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Ginebra

Yemen: esperanza para la paz

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¿Será Suecia más favorable a los yemeníes que a las Naciones Unidas en Ginebra? Si bien el último intento de conversaciones en Suiza fracasó estrepitosamente en septiembre y los anteriores no produjeron ningún resultado, Estocolmo se ofreció para tratar de llevar la paz al país ahora devastado.

La cumbre en sí es un logro. Han pasado más de dos años desde que los hutíes y el gobierno yemení se sentaron en la misma mesa. Han pasado cuatro desde que comenzó la guerra, en la que se han involucrado otros países, incluida una coalición liderada por Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, que respalda al gobierno, e Irán, que apoya a los hutíes desde lejos. Decenas de miles de personas han muerto en los combates. Millones están en riesgo de morir de hambre, según datos la ONU. La promesa de más conversaciones a principios del nuevo año es bienvenida. Pero grandes obstáculos se interponen en el camino de una paz duradera.

En los últimos meses, las Naciones Unidas han estado trabajando en un plan para poner bajo control internacional el puerto de Hodeida, a través del cual llegan la mayoría de los alimentos y medicamentos que son prácticamente el único sustento que permite sobrevivir a la población yemení. Los impuestos recaudados pagarían los salarios de unos 1,2 millones de funcionarios y empleados que no reciben paga alguna. Yemen, donde vivían más de 27 millones de personas antes de la guerra, es ahora el país más pobre del mundo árabe. Los hutíes son acusados por la coalición de utilizar el hambre a gran escala como arma de guerra.

Martin Griffiths, por su parte, desveló que tenía un plan de paz que le permitiría acercar a las partes del conflicto. "La esperanza es la moneda del mediador", aseguró. Sin embargo, este plan sigue dependiendo de la seriedad y el compromiso de los iraníes para detener su apoyo a los hutíes. Lo cual está muy lejos de suceder.

¿Qué implicación para Israel?

La toma de poder por parte de los rebeldes chiítas hutíes, respaldada por Irán, en la capital de Yemen en septiembre, generó alarma no solo entre sus rivales sunitas regionales, como la vecina Arabia Saudita, sino también en Israel.

Yemen es el país más austral de la Península Arábiga y tiene frontera con Mar Rojo, precisamente junto a la salida de Israel desde su puerto sur en Eilat. Si los hutíes pueden consolidar su control sobre el país, podría crear un riesgo para el tráfico marítimo de Israel y otros países.

Arabia Saudita, Jordania, Egipto, Sudán, Eritrea y Djibouti también podrían verse afectados si Yemen se convirtiera en un centro iraní. Si alguno de estos países estaría dispuesto a cooperar con Israel para contrarrestar ese escenario es una cuestión que todavía está en el aire.

Reuters reveló detalles del apoyo militar y financiero iraní a los hutíes antes y después de la toma de Sanaa, según fuentes de Yemen, tanto occidentales como iraníes. Un alto funcionario de seguridad yemení dijo que Irán había apoyado constantemente a los hutíes, que han combatido al gobierno central desde 2004 desde su bastión norte de Saadah.

La Revolución iraní en 1979 y la creciente enemistad del partido islamista AK en Turquía han contribuido a un mapa estratégico regional que supone una alteración para los intereses de Israel a día de hoy.

Irán se considera a sí mismo como país hegemónico en la región, y el oficial de la Guardia Revolucionaria Iraní sostuvo recientemente que la República Islámica de Irán ahora controla cuatro capitales de Oriente Medio: Sanaa, Beirut, Bagdad y Damasco.

El resultado de este choque tectónico será negativo para Israel, independientemente de quién gane en última instancia. Los intereses de Israel en Yemen incluyen la preservación de la libertad de navegación a través del Mar Rojo y, por supuesto, evitar la creciente propagación de la influencia iraní en toda la región.

La presión internacional para poner fin a la guerra está creciendo. América ha propiciado este escenario, en gran medida. A pesar de que el Senado de los Estados Unidos ha aprobado una resolución que retira el apoyo estadounidense a la coalición, el presidente Donald Trump tendrá la última palabra.

Los expertos políticos han predicho durante mucho tiempo que el conflicto terminará gracias a un acuerdo negociado. Los estudios muestran que desde la Guerra Fría, la mayoría de las guerras civiles han concluido en un acuerdo negociado en lugar de con una clara victoria militar. Aunque hay importantes excepciones a esta tendencia. Sri Lanka logró derrotar a los Tigres Tamil (un grupo terrorista que inventó el atentado suicida) en 2007, quienes (como los hutíes de hoy) recibieron el apoyo de Irán.

Los hutíes, sin embargo, también son ampliamente odiados. Han sido acusados de torturar prisioneros y dirigir un estado policial. A muchos yemeníes, por lo tanto, no les importa quién gane. Pero acabar con la lucha sería solo el comienzo. Una solución política que resuelva las quejas de todos tomará tiempo. Por ahora, solo hay esperanza.