Greta Thunberg
A ti que odias o amas a Greta Thunberg
Yo no soy catastrofista, ni pienso que el mundo ni el Hombre tengan que perdurar Ad infinitum, no temo el apocalipsis y francamente me es difícil resonar con aquellos que se preocupan tanto por la perpetuidad del ser humano… Sin embargo, el fenómeno Greta, gracias a los tontos, que son necesarísimos, reabre con fuerza un asunto crucial: El calentamiento global, que es un hecho.
Queridísimo hombre liberal, es hora de abrazar, sin complejos ni recelos, el ecologismo, que no es propiedad de Greta. Y ustedes, señores de izquierdas, también, al igual que las mujeres, y los que no se consideren ni lo uno, ni lo otro, y por supuesto los niños.
Y cómo les gusta Greta a aquellos que quieren politizarlo todo, ¿Verdad? el kétchup y la mostaza… a los de la agresividad descontenida, a los de la búsqueda desesperada de identidad, a los que sólo son algo en oposición a otra cosa…
A mí Greta me parece una pesada (cuando crezca coincidirá conmigo en que pocas cosas hay peores que un niño listillo) por sus mohines histéricos (“Cómo os atrevéis”), por su egocentrismo (“Me habéis robado mi infancia”… mi casa, mi teléfono ) por la superioridad moral con la que trata al mundo entero, en plan Daenerys de la Tormenta, mientras la mayoría nos resoplamos el flequillo pensando lo que le queda por vivir y madurar, porque, no nos engañemos, una persona menor de cuarenta años apenas sabe dónde tiene la nariz.
Además, tampoco soy catastrofista, ni pienso que el mundo ni el Hombre como especie tengan que perdurar Ad infinitum. No temo en absoluto el apocalipsis y francamente me es difícil resonar con aquellos que se preocupan tanto por la perpetuidad del ser humano… (¡Los lexatines que tendrá que tomar esa gente en la revisión médica!)
Sin embargo, el fenómeno Greta, gracias a los tontos, que son necesarísimos, reabre con fuerza un asunto que debemos valorar sin prisa, pero sin pausa: El calentamiento global, que es un hecho.
El ecologismo me recuerda al feminismo, tanto en el buen como en el mal sentido. A saber, cualquier persona sensata y moderadamente instruida es feminista, con arreglo a la definición de feminismo*, a los que dicen que no lo son, siempre les pregunto qué problema tienen con la igualdad de derechos y oportunidades para las mujeres.
En el caso del ecologismo (que básicamente es un sentimiento de respeto hacia todo) pasa lo mismo y debemos verlo con buenos ojos (independientemente del manejo que hagan ciertos extremistas de ciertos conceptos) e ir introduciendo las medidas sostenibles y responsables a nuestro alcance.
A los que dicen que no, les pregunto desde el sentido común, pues no me mueve la impertinencia como a Greta: ¿Y qué problema tienen con la preservación del combustible, del agua, con la biodiversidad, con el cuidado del ecosistema y el comercio justo?
Normalmente ninguno porque hay que ser muy jeta, un jeta de comic, para levantarse y afirmar: “No pienso cuidar nuestro planeta porque no me interesa el bienestar de nadie que no sea yo, aquí y ahora, ni mucho menos las generaciones futuras”. Una persona que defiende semejante postura es un loco, pero afortunadamente su locura es residual.
El machismo y el desprecio por nuestro hábitat se reducen a medida que aumenta la información, la instrucción y las opciones. Por eso, comparto con los rezagados, como yo, mis 10 New Year Resolutions ecológicas, es importante comenzar a pensar de dónde viene y a dónde va todo lo que usamos. Allá van:
1) Cultivemos la frugalidad, el ser prudentes y económicos en el uso de recursos (como la comida o el agua) y el uso del dinero para evitar el desperdicio (y la horterada).
2) Practiquemos el consumo responsable de productos y servicios pensando en su calidad y precio, pero también en su impacto. Tenemos el “superpoder” (como diría Greta) de premiar a quienes cumplen determinadas garantías sociales, laborales y medio ambientales. Hay mucha información en las etiquetas y en internet.
3) Busquemos alternativas que minimicen la explotación de los recursos naturales y las basuras: segunda mano, intercambios, wallapop, subastas, vinted, moda Vintage… hay opciones para todos; y las famosas tres “erres”: reutilizar, reparar, reciclar. Elijamos transportes públicos y, si son distancias cortas, el paseo.
4) Empecemos la lucha contra el plástico, a nuestro ritmo, es difícil, pero ganaremos comprando, a poder ser, productos que no estén empaquetados, si no es posible, tratemos de que sean reutilizables o fácilmente reciclables. Rechacemos sistemáticamente las bolsas.
5) No consuman comida rápida y coman menos, especialmente carne. Cada kilogramo de carne ha necesitado 1.000 litros de agua para formarse y otros 100 de alimentos vegetales. Un kilogramo de cereal sólo precisa 100 litros y unos pocos gramos de abonos.
6) En la cocina, la limpieza y la higiene personal, olvidemos las servilletas de papel (que son una catetada) y los rollos de celulosa; evitemos las toallitas desmaquillantes y algodones, nuestro rostro lo agradecerá, no solo nuestros mares. Y compren ya, señoras, la dichosa copa menstrual, que es indolora, inodora y para los parafílicos, insabora.
7) Subamos (y bajemos) por las escaleras; un recorrido de 15 segundos en ascensor equivale a tener encendida una bombilla de 60 vatios, 1 hora. Si no nos mueve el ahorro energético, que nos dirija la belleza de nuestros glúteos, que no es baladí.
8) Los electrodomésticos, lavadoras, lavavajillas, e incluso el horno, han de estar llenos. Y cuidado con las lucecitas rojas por toda la casa, el stand by supone un 20% más de electricidad cada mes. Los cargadores, después de cargar, al cajón.
9) Un gran ejercicio de ecología es no usar envases. Hay champú y jabón en pastilla, y en el caso de preferir líquidos, mejor a granel, igual que las legumbres, los arroces, cereales…
10) Por último, hablemos de todo esto con nuestros hijos, con nuestros padres, hermanos, vecinos, amigos y muy especialmente con nuestros enemigos, que es un tema muy irritante.
*Parece mentira tener que explicarlo, pero lo haré, el feminismo, no es una ideología que promueve la supremacía de las mujeres, por lo tanto, no es lo contrario del machismo, el feminismo es la defensa de idénticas oportunidades y derechos para las mujeres
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