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La hora del crecimiento

La salida de la crisis no se produce ni por arte de magia ni de una manera mecánica. Las previsiones muestran que el PIB empezará a crecer a finales de 2013 o principios de 2014. Con esa perspectiva, se trata de adoptar las medidas oportunas para no frenar el crecimiento

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La salida de la crisis no funciona como un interruptor. No se enciende la luz y se sale de la oscuridad de forma inmediata. El reto para la economía española en 2013 es empezar a crecer, a crear empleo, a salir, a tener esperanza. El camino será largo y azaroso, como lo es en todas las crisis financieras. Aunque con diferencias más o menos importantes respecto a cuestiones de nivel, las principales previsiones señalan, a día de hoy, que España podría empezar a mostrar tasas de crecimiento del PIB positivas hacia finales de 2013 o principios de 2014 y que, en pocos trimestres tras ese inicio de la recuperación de la actividad, el aumento del desempleo podría comenzar a dar una tregua. Se comenzaría así el camino y eso puede introducir confianza y algo más de ánimo. Enumerar desafíos resulta necesariamente impreciso pero la economía española tiene que hacer frente al menos a los cinco siguientes en 2013:

1. El impacto social de la duración de la crisis: en un país con una tasa de paro del 25,6% el impacto social de la crisis debe ser la primera preocupación de la estrategia económica. Esto no requiere olvidarse de los objetivos marcados (consolidación fiscal incluida) pero sí a considerar cómo puede amortiguarse el impacto sobre los colectivos más desfavorecidos, con el mayor consenso político posible. Durante el pasado año cuestiones como los desahucios se revelaron como problemas sociales de primer orden. En España aún habrá que decidir cómo se actúa para mejorar la situación de tantos jóvenes desempleados con una cualificación, además, bastante desigual. También qué se puede hacer con los parados de larga duración en un entorno en el que se viene echando de menos políticas activas de empleo desde hace ya mucho tiempo. La comunicación será, otro año más, un reto porque la ciudadanía tiene que comprender el sentido de las acciones de política económica y conocer la realidad de una recuperación que será lenta y que, entre otros aspectos y desgraciadamente, aún incidirá más sobre la austeridad y sobre la deflación de salarios como mecanismos de ajuste.

2. La interacción entre la situación de la eurozona y las opciones propias de España: pedir un rescate parece tan inevitable como necesario y conveniente a estas alturas. Además, hay que marcar muy bien el tiempo de la solicitud y la ulterior activación de los programas de compra de deuda del Banco Central Europeo (las famosas OMT). Este es un aspecto esencial de la posible recuperación económica que (al menos de momento) sigue estando en manos de España. La solicitud y sus implicaciones giran hoy por hoy en torno a tres ejes. Primero, la necesaria reducción de los costes de financiación y renovación de deuda del sector público y del privado dependen de forma esencial de que el rescate se pida. Segundo, ya hay signos de que la tranquilidad relativa de los mercados de deuda en Europa de los últimos meses no va a ser indefinida –entre otras cosas porque ha residido, en gran parte, en la propia expectativa de petición de un rescate por parte de España– y si se tarda mucho en solicitar la ayuda, el efecto analgésico del rescate sobre la prima de riesgo puede ser menor. Tercero, los problemas de Italia y los temores sobre Francia podrían acabar afectando al modo en que España pueda beneficiarse de un eventual rescate, puesto que podrían tener que replantearse las opciones cuando si el número de grandes naciones afectadas se acrecienta en un espacio corto de tiempo. En este punto sería también conveniente que España pudiera renegociar, como ya se habla, los plazos para lograr el objetivo de déficit del 3% en 2014. Pasarlo a 2015 o 2016 sería dotar al horizonte de consolidación fiscal de aire y realismo.

3. Consolidar la estabilidad financiera: el pasado año se acabó asumiendo con todas las consecuencias la existencia de un problema significativo de solvencia bancaria. La solución vino de la mano de una ayuda europea contingente de 100.000 millones de euros de los que finalmente se emplearán en torno a 40.000. Hasta ahora. A cambio, buena parte del sector bancario español ha dado otra vuelta de tuerca a una reestructuración que ya comenzó a emprender hace cuatro años y que durante 2013 va a suponer importantes reducciones de empleados y oficinas, entre otros aspectos. Será éste, además, el año del Sareb. El banco malo echará a andar con una tarea nada sencilla y se convertirá ineludiblemente en una referencia tanto de la propia eficiencia de la resolución de la crisis bancaria en España (que no sería otra que el coste para el contribuyente fuera el menor posible) y del ajuste aún pendiente de los precios de los activos inmobiliarios. No cabe duda de que todos los esfuerzos orientados hacia el sector financiero están encaminados a que con la estabilidad financiera pueda restablecerse también el acceso al crédito de forma progresiva. 2013 será un año para lograr la consolidación de esa estabilidad.

4. Completar las reformas emprendidas: aun cuando España ha contado con una de las agendas reformistas más importantes de Europa en los últimos años, algunas reformas pueden aún necesitar de mayor desarrollo. La laboral es una de ellas, con el contrato único como principal aspecto pendiente. Debe tenerse en cuenta, además, que las reformas se emprenden para infundir solidez y prevenir los efectos de nuevas crisis. Pero lograr sus beneficios lleva tiempo.

5. Orientar nuevas reformas con una mirada de largo plazo: entre todas las nuevas iniciativas que se están presentando y se plantean para 2013, algunas como las de las pensiones y la jubilación se antojan esenciales. Lo que está en juego es la sostenibilidad del sistema y es, por lo tanto, una mirada de largo plazo ineludible. Se podría pedir también que se acometiera de una vez por todas reformas con efectos tan importantes y trasversales como la de la educación. Pero a lo mejor va ser pedirle demasiado a este año.