Lotería de navidad

Lotería de Navidad

El arte del timo

El arte del timo
El arte del timolarazon

La Lotería Nacional es respetada en todo el mundo como una organización eficaz, honesta e imparcial que ofrece a todos los jugadores las mismas oportunidades. Se pone de ejemplo en todos los países. Pero por desgracia no siempre fue así. Hubo etapas en las que no podías fiarte de muchas rifas porque no ofrecían garantías ni sobre los premios ni sobre la posibilidad de cobrarlos. Más de una vez, en tiempos recientes, se ha sorprendido de forma clandestina a un puñado de indeseables que en aquellas rifas estafaban a un barrio entero.

Últimamente los cupones de rifa están controlados y los décimos de la Lotería Nacional son tan difíciles de falsificar como los billetes de papel moneda. Por tanto, lo que queda es la acción de los timadores que pueden hacerse pasar por vendedores autorizados y dar décimos falsos o aquellos que venden participaciones abusando de la confianza de los compradores puesto que no compran los billetes suficientes para cubrir todas sus ventas.

No dejan de ser estafas o timos puntuales, a cargo de delincuentes menores, ladrones de poca talla o desesperados que se juegan sus últimos recursos al albur de «que no toque».

El «toco mocho»

De todas las estafas ancestrales de las loterías sólo queda de forma profesional, constante y persistente el timo del «toco-mocho» que consiste en falsificar no el billete, que ya decimos que se fabrica con tanta dificultad de falsificación como el dinero, sino la lista de la lotería, que por mostrarse en simple papel periódico o impresa por la administración basta cierta maña para que alguno de los números sea convenientemente retocado y dé el pego como uno de los afortunados con premio.

Normalmente, el timo del «toco mocho», o «toca mucho», se suele dar entre un par o tres de timadores. Uno lleva la voz cantante y se presenta como alguien a quien le ha tocado un premio gordo, que no puede cobrar hasta que abran de nuevo las administraciones, por lo que lo montan en día de fiesta o al final de la jornada.

El timador muestra unos billetes premiados que adjunta a una lista oficial donde se observa perfectamente cómo coinciden las cifras y el valor del premio, que suele ser muy alto. El timador le dice al «primo» que no puede esperar y que ofrece el décimo premiado por una cantidad en metálico muy inferior al premio alcanzado. Lo hace porque necesita marcharse dado que corre a la cabecera de su padre moribundo o a una necesidad imperiosa de atender algo improrrogable.

Lo que sea, para hacer convincente que debe renunciar a un gran pellizco de dinero a cambio de salvar a su madre o de acompañar a su padre en el último viaje. Todo vale con tal de conmover al «primo» para que se alivie de un poco de dinero y pague la estafa. En cuanto reciben el dinero entregan el décimo en cuestión con la lista amañada y salen corriendo. A veces, ni siquiera la cantidad les ha compensado el esfuerzo realizado.

Picaresca urbana

El «primo» tarda un poco en darse cuenta de que le han timado. Primero viene lo de la falta de alegría a su alrededor, puesto que los únicos que lo jaleaban pertenecían a los timadores.

Hay gente que incluso ensaya los cuentos largos para sabérselos como un papel en el teatro. Normalmente en este engaño con lotería de por medio, en el que nada tiene que ver el organismo del Estado, se descubre muy pronto el pastel aunque por desgracia no en todos los casos cuando los estafadores todavía están cerca.

El «toco mocho» es de una virulencia temible. Puede dejarte sin blanca en el acto. Basta con que no vayas debidamente preparado. Para cualquier persona ajena a la picaresca de la ciudad no será fácil observar cómo los delincuentes dan el cambiazo a los billetes que parecen reales por los de verdad y se desprenden del tocho. Es una situación que tienen perfectamente estudiada.

El timo es una amarga lección donde el timado a veces pierde por su ambición insaciable. Los timadores tienen fama de ágiles y habilidosos, pero, menos lobos, que falsificar aquí la lista de premios sólo requiere un poco de maña.

Afortunadamente, del resto del sorteo se encarga un organismo competente que ha transformado la Lotería Nacional en la más prestigiosa del mundo. Lo que, dicho sea de paso, ha servido, a timadores allende nuestras fronteras a proponerse estafas aprovechando que decían vender precisamente esta clase de décimos. Los timadores se adaptan a todo.