Crítica de cine
La bruja novata
Dirección y guión: Rob Zombie. Intérpretes: Sheri Moon Zombie, Bruce Davison, Dee Wallace, Meg Foster. EE UU-Gran Bretaña-Canadá, 2012. Duración: 101 minutos. Terror.
Es posible que Kubrick hubiera visto «The Devil Rides Out», de Terence Fisher, para diseñar la orgía enmascarada de «Eyes Wide Shut», pero que Rob Zombie cite al autor de «2001» como modelo puede sonar a chiste. No porque no sea un buen cineasta –y lo es, como demostró en las excelentes «La casa de los 1000 cadáveres» y «Los renegados del diablo»– ,sino porque su estilo, que podríamos calificar de neobarroco «trash», despelleja los tópicos del género no desde la fría sofisticación, sino desde la hipérbole histérica y la elegancia sulfúrica de sus salidas de tono. Es cierto: no hay que pedirle que se repita cuando, en «The Lords of Salem», parece empeñado en cambiar de registro, en ser más sobrio y contenido, pero lo mejor que funciona en el filme son sus irreverencias. Los versos satánicos de un grupo de post-rock perturban la existencia de una discjockey radiofónica que no sabe de sus ancestros hechiceros. Lo que sigue es más narcotizante y progresivo que el «trash metal» al que nos tenía acostumbrados Zombie.
Versión tediosa de «La semilla del diablo», brilla cuando su director se deja llevar por su excéntrica sensibilidad. Es decir, cuando los curas se ponen dildos, un macho cabrío aparece al lado de la cama de la heroína dispuesto a cometer bestialismo o las Tres Vecinas del entresuelo se revelan como copias deslenguadas de las Tres Madres de Argento.
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