Reino Unido

Veinte años del 7-J: la atrocidad cometida por terroristas nacidos en Reino Unido que nadie previó

52 personas perdieron la vida, y otras 700 resultaron heridas

R.Unido.- Reino Unido conmemora el 20 aniversario de los atentados del 7 de julio en Londres
R.Unido.- Reino Unido conmemora el 20 aniversario de los atentados del 7 de julio en LondresEuropa Press

"Me ha llevado 20 años darme cuenta de que todo lo que uno hace, cómo piensa, tiene su origen en lo que ocurrió ese día", asegura Marina Berry-Dealey. Aquel 7 de julio de 2005, comenzó para ella como un día más. Poco antes de las 8:50 de la mañana, llegó a la estación de King Cross y subió a un metro abarrotado camino al trabajo. Las puertas se cerraron y en cuestión de unos segundos se escuchó una gran explosión. Todo se quedó oscuro y comenzaron a sonar los gritos de pánico.

En plena hora punta, el sistema de transporte público de la capital británica colapsó. Tres bombas detonaron al unísono en las estaciones de Aldgate, Edgware Road y Russell Square. Una hora después, un cuarto artefacto explotó en un autobús de dos pisos en Tavistock Square. 52 víctimas inocentes perdieron la vida y otras 700 resultaron heridas.

Londres había vivido varios atentados durante los años del terrorismo del IRA. Pero el hecho de que jóvenes con nacionalidad británica, nacidos y educados en el Reino Unido, estuviesen dispuestos a inmolarse para cometer el peor ataque de la historia reciente en el país era un terreno completamente desconocido e inesperado. De hecho, el nivel oficial de amenaza terrorista se había reducido poco antes. Pero el 7-J lo cambió todo.

Los británicos rindieron ayer tributo a las víctimas en los actos del 20 aniversario de una fecha que ha pasado a la historia del terror en Europa, de la misma manera que ocurrió con el 11M de 2004 en Madrid o el 7 de enero y el 13 de noviembre de 2015 en París. Los nombres de las 52 personas fallecidas se leyeron mientras 52.000 pétalos blancos caían del techo durante el servicio religioso que tuvo lugar en la catedral de St. Paul.

"Es algo que te marca para siempre"

Los supervivientes transformaron el horror en narrativas multifacéticas, empezando por los "qué hubiera pasado si..." y los "si tan solo...". "Yo tenía 20 años y es algo que te marca para siempre", explicó Marina Berry-Dealey a la BBC. "Desde entonces, le doy una vuelta de tuerca a las pequeñas cosas en las que la mayoría de la gente no pensaría", dijo. "Porque ¿qué probabilidades hay de que haya una bomba en un tren? Cuando explota y estás allí presenciando el horror es natural que le des demasiadas vueltas a cada escenario".

Cuando logró salir del metro, completamente aturdida, llamó a la puerta de un pub. Estaba cerrado, pero al verla completamente negra por el humo la dejaron pasar y fue entonces cuando pudo cargar el móvil para hablar con su madre. Ahora siempre lleva el teléfono cargado. "Tengo palpitaciones al pensar que me puedo quedar aislada del mundo y no puedo contactar con mis seres queridos si vuelve a pasar", añadía.

La paranoia colectiva se instauró en la ciudad. De hecho, acabó desembocando en otra tragedia cuando, en un descomunal error policial, dos agentes abatieron a tiros el 22 de julio en el metro a un brasileño de 27 años, Juan Carlos Menezes, al confundirlo con un terrorista.

Los autores de los atentados del 7-J justificaron su barbarie en la invasión de Irak. Tras el atentado del 11-S de 2001 en los Estados Unidos, Tony Blair y George W. Bush anunciaron una operación para "luchar contra el terrorismo", sin prever que la respuesta militar estaba destinada a provocar más horror.

Tres de los cuatro terroristas del comando del 7-J (donde el más mayor tenía 30 años y el más joven 18) vivían en Beeston, Leeds, una zona británico-asiática acosada por el racismo y la pobreza, cuyos jóvenes eran vulnerables a la radicalización. Un conocido de los terroristas recuerda cómo hablar de yihad inicialmente significaba luchar para proteger a los musulmanes oprimidos en el extranjero, en países como Chechenia o Cachemira, antes de que algunos se dedicaran a algo mucho más siniestro: inmolarse con el objetivo de vengarse del propio Reino Unido, país que les vio nacer.

El número de operaciones antiterroristas se ha disparado

Cuando las cuatro bombas explotaron hace 20 años, se destruyeron vidas y la llama de la esperanza se apagó durante lo que pareció un instante eterno. No obstante, Graham Foulkes, padre de David Foulkes, quien murió en el atentado, quiso dejar ayer un mensaje de esperanza. "Estos cuatro rincones de Londres representan la grandeza de esta ciudad: una encrucijada internacional de diversidad e ingenio, tolerancia y respeto, desafío y oportunidad. Para muchas personas, nada volvió a ser igual y, sin embargo, todo siguió igual porque la bondad que reside en los londinenses y en los innumerables visitantes no se ve borrada por el odio ni la amenaza, sino que se fomenta para generar una cosecha de esperanza para cada generación".

Durante 2008 y 2009, el número de operaciones antiterroristas que gestionaba Scotland Yard era de un centenar. Actualmente, esa cifra asciende a 600. Los planes de atentados islamistas dominan la labor de los agentes, seguidos de la extrema derecha. Aunque ahora se suma también la amenaza de estados hostiles, principalmente Irán y Rusia.