Lifestyle
David DeMaría: “Como músico he sido el portero suplente del Barça o el Real Madrid”
El cantante es el protagonista de 'Lifestyle de' de este mes para presentarnos su nuevo disco.
David DeMaría (Jerez de la Frontera, 1976) renace con ‘Capricornio’, un nuevo álbum donde explora, desde la juventud y la experimentación, nuevos sonidos vertebrados por un pop optimista que desnuda algunas facetas de su alma sensible. Un disco incubado en una etapa introspectiva de la vida personal del compositor gaditano, que ha cogido forma durante el confinamiento y que, finalmente, se lanzará en septiembre, si las circunstancias lo permiten. Hablamos de refugios, valores sociales y relaciones humanas en una entretenida entrevista por Skype, donde paradójicamente se reclama más contacto físico a través del lenguaje de la piel en una conversación digital, a merced de las nuevas tecnologías. Tacto y contacto, respetando las distancias.
¿Por qué ‘Capricornio’ marca un nuevo comienzo?
Lo es, sin duda, porque hacía mucho tiempo – cuatro años- que no escribía un disco entero. Sí que hubo en 2018 un álbum conmemorativo de mis veinte años de carrera, pero fue más bien un recopilatorio con algún tema inédito y contó con muchas colaboraciones. A finales de 2019, decidí volver a coger las riendas, vi un horizonte en blanco y me puse a componer canciones, coincidiendo con un momento íntimo que tenía en compañía de mi hijo.
De hecho, la presencia de tu hijo, Leo, ha sido crucial como fuente de inspiración, ¿no es así?
Sí, las canciones han surgido estando con él y durante estos meses de confinamiento he disfrutado de la paternidad.
¿Cómo?
Durante estos meses he sido amo de casa, papá y mamá a la vez, y Leo me ha influido en la composición de este álbum tan lleno de matices. Precisamente, en ‘Capricornio’ he hecho un poco de laboratorio musical y he intentado buscar nuevas sonoridades, atmósferas y acompañamientos que fueran totalmente distintos, intentando vestir las canciones de otra manera. En paralelo, no he dejado de componer para otros artistas o para otros proyectos audiovisuales.
Cuéntame alguna anécdota durante esta convivencia compartida.
Mi hijo ha estado conmigo en la composición y, mientras iba extrayendo las letras y las melodías, me acompañaba con su batería de juguete. Él iba escuchando las nuevas canciones e iba improvisando el ritmo, y la verdad es que no se le da nada mal para tener cuatro años. Y así sacamos 15 o 20 temas que maquetamos hasta grabar las 11 canciones que conforman el disco. El trabajo como tal empezó a finales de 2019, pero sí que es verdad que el disco ha cogido forma en estos meses de confinamiento.
Esto es lo que me sorprende: que antes del confinamiento oficial ya vivías una reclusión íntima que fue totalmente fructífera.
¡Exacto! Yo ya venía de un confinamiento personal, antes de que se pusiera la palabra de moda, y nos encerrasen a todos en casa. Una etapa introspectiva en la que he aprendido muchas cosas que antes no sabía. A nivel emocional me he centrado en mi hijo, apenas he salido de casa y he empezado a superar la crisis de los 40 para entrar en una etapa de calma conmigo mismo. Estas circunstancias personales, sumadas al confinamiento real y a la soledad indeseada que todos hemos vivido, en cierta manera han sido el caldo de cultivo ideal para que surgiera este disco luminoso y lleno de sonoridades. Escurioso,porquehayfrasesescritasantesdemarzo que parece que estén escritas a modo de predicción, por lo que tenía que venir en el futuro.
¡A ver si vas a tener el ‘don’ de Casandra! Entonces, ¿estás de acuerdo con la decisión de posponer hasta septiembre el lanzamiento del disco?
Sí, porque creo que las canciones y las letras van a recobrar otro sentido ahora que todos tenemos los sentimientos más agudizados. Estoy convencido de que vamos a escuchar los mensajes y las frases de otra manera, porque estamos más sensibles y tenemos más capacidad de entendimiento. Además, el público es consciente de la situación y entiende estos aplazamientos por motivos de seguridad. A parte, creo que la velocidad de crucero a la que íbamos antes de la pandemia tampoco era sana.
¿Qué es lo que te da más miedo de esta situación?
