Hamburgo

Vis a vis entre dos machos alfa

La primera jornada de la cumbre de los países más desarrollados del mundo está marcada por el explosivo encuentro entre Trump y Putin.

La Policía redujo a grupos antisistema que protestaban por la cumbre del G20 con gases lacrimógenos y cañones de agua, en Hamburgo
La Policía redujo a grupos antisistema que protestaban por la cumbre del G20 con gases lacrimógenos y cañones de agua, en Hamburgolarazon

La tensión que se masca en la ciudad portuaria de Hamburgo es sólo comparable al enrarecido clima político que encontrarán los jefes de Estado y de Gobierno de las 20 mayores economías del planeta cuando comiencen hoy las sesiones de trabajo de la Cumbre del G20 más polarizado de los últimos diez años. Hamburgo será también hoy el escenario del primer cara a cara entre Donald Trump y Vladimir Putin en lo que ya ha sido descrito como el enésimo movimiento de la larga partida de ajedrez geoestratégico que vienen jugando desde hace décadas los Estados Unidos y Rusia por la hegemonía global. Una atmósfera tan tormentosa como larga es la lista de temas en las que la controvertida figura del presidente de Estados Unidos ofrece la nota discordante. En primer lugar está el cambio climático. La –todavía– primera potencia mudial se unió el pasado mes de junio al pequeño y extraño club de dos paises (Nicaragua y Siria) que han rechazado el Acuerdo de París. Recientemente, la anfitriona de este problemático G20, la canciller Angela Merkel, dijo en lo que fue universalmente interpretado como un reproche al presidente americano: «No podemos esperar hasta que la última persona del planeta se convenza de las pruebas científicas».

En la misma línea fueron interpretadas las palabras pronunciadas por la canciller ayer mismo en Berlín durante el encuentro que mantuvo con el presidente chino Xi Jinping: «China y Alemania pueden contribuir a aplacar la incertidumbre actual y lograr un mundo un poco más apacible». El hecho mismo de que Alemania y China quisieran dejar clara su sintonía con un encuentro previo habla a las claras de que podría estar dibujándose un nuevo eje de poder entre Berlín y Beijing en el que el papel de Estados Unidos como líder indiscutible mundial quedaría orillado, un cambio de equilibro con el que Trump pagaría sus intempestivas decisiones en política exterior.

La amenaza de Corea del Norte, la inestable situación tanto en Ucrania como, sobre todo, en Siria y el desdén mostrado por el presidente Trump ante los acuerdos de libre comercio suscritos por anteriores administraciones (tiene previsto renegociar NAFTA y paralizado el Tratada Transpacifico aupiciado por Obama) no ayudarán precisamente a calmar las aguas hoy en el Messe Halle de Hamburgo. Tampoco contribuirá a que los líderes europeos se congracien con el presidente las previsibles críticas del estadounidense a los recortes en los presupuestos de defensa de los países de la UE. Pero el juego de Trump se juega sobre todo en casa – «America First»– y son las reacciones que se produzcan en su propio país lo que más quitará el sueño al presidente. En este sentido, que Estados Unidos este en rumbo de colisión con buena parte de sus compañeros en el G20 preocupa mucho menos que la sensación que produzca la que será sin duda la foto del día: Trump y Putin por fin frente a frente con la polvareda del papel de Rusia en las pasadas presidenciales aún en el aire.