Turquía

Violencia contra el voto kurdo

El acoso al partido de la minoría, el HDP, que busca entrar en la Asamblea, culmina con un atentado

Varias personas ayudan a dos de los heridos
Varias personas ayudan a dos de los heridoslarazon

Hay dos asuntos claves que serán decisivos en las elecciones generales de mañana y que podrían costarle al gobernante Partido de Justicia y Desarrollo (AKP) obtener la mayoría absoluta: el electorado kurdo y el deterioro de la estabilidad económica que en los últimos 10 años ha sido uno de los pilares del Gobierno del AKP. En Turquía viven cerca de 14 millones de kurdos, la mayoría en las ciudades del sureste, bastión del Partido Democrático de los Pueblos (HDP). En Diyarbakir, el HDP trata de hacerse con los 11 escaños que le corresponden en el Parlamento, y precisamente ayer, al menos dos personas murieron y unas cien resultaron heridas, a causa de dos explosiones durante un mitin de cierre de campaña en esa misma localidad.

El HDP ha sido objeto durante la campaña de decenas de ataques con heridos graves. También ayer sufrió una agresión nacionalista en Erzurum, en el noreste del país, donde el partido celebraba otro mitin. Los agresores incendiaron un microbús del partido y causaron graves quemaduras al conductor, amén de intentar linchar a otros participantes.

En sus 12 años en el poder la formación de Erdogan ha contado con el voto mayoritario de los kurdos. Pero ahora las tornas podrían cambiar ya que el HDP necesita alcanzar el 10% para mantener representación en el Parlamento. El HDP es considerado por algunos grupos políticos como el indicado para encabezar la mediación en las negociaciones enfocadas a impulsar el proceso de paz con los kurdos, después de 30 años de violencia dirigida por el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y de que las negociaciones con su líder encarcelado, Abdullah Ocalan, se hayan estancado.

La otra gran preocupación del partido gobernante es la economía. Tras una década con un crecimiento del PIB casi siempre entre el 4 y el 10%, los economistas prevén un crecimiento cero este año, lejos del objetivo oficial del 4%. La oposición ha sabido aprovechar la parálisis económica como su principal arma en la campaña. El socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP) ha prometido medidas para el crecimiento económico como subir el salario mínimo neto desde las 950 liras (330 euros) actuales a las 1.500 liras (520 euros), o la de construir un macrocentro logístico en Anatolia.

Con el debilitamiento de la economía, Turquía no tiene ninguna posibilidad de frenar el desempleo, que alcanza el 11%. También preocupa el creciente déficit de cuenta corriente. Con un PIB de casi el 6%, el déficit por cuenta corriente en 2014 fue el más grande en el club de los países de la OCDE, y la lira se ha hundido casi un 40% frente al dólar en los últimos dos años. El Gobierno ha invertido enormemente en el desarrollo de infraestructuras, autovías, aeropuertos y también en un urbanismo desbocado, con licitaciones que en gran parte acababan asignadas a empresas percibidas como «amigas» del AKP. Todo esto ha llevado a que la opinión pública pierda la confianza en el Gobierno, ya que no ve una salida a la crisis económica.