El Cairo
Washington «bendice» el golpe en Egipto
El secretario de Estado estadounidense John Kerry hizo ayer una inesperada escala de pocas horas en El Cairo en lo que es su primera visita tras el golpe de Estado contra el presidente Mohamed Mursi el pasado 3 de julio. Desde entonces, la relación entre Egipto y Estados Unidos pasa por uno de los peores momentos en sus más de 30 años de matrimonio, con las nuevas autoridades en El Cairo haciendo guiños a Rusia y desdeñando a Washington públicamente como nunca antes lo habían hecho.
Kerry quiso detenerse en Egipto en el comienzo de su gira por Oriente Medio para traer un mensaje de reconciliación y asegurar al país árabe que cuenta con el apoyo estadounidense y que sigue siendo un «socio fundamental» para Washington: «Estados Unidos está decidido a cooperar en transición emprendida hacia la democracia», dijo Kerry. Como un ramo de flores, sus palabras buscaban apaciguar a las nuevas autoridades, molestas con la actitud de la Administración estadounidense tras la destitución de Mursi. Si bien Washington nunca ha llegado a calificarlo de «golpe», sí ha criticado en repetidas ocasiones a las autoridades interinas por la represión violenta de los manifestantes islamistas, así como por la persecución y los «arrestos políticos» de los Hermanos Musulmanes.
Ayer, el secretario de Estado pidió a las nuevas autoridades del país que todos los egipcios sin distinción tengan «un juicio justo», en clara referencia al juicio del ex presidente Mursi que se abre hoy, y poniendo a prueba una vez más los estándares democráticos del nuevo Gobierno designado por los militares. En su breve escala, Kerry no perdió el tiempo: se reunió con el jefe del Ejército, el general Abdel Fatah al Sisi; con el presidente interino, Adly Mansur; y con el ministro de Asuntos Exteriores, Nabil Fahmy. En rueda de prensa junto con Fahmy, Kerry tuvo palabras amables con el Gobierno y los generales, y el pueblo egipcio, pero al mismo tiempo destacó la necesidad de que cese la violencia y que regrese la estabilidad al país. «Así será más fácil alcanzar –dijo– un gobierno civil de reconciliación nacional elegido democráticamente» y elaborar una Constitución.
El enviado de Obama también tuvo que explicar la última decisión adoptada por Washington, que suspendió temporalmente parte de la ayuda militar a Egipto –armamento y 260 millones de dólares–, a la espera de ver el «progreso en materia de democracia y derechos humanos» que experimentara el país. Kerry insistió en que esta decisión no obedece a un «castigo», aunque fue interpretado como tal por el Gobierno egipcio, que ha tachado de «injerencia» las críticas y preocupaciones de su hasta ahora amigo americano.
«El presidente Obama y el pueblo estadounidense apoyan al pueblo egipcio, es una relación vital, y estamos preparados para ayudar en esta gran transformación que está viviendo Egipto», dijo el máximo responsable de la diplomacia estadounidense, que añadió que Estados Unidos mantendrá su asistencia en terrenos como la sanidad, la educación, el control de fronteras y la lucha antiterrorista». Estas palabras fueron aceptadas como una «señal positiva» por el titular de Exteriores, que sin embargo no dudó en reconocer públicamente que las relaciones bilaterales «atraviesan una etapa de inestabilidad». Fahmy ha librado una intensa batalla diplomática con Washington desde el golpe de Estado y ha dedicado palabras muy duras al principal donante de Egipto, del cual recibe unos mil millones de dólares en ayuda militar cada año. Inmerso en una euforia patriótica y en un orgullo nacionalista ciego, El Cairo se ha atrevido a amenazar con el divorcio, gracias también al hecho de que cuenta con el apoyo económico de los países del Golfo pérsico.
El secretario de Estado continuó viaje inmediatamente hacia Arabia Saudí, país con el cual también se han visto agriadas las relaciones después del último desengaño respecto al conflicto en Siria: el Gobierno saudí está rabioso después de que Estados Unidos decidiera no intervenir militarmente, algo que Riad lleva pidiendo desde hace tiempo, para forzar la caída del régimen del presidente sirio, Bashar al Asad. Kerry pasará también por los Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Israel y Palestina, además de Marruecos y Argelia.
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