Washington D. C.

Trump asegura que con su mandato comienza «un movimiento» por el cambio

El primer perímetro de seguridad encerrará un centenar de manzanas del corazón de la capital estadounidense

Donald Trump y su mujer, Melania Trump, descienden del avión militar en la base aérea de Andrews en Maryland a las afueras de Washington.
Donald Trump y su mujer, Melania Trump, descienden del avión militar en la base aérea de Andrews en Maryland a las afueras de Washington.larazon

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró ante sus seguidores que con su mandato comienza "un movimiento muy especial"por el cambio, y prometió que bajo su Gobierno "unificará el país"y los estadounidenses, juntos, harán cosas "increíbles".

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, aseguró ante sus seguidores que con su mandato comienza "un movimiento muy especial"por el cambio, y prometió que bajo su Gobierno "unificará el país"y los estadounidenses, juntos, harán cosas "increíbles".

"Yo solo soy el mensajero, estábamos cansados, os quiero. Todos estábamos cansados de ver lo que estaba pasando y queríamos un cambio. (A partir de mañana) vamos a ver algo increíble", dijo a la conclusión del concierto celebrado frente al Monumento a Abraham Lincoln en Washington, en la víspera de su investidura.

"Nunca ha habido un movimiento como este, es algo muy, muy especial. Y vamos a unificar nuestro país, y (a consumar) nuestra frase 'Hacer EEUU grande otra vez', a la que añado, más grande que nunca", afirmó el mandatario electo, a pocas horas de su toma de posesión.

"Pero vamos a hacer EEUU grande para toda nuestra gente, para todo el mundo en nuestro país. Eso incluye las ciudades interiores, incluye a todos", señaló ante miles de personas que asistieron al concierto, uno de los actos oficiales relacionados con su investidura.

Trump subrayó que él y su equipo "entendieron lo que estaba pasando"en el país, y tuvieron decenas de miles de personas apoyándolos en todas las ciudades a las que acudieron en las últimas semanas de la campaña de las elecciones del pasado noviembre.

"Creo que muchos de nosotros lo sabíamos el primer mes de la campaña. Pero creo que la mayoría lo supimos en el último mes. Que algo especial estaba pasando", insistió el multimillonario neoyorquino, en alusión a su victoria sobre la demócrata Hillary Clinton en los comicios.

Acompañado de su familia, Trump siguió el concierto desde un palco especialmente habilitado para el evento, que culminó con un espectacular castillo de fuegos artificiales sobre el río Potomac, al que da la espalda del Monumento de Lincoln.

El magnate inmobiliario se convertirá este viernes al mediodía de Washington en el cuadragésimo quinto presidente de Estados Unidos, una vez sea investido en el tradicional y solemne acto de jura del cargo ante la escalinata del Capitolio, sede del Congreso.

Almuerzo con los líderes del Congreso

Quedó fijada en la retina una imagen que se repetirá durante los próximos cuatros años. Ayer al mediodía, en la base aérea de Andrews se vio al todavía presidente electo Donald Trump bajar las escaleras de un avión militar con su mujer, Melania. Habían embarcado en el aeropuerto de LaGuardia de Queens (Nueva York), el barrio donde nació el magnate. De allí se desplazaron al hotel que él mismo posee en Washington, donde se celebró un almuerzo con los líderes del Congreso, parte de su nuevo gabinete, donantes de la campaña y el equipo que le ha llevado a la Casa Blanca. Los llamados nuevos y antiguos «peces gordos» de la ciudad.

Rodeado de los suyos, Trump presumió de que su gabinete «tiene el cociente intelectual más alto» de los que se hayan nombrado en el pasado para el Gobierno de Estados Unidos. Durante el acto, el magnate alabó especialmente a su secretario de Sanidad, Tom Price, que fue objeto de varias preguntas peliagudas de los demócratas durante su audiencia de confirmación en el Senado. «Fueron tan agradables con Tom, ¿verdad? ¿Dónde está Tom? Este hombre se ha convertido en una estrella. ¿Dónde está Tom? Tío, fueron amables contigo. Es un bonito grupo de gente, Tom», dijo Trump exhibiendo su lado más bromista. «Querían terminar su carrera tan rápido. Y después se dieron cuenta de que, tío, es listo. Tenemos un montón de gente lista».

