Túnez

Vía libre a la transición democrática en Túnez

Pese a la grave crisis económica, los tunecinos celebraron como un hito histórico sus segundos comicios parlamentarios

Una soldado vigila un colegio electoral en Túnez, ayer
Una soldado vigila un colegio electoral en Túnez, ayerlarazon

Túnez ha pasado de ser el «laboratorio de las revoluciones árabes» al único país en el que hay verdaderas esperanzas democráticas. Y ayer lo volvió a demostrar en los comicios parlamentarios, que registraron un 59,9% de participación. La jornada electoral se desarrolló con normalidad y, sobre todo, sin miedo. «No hay temor en las calles. Ésa es la gran victoria de Túnez. La gente habla ahora de todo y de cualquier político. Se discute de política», explica a LA RAZÓN desde la capital tunecina Youssef Cherif, investigador de Relaciones Internacionales. Si bien es cierto que durante los tres primeros años después de la revolución que derrocó al dictador Zinebenalidine Ben Ali no ha mejorado ni la economía ni el empleo juvenil y los turistas han desaparecido –una de cada cinco familias vivía del turismo–, los expertos aseguran que las transiciones hacia la democracia llevan su tiempo y Túnez va por el buen camino. «Estamos muy orgullosos de cerrar esta fase de transición con una Constitución democrática y hemos llegado suavemente a las nuevas elecciones a través de nuestras instituciones y del diálogo nacional. Seguimos por la ruta correcta y esperamos que en las próximas semanas y meses se confirme que siempre podremos encontrar un compromiso ante cualquier situación difícil», señala Khaled Ben Yahia.

Para Amine Ghali, director del Centro de Transición Democrática Kawakibi, que estuvo en Madrid esta semana invitado por el «think tank» europeo ECFR, la clave reside en que «las transiciones se juzgan a través de hitos en la historia y estas elecciones lo son. No se trata sólo de elecciones, por supuesto. Pero algunos expertos ponen el fin de una transición cuando se celebran elecciones por segunda vez. Y estas son nuestras primeras elecciones normales, pues las de 2011 fueron excepcionales. El próximo hito será dentro de cinco años».

Una encuesta del Pew Research mostraba que sólo el 43% de los jóvenes tunecinos prefería la democracia a otro tipo de gobierno. Algo que se percibió ayer, pues la gran mayoría de los votantes eran adultos o ancianos. Muchos de los jóvenes revolucionarios que salieron a manifestarse en 2011 en contra de la falta de oportunidades y la corrupción del régimen de Ben Ali no han visto que su calidad de vida mejore y creen que los líderes de los partidos no les representan. Rachid Gannuchi, líder de Ennahda, el partido islamista moderado, tiene 73 años, mientras que Beji Caid Essebsi, el líder que agrupa a los conservadores laicos, Nida Tunis, tiene 87. Ambos son históricos de la política tunecina. Según distintas fuentes, tampoco la Comisión Electoral de Túnez ha hecho sus deberes a la hora de lograr que más votantes se registraran y ayer salieran a ejercer su derecho. «Tan sólo ha sido un millón más en comparación a 2011. En total son sólo 5.680.666», aseguró Ghali.

Otro reto al que se enfrentan los tunecinos es al avance del yihadismo. Es el país que más nacionales ha mandado a las filas del Estado Islámico, 2.400, y de vez en cuando sufre algún altercado terrorista por grupos como Ansar el sharia. El último, dos días antes de las elecciones. «La violencia es el mayor riesgo en las transiciones», señala Ghali. «Hemos tenido problemas violentos en los últimos tres años. Para mí lo más serio fue cuando se mató a soldados y a representantes políticos. Ahora, los políticos han abandonado la violencia y eso es el gran logro. Aquellos que todavía creen en la violencia son grupos minoritarios que están perdiendo fuerza en el espectro político. La nación rechaza el uso de la violencia, afortunadamente», concluye.

Casi 13.000 candidatos para 217 escaños

La cifra de candidatos que optaban a ocupar uno de los 217 escaños en la Asamblea Nacional, cerca de 13.000, no tiene precedentes. Sin embargo, el voto se concentrará entre los islamistas moderados de Ennahda y los conservadores laicos de Nida Tunis. Eso sí, no se espera que ninguno de los dos partidos logre la mayoría absoluta, por lo que en los próximos días líderes como Rachid Gannuchi, de Ennahda o Essebsi, tendrán que pasar a las negociaciones para formar alianzas entre ellos o con el resto de partidos. No será fácil ponerse de acuerdo y es previsible que se pacte un gobierno de tecnócratas independientes, como existe en Túnez desde 2012. El actual primer ministro, el ingeniero Mehdi Jomaa, es de hecho uno de los «políticos» más valorados, con un 81% de respaldo.