UE

Von der leyen se enfrenta a la recta final del mandato con dudas sobre su legado geopolítico

A las dudas sobre el apoyo europeo a Ucrania se une la división sobre el conflicto entre Hamás e Israel

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea
Ursula von der Leyen no ha revelado aún si aspira a un segundo mandato en la Comisión EuropeaOLIVIER HOSLETAgencia EFE

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se adentra este 2024 en la recta final de su mandato y todavía sin despejar la incógnita sobre si se presentará a su reelección.

Cuando fue designada como presidenta, la política alemana prometió una Comisión “geopolítica”. Un término que entonces fue acogido con cierta cautela y escepticismo, dado que Von der Leyen no parecía la candidata más adecuada para este cometido tan ambicioso.

Pero la política alemana se ha perfilado como una presidenta audaz y personalista, dispuesta a que la UE “hable el lenguaje del poder”, según la expresión utilizada por el máximo representante de la diplomacia comunitaria, Josep Borrell. Si la primera parte de su legislatura estuvo marcada por la gestión de la pandemia y la compra centralizada de vacunas, en el segundo periodo de Von der Leyen ha intentado aprovechar el caudal político cosechado, para dar pasos de gigante sobre el papel de la Unión Europea en el mundo con la guerra en Ucrania como gran catalizador.

El problema es que en la recta final la legislatura es difícil saber si la apuesta geopolítica de Von der Leyen se reforzará o agrietará y como este legado puede afectar a la política alemana de cara a un segundo mandato o a un posible sucesor o sucesora. Al cansancio en el apoyo a la guerra en Ucrania, se unen las fuertes discrepancias entre los socios europeos por el conflicto entre Israel y Hamás y el cuestionado papel de la propia von der Leyen, con unas declaraciones que para muchas capitales fueron excesivamente pro-israelíes. Las divergencias sobre Oriente Medio siguen siendo tan fuertes en el seno de las cancillerías europeas, que en la última cumbre del año ni siquiera se pactó ni se intentó pactar un texto de conclusiones común y la misma división había sido exhibida una semana antes en la Asamblea de la ONU.

La última cita del año de los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea se saldó con un éxito relativo para Von der Leyen, ya que los Veintisiete decidieron abrir negociaciones de adhesión con Ucrania (después de que el primer ministro húngaro Viktor Orban levantara su veto ausentándose de la sala) , si bien el mandatario magiar siguió manteniendo su rechazo a un plan de ayuda de 50.000 millones de euros para Ucrania y el presidente del Consejo, Charles Michel, se ha visto obligado a convocar una cumbre extraordinaria el próximo 1 de febrero para intentar encontrar una solución, ante el temor de que el país invadido entre en bancarrota en pocos meses.

“Lo que se extrae del reciente Consejo Europeo deja un innegable sabor agridulce porque si, por un lado, transmite la ambición de ampliar la familia para compartir un espacio de bienestar y seguridad envidiado en el resto del planeta; por otro, deja un poso de amargura ante las artes ventajista exhibidas por uno de sus más incómodos miembros: La Hungría de Viktor Orban”, escribe el analista Jesús A. Núñez Villaverde para el "think tank" Real Instituto Elcano.

El propio Orban advirtió que, en las siguientes fase dentro del proceso de adhesión, su país tiene todavía “75 oportunidades para bloquear” la entrada del país invadido por Vladimir Putin y el gran interrogante es si el mandatario húngaro supeditará su luz verde al desbloqueo total de todos los fondos retenidos por la Comisión Europea debido a la deriva autoritaria que vive el país.

A este proceso marcado por la incertidumbre, se unen los últimos fracasos de Ucrania en el campo de batalla, con una contraofensiva que está durando mucho más de lo esperado y que parece sumida en la parálisis. Aunque las cancillerías europeas y la OTAN niegan estar presionando a Kiev para que se rinda y negocie la paz con Vladimir Putin y de esta forma renuncie reconquistar todo el terreno invadido por las tropas rusas, 2024 será el momento de la verdad. La Unión Europea no sólo se enfrenta al fantasma del cansancio en sus propias filas sino también a lo que suceda al otro lado del Atlántico, con un Partido Republicano en contra de seguir armando a Kiev y un posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca tras las próximas elecciones del próximo 5 de noviembre.

Después del deterioro de las relaciones trasatlánticas debido a la caótica retirada estadounidense en Afganistán a comienzos de la presidencia de Joe Biden, la guerra en Ucrania consiguió limar asperezas entre EE UU y la UE, pero un posible nuevo mandato de Donald Trump y el fin de la ayuda a Kiev obligaría a la UE a asumir en solitario todo el apoyo. Una tarea quizás demasiado pesada para una Unión Europea que intenta, a veces a trompicones, hablar el lenguaje del poder.