Internacional

Vergüenza en la ONU

Vergüenza en la ONU
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Increíble e indignante. Mientras Venezuela se vestía de luto ante la muerte del político Edmundo «Pipa» Rada a manos de las Fuerzas de Acciones Especiales, Nicolás Maduro lograba ganar una batalla en el seno de la ONU. Específicamente, la usurpación ha conseguido un puesto en el Consejo de Derechos Humanos. No ha pasado mucho tiempo desde el último informe de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, quien precisamente dejó claro las violaciones en Venezuela. Lo escrito y mostrado por la ex presidenta chilena ciertamente no ha sido impedimento para que Rusia, China y, sobre todo, Cuba, orquestaran la victoria del chavismo.

Para el ex embajador venezolano Diego Arria, «fue un mal día para los derechos humanos, no solo en Venezuela, sino en el mundo. Y, a su vez, un pésimo día para la reputación del Consejo, que fue capaz de hacer ingresar a una narcotiranía como la de Maduro, que tiene un expediente horrible por crímenes de lesa humanidad elaborado por el propio Consejo de Derechos Humanos». Terrible contradicción e incongruencia. Adicionalmente, la batalla perdida para Juan Guaidó debe ser un llamado de atención para que la comunidad internacional cierre filas en favor del Gobierno legítimo venezolano. A lo interno, quizás la noticia no permea ni afecta de manera directa la crisis de los venezolanos. Sin embargo, puertas afueras, hay una evidente falta de cohesión en algunos actores que sostienen y reafirman que Venezuela atraviesa una dictadura y que resulta imperativa una transición democrática. ¿Próximo paso? Detectar cuáles son esos aliados de la causa por la libertad en Venezuela y que estarán sentados también en ese Consejo. Así, diseñar una estrategia para denunciar reiterada y persistentemente los atropellos y delitos de Maduro; precisamente en la cara de los representantes del usurpador. Hoy, países como Chile, Brasil, Perú y otros europeos que hoy se sientan en dicho Consejo y que además acompañan la lucha de Guaidó, tendrán la gran responsabilidad de replicar las denuncias que ya Bachelet hizo públicas.

Desde la juramentación de Guaidó como presidente encargado de Venezuela, tanto la ONU como la UE, han sido de los jugadores más difíciles de tratar, de convencer sobre la necesidad de apoyar la transición a través de vías más eficaces y que eviten un sufrimiento mayor al que ya están sometidos los venezolanos. Guaidó ha perdido una batalla. Sin embargo, queda claro que la guerra continúa y sigue habiendo razones suficientes para creer en el cese definitivo de la usurpación y en unas elecciones realmente libres en el medio plazo.