Canadá
La India, tras el año cero
Deepa Mehta adapta «Hijos de la medianoche», la novela de Salman Rushdie
La adaptación de una obra literaria al cine no pocas veces ha acabado en guerra (del autor con el realizador, del público con el director). La mejor manera de evitarla es encargar al propio escritor que se ocupe del guión. «Estábamos en una cena y se lo propuse a Salman, que me dijo tranquilamente que lo haría. Yo quería dirigirlo porque me parece que no sólo es una obra sobre momentos importantes de nuestro país, sino también porque es un relato sobre la identidad», nos cuenta Deepa Mehta desde Canadá. El escritor, por supuesto, es Salman Rusdhie, mundialmente reconocido tras las represalias de su país por aquellos «versos satánicos», y la novela por la que suspiraba esta directora era «Hijos de la medianoche». Su principal atractivo es «trenzar la historia de nuestro país con la personal de los dos protagonistas».
Habitantes libres
La trama abarca desde finales de los 40 hasta los ochenta, pero ninguna de las fechas elegidas son casuales: Saleem y Shiva no sólo son intercambiados de su cuna al nacer en un hospital de Bombay, sino que además vienen al mundo el 15 de agosto de 1947, es decir, el día que India proclamó su independencia. Gracias a ellos conoceremos a la primera generación de habitantes libres de este país, aunque esta declaración no les traería precisamente paz y tranquilidad. «Son 30 años, efectivamente, una distancia que no es tan grande si tenemos en cuenta la historia, pero sí si lo pensamos en términos humanos, porque para mí era crucial seguir el viaje de Saleem. Si se invierten dos personajes y nos centramos en las consecuencias de semejante acción, entonces no se trata de una lección de historia. Porque, al fin y al cabo, un país refleja cómo es su gente», asegura la directora.
La novela ya fue ganadora del Booker Prize y está incluida en varias listas entre las cien mejores de la literatura. Con esos precedentes es lógico que hubiera expectación por el filme, que ya pasó, entre otros, por los festivales de Toronto y por la Semana Internacional de Cine de Valladolid.
Una trilogía viajera
A pesar de que su cámara nunca ha sido complaciente con aquello que retrataba, lo que ha causado algunas polémicas, y reside desde hace años en Canadá, Metha asegura que la relación con India es excelente. Como para Rushdie, su país de origen es el punto principal de análisis de casi toda su carrera artística. Metha ya estaba acostumbrada a viajar en el tiempo, pues la conocimos gracias a una trilogía que nos descubrió el devenir de la India en el siglo XX a partir de distintos elementos: la sexualidad, en «Fuego» (1996); la guerra, en «Tierra» (1998); y la religión, en «Agua» (2005). Puestos a comparar con esta nueva propuesta, la realizadora asegura que «tiene elementos de las anteriores, como la importancia de las elecciones, la manera en que la política condiciona la vida de las personas o la influencia de la religión desde el nacimiento», subraya la cineasta.
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