La Razón del Domingo
La dueña del mayor sindicato
Elba Esther Gordillo amasó una gran fortuna y tejió una red de influencia desde el Sindicato de la Educación de México. Ahora ha sido detenida por corrupción
Poderosa y corrupta, Elba Esther Gordillo es producto del impulso que le dio hace más de dos décadas el Partido Revolucionario Institucional (PRI) –el mismo que hoy busca acabar con ella desde la Presidencia– y de su crecimiento incontrolable auspiciado por los gobiernos del Partido Acción Nacional (PAN) a lo largo de dos sexenios, lo que la llevó hasta el punto de que supo convertirse en la mujer con mayor influencia política en México: aliada de muchos y odiada por casi todos. La revista «Forbes» la ubicó como «la mujer más poderosa de México en 2012», y no es para menos. En casi 24 años, Gordillo no sólo consolidó su poder dentro del magisterio mexicano tras adjudicarse como la máxima autoridad del sindicato al ser nombrada presidenta vitalicia en 2007, sino que supo convertir a su gremio en un sector operativo y estratégico para las citas electorales más importantes de los últimos años. De ahí su enorme influencia que le dio la oportunidad de negociación con los cuatro antecesores del presidente Enrique Peña Nieto, y la potestad para controlar las políticas públicas de educación en el país.
«La Maestra», como es popularmente conocida, ha sido protagonista de traiciones a lo largo de su carrera política. Así llegó al poder en 1989, cuando el entonces presidente mexicano, Carlos Salinas de Gortari, la convirtió en la nueva líder del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) en un movimiento político que le permitió a Gordillo arrebatarle el puesto a su mentor, Carlos Jonguitud Barrios, quien fue obligado a renunciar por diferencias con el Gobierno de la época. Y Elba Esther creció dentro del sindicato de maestros y se fortaleció dentro del PRI mismo, hasta el punto de que logró apoderarse de la Secretaría General de ese partido años más tarde, y se colocó varias veces como diputada y senadora hasta que fue expulsada en 2006 por alta traición, acusada de operar en contra de los intereses de dicho instituto político.
Desde sus primeros años como lideresa del gremio de maestros, logró establecer diversos acuerdos con el Gobierno mexicano para que el personal docente y administrativo dependiera directamente de las autoridades estatales (provincias), lo que le permitió ampliar su capacidad de negociación a lo largo y ancho del país. Pero probablemente los mayores logros de su control político y su auge económico los consolidó durante los dos gobiernos del PAN: su alianza con el ex presidente Vicente Fox le permitió conseguir, por ejemplo, aumentos salariales, entregas millonarias de dinero para los fideicomisos de vivienda y la contratación de más trabajadores. A cambio, intercedió por él para que el PRI apoyara una reforma fiscal que incluía impuestos en alimentos y medicinas, la cual nunca se aprobó, pero que la llevó a romper finalmente con el partido que la cobijó desde su juventud.
Sin embargo, la fuerte estructura sindical con la que ya contaba Elba Esther le permitió fundar su propio partido político: Nueva Alianza. A través de él, operó en la campaña electoral de 2006 a favor de Felipe Calderón (PAN), brindándole un apoyo que fue decisivo para llevarlo al triunfo a pesar de lo cerrado en las votaciones. «Llegamos al acuerdo de ir con el presidente Calderón por la Presidencia de la República, previos arreglos de orden político que no deben avergonzar a nadie», declaró años después para constatar que había una deuda que ya se estaba cobrando.
En lo más alto del poder
La recompensa se tradujo en varias posiciones dentro de la Administración pública. Fue así como logró colocar tanto a familiares como a colaboradores cercanos en diversos puestos en la Secretaría de Educación Pública, el Sistema Nacional de Seguridad Pública, la Lotería Nacional y el ISSSTE, la institución encargada de ofrecer servicios de salud y asistencia social a los trabajadores de Gobierno. También logró hacerse de varios representantes dentro de la Cámara de Diputados. Incluso actualmente mantiene a su hija, nieto y otras personas cercanas, además de simpatizantes, dentro del Congreso mexicano, gracias a que los situó en lugares privilegiados entre las listas de candidatos para la elección de 2012.
Encumbrada como la dirigente del sindicato más poderoso de Iberoamérica al reunir a casi millón y medio de afiliados, Elba Esther Gordillo sacó el mayor provecho político de todas sus ventajas. Convirtió a sus afiliados en expertos activistas electorales gracias a su gran organización territorial en todo el país. Los maestros del SNTE están en todas partes: en el pueblo más pequeño y en la ciudad más grande de México. Por eso les resulta relativamente sencillo organizar a grupos de la población a favor o en contra de un gobernante o de un candidato. Y ésa es la razón principal de que su red de influencia se extienda a 16 de los 32 mandatarios estatales que hay en el país y quienes ganaron con su apoyo. La relación más estrecha la sostiene con el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, con quien ya cocinaba su proyecto político para suceder a Peña Nieto en la presidencia en 2018.
Suspenso a la educación en México
Impopular como ningún otro personaje en México, «La Maestra» logró someter a casi todos los ministros de Educación en cuatro sexenios, y fue así como dictó en casi cinco lustros la agenda educativa en el país, la cual ha resultado contraproducente al situar a México en el lugar 48 de 65 naciones por la aptitud de sus estudiantes en áreas de lectura, matemáticas y ciencias, de acuerdo a un estudio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Ahora el interrogante de todos los mexicanos es si con Elba Esther Gordillo defenestrada habrá verdaderos avances educativos y se terminará con el uso electoral del magisterio.
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