Ámsterdam

Rutte desmonta el populismo de Wilders en el único debate de la campaña

El primer ministro de Holanda, Mark Rutte y el candidato a las elecciones holandesas de la ultraderecha, Geert Wilders a su llegada al 'cara a cara' televisivo antes de las elecciones del miércoles en Rotterdam, Holanda, hoy 13 de marzo de 2017
El primer ministro de Holanda, Mark Rutte y el candidato a las elecciones holandesas de la ultraderecha, Geert Wilders a su llegada al 'cara a cara' televisivo antes de las elecciones del miércoles en Rotterdam, Holanda, hoy 13 de marzo de 2017larazon

La crisis diplomática entre La Haya y Ankara caldeó ayer el único cara a cara de la campaña electoral entre el primer ministro, Mark Rutte, y el líder de la derecha xenófoba, Geert Wilders.

La crisis diplomática entre La Haya y Ankara caldeó ayer el único cara a cara de la campaña electoral entre el primer ministro, Mark Rutte, y el líder de la derecha xenófoba, Geert Wilders. Completaron el capítulo de asuntos más polémicos el Brexit y Trump. A dos días de que se abrieran las urnas y con dos de cada tres electores que no han decidido aún su voto, los dos principales candidatos tenían todas las vistas puestas en el debate. Para Rutte era la oportunidad perfecta para esgrimir sus siete años de gestión frente a la inexperiencia y el populismo de su rival. En cambio, Wilders debía echar toda la carne en el asador para tratar de recuperar la iniciativa tras una semana en la que ha perdido fuelle en los sondeos.

Por ello el líder del Partido de la Libertad (PVV) aprovechó al máximo la tensión de los últimos días con Turquía, cuyo presidente, Recep Tayyip Erdogan, al que califica de «dictador islamofascista», ha calificado a Países Bajos de «nazi» y «república bananera». Ante la intensificación de la crisis bilateral, Wilders defendió responder con firmeza a Ankara y expulsar «inmediatamente» al embajador turco y al personal de la Embajada. Según el líder xenófobo, que fue abucheado por decenas de turcos a su llegada al edificio de la televisión, hasta un 60% de los 400.000 turcos que residen en el país apoyan a Erdogan, lo que muestra que «no están integrados».

En medio de los aplausos del público, un seguro Rutte negó que el país esté islamizado y contraatacó a su rival echándole en cara la simpleza de sus argumentos, a los que contrapuso a su experiencia de Gobierno. «Aquí vemos la diferencia entre tuitear desde el cómodo sillón de tu casa y gobernar el país», le espetó. Aludiendo al Brexit o a la victoria de Trump, el líder liberal presumió de la salud económica del país y pidió a los votantes que se movilicen para evitar que «el 16 de marzo el primer partido del país sea uno que pone sus intereses por encima de los nacionales».