ausencia a la inauguración este viernes para protestar por las violaciones de los derechos humanos en el país, en referencia a leyes como la que obliga a las ONG que reciban fondos del exterior a identificarse como «agentes extranjeros».
Entre esos líderes ausentes destacan el presidente alemán, Joachim Gauck, y el americano Barack Obama. Claro que el líder estadounidense tuvo ayer palabras de confianza hacia la organización, al menos en lo que a seguridad se refiere, un tema espinoso tras los dos atentados de diciembre en Volgogrado y la amenaza terrorista islámica. «Les diría que Sochi es seguro. Hemos mirado sus planes y tenemos una buena percepción de la seguridad que han aplicado para proteger no sólo a los atletas, sino también a los visitantes», concluyó Obama. El director del Centro Nacional de Antiterrorismo de EE UU dijo ayer en el Senado que existen «un número concreto de amenazas» identificadas de cara a la inauguración de los Juegos este viernes. Ayer, el comité olímpico austriaco anunció que ha recibido una carta anónima escrita en alemán en la que se amenaza a dos de sus deportatistas. El documento ya está siendo investigado. En el ambiente está el recuerdo del atentado terrorista palestino contra la delegación israelí en los Juegos de Múnich en 1972.
A propósito de la seguridad, el presidente del COI, Thomas Bach, insistió ayer en su confianza hacia la organización de Sochi, no en vano él también se juega mucho en el evento para justificar una de las elecciones de sede más polémicas de la historia del comité. «Tenía garantías de la seguridad antes de venir y las sigo teniendo ahora. Todos los grandes acontecimientos están bajo amenaza», declaró Bach, quien defendió que las Olimpiadas no deben utilizarse como escenario de contiendas políticas, en referencia a las críticas por la ley de propaganda homosexual aprobada en Rusia, que ha generado críticas internacionales y que provocó que muchos líderes mundiales anunciasen que no acudirían al evento.
Pese a algunas ausencias, muchos mandatarios sí acudirán a Sochi y, de hecho, se reunirán en privado con el presidente ruso, una forma de legitimarle. Putin mantendrá mañana un encuentro con su homólogo chino, Xi Jinping; el viernes por la mañana lo hará con los primeros ministros de Turquía y Países Bajos, Recep Tayyip Erdogan y Mark Rutte, y el sábado con el japonés Shinzo Abe. Este último expresó ayer su deseo de que su presencia sirva para estrechar las relaciones entre los países y firmar un tratado de paz, oficialmente en guerra desde hace más de un siglo.
✕
Accede a tu cuenta para comentar