Fuera del hotel había un amplio despliegue policial para proteger al presidente y su familia. Situado en las inmediaciones de la Casa Blanca, los agentes del servicio secreto miraban de reojo a los manifestantes que se habían trasladado a las puertas para protestar contra Trump.

Se espera para hoy casi un millón de personas en la capital. Una cifra muy alejada del récord de casi dos millones que consiguió Barack Obama en 2009, cuando se convirtió en el primer presidente afroamericano de Estados Unidos, pero cerca del triple de los 300.000 que fueron a la de George W. Bush en 2001 y una cifra nada despreciable en términos de seguridad. Más allá de las barricadas en el perímetro, el dispositivo de seguridad estará formado por unos 28.000 uniformados, más o menos los mismos que en 2009, que formarán un cordón de seguridad de una superficie de casi ocho kilómetros cuadrados en el centro de Washington.

El magnate inmobiliario se desplazó después al cementerio militar de Arlington, a las afueras de Washington, en compañía del vicepresidente electo de EE UU, Mike Pence, para realizar una ofrenda floral en la tumba al soldado desconocido. Más tarde, Trump y Pence asistieron a un concierto multitudinario, sobre el lema de su campaña, en el Monumento a Lincoln. Después asistieron a una cena bajo la luz de las velas en la Union Station de la capital estadounidense para agradecer a los donantes que han ayudado en la inauguración. El republicano y Melania pasaron la noche en la Blair House, una mansión ubicada muy cerca de la Casa Blanca y destinada a hospedar a jefes de Estado en sus visitas oficiales a Washington.

Hoy, antes de la ceremonia de investidura, Trump y su familia asistirán a un servicio religioso y luego acudirán a tomar un té a la Casa Blanca, invitados por el presidente saliente, Barack Obama, y su esposa, Michelle. La ceremonia oficial de investidura comenzará a partir de las 11:30 hora local (17:30 hora española) y, exactamente a las 12:01 (18:01), Trump será ya el nuevo presidente de Estados Unidos. El mandatario jurará el cargo sobre una Biblia de su propiedad y sobre otra que usó Abraham Lincoln en su primera toma de posesión, empleada también por Obama en sus dos investiduras.

En Washington conviven estos días políticos, «lobbistas», burócratas, votantes, manifestantes, periodistas y personal de la ceremonia sin prestarse demasiada atención los unos a los otros. Su imagen pone de manifiesto más que nunca la división que hay en el país a pesar de que este fin de semana se mezclan los unos con los otros en las calles de la capital. Al cierre de esta edición, se podían escuchar desde el Capitolio los ensayos de la ceremonia de hoy. Entre la música resaltaba el himno de EE UU.

En esta ocasión, el buen tiempo acompaña, muy al contrario que cuando tuvieron lugar las ceremonias del presidente Obama. Por la Avenida Pensilvania, donde hoy tendrá lugar el desfile del Capitolio a la Casa Blanca, paseaban los votantes de Trump, a los que los inconfundibles tecnócratas de Washington, siempre vestidos de negro, miraban con desdén. Betsy Sacks y Jean White habían sido invitadas a la ceremonia por los congresistas de Arkansas, estado donde se conoce bien a los Clinton. Allí nació Bill y fue su gobernador antes de ser presidente de EE UU. ¿Por qué no votaron a Hillary Clinton? Ambas mujeres contestaron primero con una sonrisa: «Bueno, precisamente por eso. Les conocemos». John Allen había llegado el día anterior desde Texas. «Quiero un cambio de verdad. Estoy muy preocupado por la subida de los precios de los seguros médicos. Espero que Trump ponga orden en esto. El problema de los demócratas es que lo quieren todo gratis», reconoció el texano, cuyas demandas de cambio real en el país se unían a otros votantes de Trump entrevistados. Una pareja de gays de California rompió el típico patrón del perfil de votante demócrata. Doug Ferguson y Lewis Teller reconocieron que «votamos a Trump porque va a reducir los impuestos y terminar con la regulación. Estamos muy preocupados por la economía».