Protestas en Tiflis

Victoria de los pro-europeos en Georgia tras conseguir que el Gobierno tumbe una ley prorrusa

Las protestas en las calles han logrado frenar un proyecto que convertía a las ONG georgianas que reciben fondos de otros países como "agentes extranjeros", similar a la ley rusa

Las protestas vividas en Ucrania en 2014 fueron la mecha de un cartucho cargado de pólvora que explotó en febrero del año pasado. Las consecuencias han provocado una guerra en Europa y una crisis internacional sin precedentes. Posiblemente un espejo en el que Georgia no quiere verse reflejada, sabedora de que todo lo que haga tendrá repercusión en Rusia, país contra el que luchó en 2008 en una guerra que le arrebató las regiones de Abjasia y Osetia del Norte.

La noticia empezó el martes en el Parlamento georgiano con la aprobación de una primera lectura de la nueva ley que, de aprobarse en su totalidad, otorgaría el status de “agente extranjero” a cualquier organización que reciba más del 20% de sus ingresos procedentes de fuera de ese país. Lo que supondría asumir una sospechosa reputación y ser examinada con lupa por las autoridades, con el riesgo de pagar cuantiosas multas o incluso ser clausurada si de no seguir la senda marcada por el Gobierno.

La ley parece calcada a la que Rusia aprobó en 2012, vigente en la actualidad, que ha marginado a numerosas organizaciones nacionales y extranjeras, extendida hoy en día a personas físicas, sospechosas de ser “agentes extranjeros” por el mero hecho de recibir transferencias de dinero procedentes de otros países. La idea de importar esta regulación fue del partido gobernante en este país del Cáucaso llamado Sueño Georgiano que, sin mencionar a la vecina Rusia, basó su proyecto en una ley norteamericana de la primera mitad del siglo XX.

El resultado del polémico proyecto no fue otro que la toma de las calles por parte de miles de manifestantes, que empezaron a protestar ese mismo día apostados frente al Parlamento en la capital del país, Tiflis. A pesar de las violentas cargas policiales, los allí congregados vieron cómo más gente, lejos de tener miedo, se fue uniendo a las ya concentradas aumentando la presión sobre los políticos durante el miércoles. Eso provocó que este mismo jueves por la mañana los defensores de la polémica ley pisaran el freno y echaran marcha atrás en sus pretensiones de controlar a sus ciudadanos, retirando “sin condiciones” ese proyecto.

Gobierno y oposición anunciaron conjuntamente la retirada de la ley intentando calmar los ánimos de los manifestantes, que casi incrédulos empezaron a retirarse a sus casas después de dos días de tensiones. Según estos partidos, lo importante ahora es "cuidar la paz, la tranquilidad y el desarrollo económico de Georgia, el avance de Georgia en la senda de la integración europea. Por ello, como fuerzas responsables hemos decidido retirar sin condiciones el proyecto de ley". El otro balance de las manifestaciones se ha saldado con 77 personas detenidas solo durante la primera jornada de protestas. La Unión Europea, a través de su delegación en Georgia, expresó su “satisfacción” tras conocer la noticia. Otra reacción, la del Kremlin, llegó inmediatamente después de la disolución de los manifestantes. Moscú expresó su preocupación por los disturbios ocurridos informando que “no estaba involucrada” con la polémica propuesta.

A pesar de la vuelta a la calma tras el anuncio, el partido opositor georgiano Droa comunicó a través de su representante, Giga Lemonjala, que las protestas continuarán hasta que se materialice la excarcelación de todos los manifestantes detenidos y naturalmente hasta que no se renuncie de manera oficial al polémico proyecto de ley.

Sorprende el hecho de saber que la propia presidenta del país, Salomé Zourabichvili, se había mostrado contraria a esta ley, anunciando que no la firmaría si al final terminaba aprobada por el Parlamento, lo cual no impediría su puesta en marcha ya que el Parlamento puede dejar sin efecto un veto presidencial.

La situación en Georgia guarda cierta similitud con la vivida en Ucrania hasta las protestas del Maidán de 2014. Gobierna un partido político, Sueño Georgiano, que ha sido criticado en numerosas ocasiones por mantener políticas de aproximación a Moscú, algo que molesta a muchos sectores de la sociedad que todavía sufren las consecuencias de aquella guerra de 2008. Los partidos de la oposición se manifiestan abiertamente europeístas y trabajan para que este país, geográficamente fuera de Europa, se integre en la órbita de Bruselas, algo que casi consiguen el año pasado.

La Unión Europea desestimó aceptar, de momento, a Georgia emplazándola a continuar con su paquete de reformas, sobre todo en materias como la libertad de prensa. Nadie duda que si esta ley de “agentes extranjeros” se hubiese aprobado las esperanzas de integrarse en la Unión Europea se hubiesen reducido considerablemente. Junto a Georgia, países como Moldavia o la misma Ucrania siguen creyendo firmemente en su candidatura como futuros miembros europeos, mientras Bruselas les anima a continuar con su modernización.

El apoyo de Zelenski

El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, apoyó en un discurso dirigido a los manifestantes de Georgia. "No hay un ucraniano que no desee el éxito de nuestra amiga Georgia. Éxito democrático. Éxito europeo. Queremos estar en la Unión Europea, y lo haremos. Queremos que Georgia esté en la Unión Europea, y estoy seguro de que así será", ha manifestado el mandatario ucraniano, quien ha incidido en que "los pueblos libres" se "merecen" ingresar a la UE.

Esta ley también fue rechazada por el Servicio Europeo de Acción Exterior de la Unión Europea al advertir de que contraviene los valores y normas consensuadas del bloque europeo. El departamento diplomático de la UE ha emitido un comunicado en el que ha incidido en que esta nueva legislación es un paso "muy malo para Georgia y su gente", pues puede tener un "efecto paralizador" en la sociedad civil del país, que aspira a formar parte de los Veintisiete. Según la diplomacia europea, le ley de agentes extranjeros puede desembocar en "consecuencias negativas" para los "muchos georgianos" que se benefician del trabajo de diversas organizaciones que ahora pueden ser prohibidas por su financiación extranjera.

Por su parte, el Gobierno de Estados Unidos había pedido "contención" en las protestas en las calles de la capital de Georgia, Tiflis. "Instamos al Gobierno de Georgia a que respete la libertad de reunión pacífica y de protesta pacífica. Instamos a todas las partes a que actúen con contención y eviten cualquier escalada o acción violenta, respetando el Estado de derecho y los valores democráticos de Georgia", ha declarado el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price, en una rueda de prensa.