Estreno
La dictadura argentina, con otros ojos
«Infancia clandestina» es la candidata al Oscar al mejor filme extranjero por su país
Si en España una pregunta recurrente es «¿otra película sobre la Guerra Civil?», en el argentino ocurre lo mismo con los filmes sobre la dictadura militar, una herida que aún supura en las latitudes australes. Benjamín Ávila, su novato director, que gracias a este trabajo ha realizado el triunfal trayecto que va desde Cannes hasta la antesala de los Oscar, tiene la respuesta: «¿Y yo me pregunto, por qué no? Hay un problema de chovinismo detrás de esa reflexión. Porque nadie lo hace respecto a EE UU o fuera cuando nos sentamos ante otro filme sobre Vietnam. Cuando luego además ellos se permiten historias como "Imaging Argentina"». Lejos de considerar que el tema es reiterativo, Ávila comenta que es necesario que el cine insista con cuestiones importantes, pues es la ficción la que acaba por construir la memoria histórica de una sociedad a medida que avanza el tiempo. Eso ha ocurrido precisamente con este periodo en su país. Él, que lo vivió desde la perspectiva de un niño que vivió en la clandestinidad por la militancia de sus padres contra el régimen, ha querido desmitificar con el filme algunas cuestiones que el cine ha exaltado en exceso. «La militancia no es muerte, es vitalidad. Los montoneros no daban la vida como se ha representado, sino que vivían, aunque sabían que su lucha podía costarles la vida», subraya el realizador.
Sonrisas en un funeral
Así, su principal empeño es recrear la vida cotidiana de una familia, como la suya, que se exilió a Cuba tras el triunfo de los militares y volvió a entrar en el país con una identidad falsa. Aun así, creció como cualquier otro pequeño. Él mismo pone un ilustrativo ejemplo: «Incluso en un funeral, por más cercana que sea la persona que falleció, uno se ríe, aunque sea desconsoladamente. Las emociones no son unidimensionales. En ese sentido, la película no es todo drama o comedia». En el filme se organiza una piñata para un cumpleaños en la misma casa donde sus padres se ocultan y Ávila recuerda los partidos de fútbol en la calle junto a sus amigos. Por eso mismo también ha tratado de evitar otros símbolos cinematográficos como los Ford Falcon verdes, que los militares solían utilizar para los secuestros.
El director presume también de haber incluido «una discusión histórica», la que se produce entre la madre militante del protagonista y su desconcertada abuela que les pide que abandonen la lucha. «Nadie se había atrevido a llevarlo a la pantalla y decir ciertas incorrecciones porque eso supone para muchos que estás del otro lado». Esa mujer es una representante de las que luego se convertirían en las célebres abuelas de mayo, que aún siguen clamando por sus hijos y nietos desaparecidos. Ávila comenta satisfecho que tiene una buena relación con Estela de Carlotto, la presidenta de dicha asociación, y que acudió a su casa casualmente un día que estaba viendo esa misma secuencia. Carlotto se emocionó y le dijo: «Es increíble. Esto es exactamente lo que sentimos. No comprendíamos nada».
✕
Accede a tu cuenta para comentar