La Razón del Domingo
La Iglesia de Chávez
El líder bolivariano contó con el apoyo de la Iglesia Católica Reformada de Venezuela, se enfrentó a los católicos y permitió los ataques a los judíos
Chávez habla del Holocausto cuando una de las características de su régimen es el antisemitismo. No es casualidad que las restricciones a la libertad de la Iglesia y la pretensión de destruir su significado histórico y cultural se produzcan al mismo tiempo que los ataques a la comunidad judía. Unas y otros tienen la misma raíz. Es la lucha contra dos expresiones de la fe que afirman que Dios tiene que ver con la historia. Es la guerra a una tradición de raíces comunes que desenmascara una utilización de la religiosidad para proyectos de poder. En 1998 viven en Venezuela alrededor de 22.000 judíos. Desde ese año se produce una emigración masiva, que según estimaciones de la secretaria de Estado de Estados Unidos, ha reducido la comunidad a 10.000 o 15.000 miembros. Venezuela no ha sido nunca antisemita, durante y después del Holocausto recibió a inmigrantes que huían de los nazis y que fueron acogidos sin problemas. Pero en la retórica del presidente, al referirse a cuestiones de actualidad no es extraño que aparezcan menciones vejatorias para los judíos. De hecho, en el informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de 2010 se afirma que «se ha creado una atmósfera de intimidación y violencia contra la comunidad judía de Venezuela».
Esa atmósfera se concretó en enero de 2009 en una profanación de la sinagoga de Tiferet. Antes se habían producido pintadas antisemitas. De los insultos se pasó a un asalto en toda regla que se produjo de madrugada. Los atacantes tiraron al suelo los rollos de la Torá. Y en las paredes aparecieron frases que, por desgracia, se llevan escribiendo desde hace siglos y que han sido preludio de momentos muy oscuros: «Judíos, fuera; muerte a todos». Las autoridades detuvieron a 11 personas, que pusieron enseguida en libertad sin cargos. La habitual impunidad. Los ataques se reproducen en mayo de 2011 cuando 20 personas irrumpen en la Sinagoga Seth Abraham de Caracas.
Chávez quiere una Iglesia que no valore la historia, que no se pronuncie sobre la cultura y que tampoco denuncie la mutación que va sufriendo el régimen hacia el totalitarismo. A finales de 2007 considera maduro el momento para introducir una modificación en la Constitución del 99 que le permita perpetuase en el poder. En diciembre somete a referéndum una enmienda, para modificar 69 artículos de la Carta Magna, con el convencimiento de que va a ganarlo. Si hubiera prosperado. hubiera limitado la independencia de los poderes del Estado y legitimado la prolongación indefinida de mandatos. Los obispos hacen pública una nota en la que señalan que sus pretensiones son muy poco democráticas. Chávez pierde el referéndum por 125.000 votos. Pero no está dispuesto a dar marcha atrás. (...) Después de que se conoce el resultado, admite que ha sido derrotado, pero en seguida añade una coletilla: «Por ahora». En su fracaso es decisiva la movilización espontánea de los estudiantes. Las manifestaciones pacíficas de universitarios se suceden durante días, invadiendo las calles de Caracas. Los jóvenes salen a la calle a pesar de que el régimen moviliza a sus bases para amedrentarlos. Uno de los líderes de ese movimiento, Nixon Moreno, se refugia en la Nunciatura.
Chávez responde a las críticas con la misma fórmula que utiliza el Partido Comunista chino. Busca y encuentra sacerdotes que se opongan a lo que dicen los obispos y los hace comparecer en sus programas de televisión. El presidente sigue empeñado en su reforma constitucional. A comienzos de 2009 va a repetir el referéndum y necesita «someter» a la Iglesia. Así que en el verano de 2008 anuncia una de sus creaciones más disparatadas: la Iglesia Católica Reformada de Venezuela.
Ataques y coacciones
La historia de la Iglesia Católica Reformada de Venezuela es un auténtico sainete. La nueva fundación cuenta con la colaboración de Leonardo Marín Saavedra, arzobispo primado de la Iglesia Anglicana Latinoamericana que había defendido la reelección de Chávez. Tres sacerdotes son ordenados obispos y dicen no sentirse vinculados por el celibato. En el documento fundacional se explica que la nueva iglesia no es «monárquica sino más bien inclusiva, participativa y con un fuerte espíritu bolivariano». Se reconoce que Jesucristo, «como señor de la historia, está presente en el proceso revolucionario. La Iglesia católica hace un llamamiento para que los fieles no se dejen engañar. El obispo anglicano de Venezuela, Orlando Guerreo, también se da prisa en dejar claro que no tiene nada que ver con la nueva organización. La pretensión de nombrar obispos y cardenales será una de las obsesiones de Chávez en los últimos años. Cuando monseñor Urosa, arzobispo de Caracas, creado cardenal en 2006 por Benedicto XVI, denuncia la falta de democracia en Venezuela, asegura: «Le mandé decir al Papa que yo tenía mi candidato, que es un señor que debería ser supercardenal porque lo merece».
Chávez, antes de la nueva consulta, prevista para febrero, quiere presionar algo más. Durante todo este tiempo Nixon Moreno ha seguido refugiado en la Nunciatura. El 16 de enero Chávez decide que hay que darle un nuevo susto al representante del Vaticano. Y lo hace con otro de sus recursos habituales, utiliza a una de las organizaciones bolivarianas que maneja. En este caso se trata de la Asociación La Piedrita. Los actos de intimidación contra la Nunciatura han sido constantes durante los últimos meses, pero en esta ocasión se sube un escalón más. La gente de La Piedrita lanza cinco bombas lacrimógenas contra el jardín de la residencia del nuncio. Con las bombas va un panfleto en el que se informa «al pueblo rebelde de Simón Bolívar que nuestra organización revolucionaria desconoce a la cúpula eclesiástica de la Iglesia católica y la señala como traidora y cobarde a las verdaderas luchas del pueblo venezolano». Son las fechas de la profanación de la sinagoga. En ese momento también hay ataques a periodistas y a la Universidad Central de Venezuela.
Ficha
- Título del libro: «Cristianos y leones. Crónica de una persecución».
- Autor: Fernando de Haro.
- Edita: Planeta.
- Sinopsis: Recorrido por los países donde los cristianos son sometidos a algún tipo de persecución, prohibiciones y acosos que llegan muchas veces a violencia y muerte: Pakistán, Irak, Turquía, Siria, China, India, Nigeria y Venezuela.
✕
Accede a tu cuenta para comentar