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Washington amenaza con expulsar a Rusia del G-8

La OTAN alerta de que la paz en Europa está en riesgo y pide el fin de la invasión

Obama habló por teléfono con Putin durante 90 minutos para pedirle que retire las tropas de Crimea
Obama habló por teléfono con Putin durante 90 minutos para pedirle que retire las tropas de Crimealarazon

El presidente Barack Obama se enfrenta a una creciente presión con el asunto de Ucrania. Pero, poco o nada se puede hacer en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y con la opinión pública estadounidense, la cual está en contra de cualquier intervención militar. Un día después de que Obama advirtiera a su mológo Vladimir Putin sobre la escalada de tensión en Ucrania, el secretario de Estado, John Kerry, que viaje mañana a Ucrania, habló ayer en todos los programas políticos dominicales, en los que dijo que «todas las opciones están sobre la mesa», aunque evitó contestar con un «sí» o «no» cuando se le preguntó sobre una posible intervención militar. «Está la posibilidad de que Estados Unidos boicotee la cumbre del G-8 programada para junio en Sochi e instemos a otros países a hacer lo mismo. Esto es una maniobra del siglo XIX en el XXI y pone en cuestión la capacidad de Rusia de estar dentro del G-8».

La OTAN también tuvo palabras duras contra Putin. Su silencio hubiera sido poco menos que una claudicación a una situación que recuerda demasiado a Georgia en 2008 o a la intervención de las tropas soviéticas en Checoslovaquia en 1968. «Lo que Rusia está haciendo ahora en Ucrania viola los principios de la Carta de las Naciones Unidas. Es una amenaza para la paz y la seguridad en Europa. Rusia debe detener sus actividades militares y sus amenazas», manifestó ayer el secretario general de la OTAN, el danés Anders Fogh Rasmussen, quien añadió que las fuerzas rusas deben volver a sus bases y abstenerse de interferir en cualquier otra parte de Ucrania. Rasmussen mantuvo ayer una reunión de urgencia en Bruselas con los embajadores de los 28 para abordar la crisis.

En la escalada de tensión provocada por la crisis política en Ucrania, la Alianza Atlántica se ha visto arrastrada, como todos los demás actores internacionales, al albur del presidente Vladimir Putin. Sin embargo, la forma de desenredar la madeja en la que se ha convertido la crisis ucraniana no resulta sencilla para nadie, ni siquiera para Moscú. Para la Unión Europea, cualquier cosa que no sea la paz y la colaboración con sus vecinos de continente es un escenario pésimo económica y estratégicamente en un momento en el que la recuperación parecía estar de vuelta. Además, esta crisis divide profundamente a los Estados miembros, con Polonia y otros países ex soviéticos deseosos de venganza y, por otro, Alemania y Francia más proclives a encontrar una solución negociada con Putin.

Para Ucrania, hundirse en una guerra diplomática, y tal vez real, sería un desastre de toda índole y pasaporte directo hacia la bancarrota. Por su parte, para Estados Unidos, un nuevo enfrentamiento con Rusia altera todos sus planes de intentar salir de los grandes escenarios bélicos y reducir sus gastos en defensa, hasta dejar su Ejército a su menor tamaño desde antes de la Segunda Guerra Mundial. Ni siquiera la población de Crimea –objeto de deseo de Kiev y Moscú– gana nada con el enfrentamiento, sólo quedar atrapada entre sus dos «patrias». Crimea cuenta con 2,3 millones de habitante, de los cuales el 58% son rusos; el 24% son ucranianos y el 12%, tártaros. Según los analistas, ni siquiera para Putin están claras las ventajas de entrar en conflicto por un territorio como Ucrania que, aunque sea estratégico, puede resultar una soga al cuello desde el punto de vista económico con sus 60 millones de habitantes. En ese escenario, los ministros de Asuntos Exteriores de la UE se reunirán hoy en Bruselas en el marco de una reunión extraordinaria convocada por la Alta Representante de Política Exterior y de Seguridad Común de la UE, Catherine Ashton. Los 28 han instado a Rusia a desistir de cualquier violación de la soberanía e integridad territorial de Ucrania y han advertido de las consecuencias de incrementar la escalada de tensión, mientras intentan encontrar vías de diálogo entre las fuerzas políticas ucranianas, a la espera de las elecciones anunciadas para mayo. «Todavía es posible dar marcha atrás. Una nueva división de Europa todavía puede evitarse», ha dicho el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier. Por su parte, el ministro de Exteriores sueco, Carl Bildt, ha lamentado que coincidiendo con el centenario de 1914: «Cuando las fuerzas rusas exigen que las fuerzas ucranianas en Crimea entreguen las armas, claramente es una ocupación militar lo que está ocurriendo», dijo.

EE UU, Reino Unido y Francia no irán a las reuniones preparatorias de Sochi

Reino Unido, Francia y Estados Unidos anunciaron ayer que se retiran de las reuniones preparatorias de la cumbre del G-8 que se celebrará en Sochi en el mes de junio. Además, el primer ministro británico, David Cameron, anunció ayer que no enviará a ningún ministro a la ceremonia de apertura de los Juegos Paralímpicos, que se celebrarán en Sochi a partir del próximo viernes. Varias asociaciones paralímpicas están discutiendo sobre la idoneidad de enviar a sus atletas.