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Uri Geller: «Lo que averigüé sobre el asesinato de Kennedy nunca saldrá a la luz»

LA RAZÓN entrevista al psíquico que recibió el encargo de la CIA de seguir los pasos de Lee Harvey Oswald en México y contó sus descubrimientos a la viuda de JFK

Geller aún conserva el arma que le dieron en México
Geller aún conserva el arma que le dieron en Méxicolarazon

Uri Geller se confiesa: «Le conté a Jackie Kennedy lo que averigüé sobre Oswald en México»

Levanta la voz para dejarlo claro: «No soy un mago, no hago magia y los que me lo llaman es porque no creen en mis poderes», nos asegura Uri Geller al teléfono. No sabemos si tratarlo entonces de mentalista, de buscador de oro y petróleo para gobiernos por todo el mundo, de arqueólogo o de espía. A sus 70 años, este israelí ha vuelto a su país natal hace dos años para retomar el proyecto de su vida: un museo que contenga todo lo que Geller ha significado para el mundo con sus habilidades, y que, asegura, tendrá la cuchara más grande del mundo, 18 metros y ocho toneladas de peso, para que los visitantes puedan sentarse. Pero no le hemos llamado por su nuevo proyecto, ni por la espera de un permiso para poder excavar en la isla escocesa de Lamb, que adquirió en 2009 por 30.000 libras y donde cree que hay oro y piedras preciosas enterradas por una princesa Aquitania exiliada. SI no por su vinculación con la investigación del asesinato del Presidente John Fitzgerald Kennedy.

La declasificación de los papeles

Después de que se supiera que el gobierno de EE UU iba a desclasificar más de 6500 dossiers secretos sobre el caso, Geller publicó en su Facebook que puede que ahora pueda contar toda la verdad sobre su participación vía la Agencia Central de Inteligencia y con la participación de la mismísima Jackie Kennedy. «Estuve realizando encargos para el Mossad israelí entre 1969 y 1971 aquí en Israel, ellos no sabían cómo hacía estos encargos y conseguía esta información», nos confiesa Geller, que explica que entonces el servicio de inteligencia israelí decide llamar a la CIA para intentar descubrir juntos a través de test científicos cómo hace Uri Geller para conseguir esos datos. «Así que en 1972 dejo Israel y viajo a Palo Alto, California e ingreso en experimentos bajo control de la agencia americana», adelanta Geller, que hizo pública esta historia gracias a que se desclasificaron papeles de la CIA que intentaban demostrar «si la aparente percepción paranormal de Geller bajo condiciones controladas hacia una comprensión de las variables físicas y psicológicas subyacen a su capacidad aparente», esto es su telequinesis y telepatía. El llamado «Proyecto Stargate» concluyó entonces que «queda demostrada su habilidad paranormal de manera inequívoca y convincente».

Y así comienza «a trabajar para ellos en 1973». Una de sus misiones entonces le llevó hasta Ciudad de México espiando la embajada rusa en el país. Y aunque todo esto está documentado en los diez libros publicados por él o sobre Geller, sí nos asegura que lo que no se sabía hasta ahora es «el momento en el que mi contacto de la CIA en México de repente un día me sugiere: “También queremos saber qué hizo Lee Harvey Oswald aquí, con quién se encuentra y qué tipo de documentos obtiene”». Geller cuenta que su estupor fue mayúsculo ya que «eso había pasado ¡hace 10 años!». Explica, que para hacerlo todo más oficial, «me presentan al presidente del país, que en aquel momento era López Portillo, y me hace agente secreto dependiente del Tesoro mexicano, me dan un permiso de armas y me entregan un Colt 45, cromado en plata y oro con el escudo del país en la culata».

Con estas credenciales, Geller ya puede entrar en los sitios que necesita para averiguar todo lo que su contacto de la CIA le ha pedido sobre Oswald, y como él mismo relata, «lo que encuentro es sorprendente». Nos asegura que de lo poco que nos puede contar es que en su opinión no están involucrados «ni la CIA, ni el FBI ni el presidente Lyndon B. Johnson», aunque muchas teorías de la conspiración apunten a éstos, a Hubert e incluso a la mafia. «Yo encontré información distinta y esa es la que le entregué a la CIA y ese es el final de la historia», nos matiza Geller, que da por terminado el relato. Asegura que cuando Trump anunció la desclasificación de documentos sobre la investigación, pensó por un momento que su aportación podría estar entre ellos, pero que, sinceramente, «ahora no sé si será así o lo dejarán fuera». Después de aquello consiguió la ciudadanía mexicana y le dieron pasaporte nacional y la posibilidad de viajar con su propia arma.

Pero su contacto con el caso del asesinato de JFK no acaba aquí. «Cuando vuelvo a Nueva York, en donde viví durante 10 años, encuentro que el doctor Andrija Puharich está escribiendo un libro sobre mí titulado “Uri”», continua relatando Geller, que califica de «gran coincidencia» que este científico tenga contactos en la CIA y, además, «conozca a la familia Kennedy». La empresa editora del volumen, Doubleday, tiene entre sus empleados a la viuda del presidente JFK, que encargada de leer el manuscrito de Puharich, se muestra muy interesada en conocer a un Geller ya de fama mundial gracias a la televisión. «Fui a su apartamento y a ella le dije la verdad sobre lo que averigüé en México, y después mantuve el contacto con ella bastante tiempo y fui a su apartamento varias veces» asegura, y aunque no puede facilitárnoslas por estar guardadas a buen recaudo para su museo, «conservo cartas suyas».

Sí nos puede confirmar que aunque ha pasado más de un lustro, «las ramificaciones de lo que encontré en México podrían influir en la política actual», ya que «en América los demócratas y republicanos se acusan mutuamente de si los rusos ayudaron a Trump, y el tema de Hillary y los iraníes». Por todas estas implicaciones está seguro de que su participación en la investigación «no saldrá a la luz». Continuando con el misterio que siempre ha rodeado al personaje no duda en asegurar que si la CIA nunca desvela su aportación al caso «me llevaré mis secretos a la tumba».