Política

ETA

La derrota de Sánchez cae como una losa entre los presos etarras

Los apresados ven cómo un futurible Gobierno de derechas perjudicaría radicalmente su situación.

Pancarta de bienvenida a Santiago Arróspide, más conocido como “Santi Potros”, en Lasarte, Guipuzkoa, tras salir de prisión el pasado agosto
Pancarta de bienvenida a Santiago Arróspide, más conocido como “Santi Potros”, en Lasarte, Guipuzkoa, tras salir de prisión el pasado agostolarazon

Los apresados ven cómo un futurible Gobierno de derechas perjudicaría radicalmente su situación.

Una próxima convocatoria de elecciones y un resultado que permitiera la formación de un Gobierno de centro derecha ha caído como una losa entre los presos etarras que, desde la llegada de Pedro Sánchez al poder con el apoyo del PNV y BIldu, contemplaban un “horizonte limpio” para su traslado a la cárcel alavesa de Zaballa, como paso previo a su excarcelación, según han informado a LA RAZÓN fuentes antiterroristas.

Comentarios escuchados entre los reclusos y sus familiares indican que se contempla el futuro con “incertidumbre” y se quejan de que el Ejecutivo socialista no haya adoptado medidas más “valientes” para concentrar a los reclusos en la citada cárcel vasca.

De hecho, en una recientes declaraciones, los portavoces de Etxerat (que reune a los familiares de los presos), Patricia Velez y Urtzi Errazquin, manifestaban su preocupación por el hecho de que “vemos que este gobierno parece tener una fecha de caducidad”. “Se crean noticias muy ilusionantes, pero nuestra realidad acaba siendo que en un mes ha habido cuatro accidentes causados por la dispersión, una práctica que en palabras de Marlaska estaría superada. Tememos que la gente se lo crea, hay un riesgo de desactivación de la sociedad”.

Para dichos portavoces, la gran preocupación son los accidentes, muchos de ellos de chapa, que se producen cuando los familiares se trasladan a ver los presos a cárceles alejadas del País Vasco. “Más del 60% de los presos siguen estando entre 600 y 1.100 kilómetros, ¿cómo vamos a hablar en positivo? Nos encantaría hacerlo, pero... Y luego, ¿por qué no a Zaballa, si hay sitio, si no hay excusa alguna para no hacerlo? Cuando hablan de que llevan a un preso a Burgos para la convivencia familiar, ¿por qué no a Zaballa, con ese mismo argumento, si es el destino que se ha solicitado?”. La estrategia que seguían estaba clara.

Los 213 presos de ETA están dispersados en distintas cárceles españolas. Es en centros de Andalucía y de la Comunidad Valenciana donde cumplen condena algunos que en su día fueron peligrosos pistoleros, cabaecillas de la banda o portavoces de los reclusos, como Ana Belén Egües (Córdoba); Juan Antonio Olarra Guridi y Ainhoa Múgica (Granada), Javier García Gaztelu, “Txapote” (Huelva); Julián Achurra, “Pototo”, Unai Parot y Jon Bienzobas (Puerto de Santa María); Juan Carlos Iglesias, “Gadafi” (Alicante); y Francisco Mugica, “Pakito”, Juan Luis Aguiirre Lete, “Isuntza” y José Javier Zabaleta, “Baldo”,- (Zaragoza).

Desde Instituciones Penitenciarias se mantiene que la mayoría de los presos está dispuestos a acogerse a la “normativa” actual. Lo cierto es que ninguna ha traspasado las líneas rojas marcadas por la banda, de no arrepentirse de su pertenencia a ETA y no colaborar con la Justicia en el esclarecimiento de los crímenes cuya autoría no se conoce aún.

Pese a ello, estaban convencidos de que con el Gobierno de Pedro Sánchez iban a lograr su agrupamiento en la cárcel de Zaballa. Además, se había anunciado la transferencia de la gestión de las cárceles, que es tanto como decir de la política penitenciaria, al Gobierno vasco, lo que, en opinión de los terroristas, abría un horizonte de permisos carcelarios, terceros grados y la libertad.

Todo ello se ha derrumbado, (al menos es lo que interiorizan reclusos y familiares) con el revés parlamentario sufrido por Pedro Sánchez al ser rechazados los Presupuestos Generales del Estado y la convocatoria de unas elecciones en las que, según los últimos sondeos, se podría consolidar una mayoría de centro derecha, como ha ocurrido en Andalucía, lo que aleja la posibilidad de una política penitenciaria “a la medida” de los reclusos etarras.