Más que el contexto es algo que me afecta a mí. Como músico, lo que me da más miedo es quedarme atrás. Quedarme estancado y no ir progresando en sintonía con la sociedad del momento. Me explico. En ‘Capricornio’ hay sonidos rejuvenecidos gracias, en parte, a la experiencia que he vivido con mi hijo. Es algo nuevo y totalmente diferente donde experimento una evolución, pero no renuncio a mi esencia. Yo busco precisamente eso: mantener lo que soy como autor y compositor, pero a la vez adaptarme a los tiempos que corren. Ese ha sido el ejercicio más bonito de componer un disco inédito que no tiene nada que ver con mis anteriores trabajos. Creo que ha sido mi principal motivación: rejuvenecer y experimentar.
¿Cómo has conseguido producir un disco confinado en el que has contado con tantos colaboradores?
Esto es lo más curioso de todo: hemos hecho un disco desde varias ciudades del mundo sin movernos de Madrid. Hay arreglos que se han hecho en Los Ángeles, en Milán, en Florencia... donde yo mandaba una idea estructurada de piano, guitarra y voz, y a través de herramientas como Zoom o Skype, le dábamos forma en la distancia. Luego en Madrid, Sevilla y Cádiz acabamos de producir los detalles. Es un disco que demuestra que se puede trabajar conjuntamente desde casa con la tecnología actual. Y así fue creado ‘Capricornio’.
¿De qué manera ha influido la astrología en este álbum?
Nunca he sido muy creyente de los horóscopos. A ver, los tienes presentes de alguna manera y recuerdo los signos de mis personas íntimas. En este trabajo, también me he basado en el significado que tiene para mí el número 20. Yo he nacido un 20 de enero, mi hijo un 20 de diciembre y he lanzado mi último trabajo en 2020. Me salió un poco por aquí el tema de la astrología y percibí que el disco se tenía que llamar ‘Capricornio’, en referencia a mi signo, a mis recientes altibajos y a las características de los nacidos en este símbolo. De hecho, hay una canción para cada signo del zodiaco, pero en general es más el envoltorio del álbum y la estética promocional que la creencia en sí.
Y, ¿cómo dicen que son los Capricornio?
Pues dicen que son duros de mollera y muy aplicados. -se ríe-
En tu primer single, ‘Maneras de pensar’, dejas emociones bien claras al descubierto. Una de ellas es el temor y la desconfianza a las relaciones digitales. ¿Por qué es necesario reivindicar más piel y menos pantalla en los tiempos que corren?
En esta canción, que por cierto representa el signo de Géminis, explico que hay que tener cuidado con las relaciones personales a través de las nuevas tecnologías y hablo de los peligros de vender en exceso la piel digital. Hay que poner límites o al menos ser consciente de lo que estamos exponiendo en público a través del móvil o las redes sociales, porque existen muchos peligros que nos acechan, como la vigilancia, que alguien se obsesione contigo, la distorsión de la realidad...
¿El lenguaje de la piel está infravalorado?
Creo que ahora, después de vivir los efectos de la pandemia, somos más conscientes de que necesitamos caricias y abrazos. También es verdad que cada generación se adapta un poco a las circunstancias y tiene sus propios hábitats. Por ejemplo, creo que los jóvenes están más acostumbrados al contacto virtual y es su manera de relacionarse más común. En este sentido, lo llevan mejor que nosotros.
No debe de ser fácil sobrevivir en la industria musical durante dos décadas. Y más con la frugalidad de muchos artistas que se crean de la nada y se desvanecen con la misma rapidez. ¿Cuáles son para ti las claves para la supervivencia?
Yo he sido uno de los artistas a los que le han quitado la mitad de su obra en estos veinte años por no estar documentado, por haberme dejado llevar por la confianza... Aun así, no reniego de las personas que me han ayudado o han apostado por mí. Lo que he aprendido es que jamás se me ocurriría quitarle a un músico joven que produzco, apoyo o apadrino el 50% de su obra. Yo todavía estoy pagando ese peaje de que el propio pan de mi hijo lo tenga que repartir a nivel de autor por un mal contrato firmado en su momento y una mala gestión. En todo caso, me ha salvado la creatividad. Lo que he querido siempre es sorprender con el próximo disco, canción o con una gira en la que sonásemos mejor. Bendita inocencia en este aspecto porque, si hubiera tenido la madurez o el conocimiento de ahora, a mis 24 años, que fue cuando empecé, no sé cómo lo habría gestionado, pero habría hecho las cosas de distinta manera. Veinte años después, he podido coger las riendas de mi carrera y me he aliado con productoras que confían en mi talento.
¿Prefieres componer para los demás o para ti mismo?
Pienso que una canción mía es más bonita en la voz de otro artista. Eso no quiere decir que no defienda mi repertorio cantado por mí.
¿Cómo adaptas las composiciones, según pedido?
Pienso que soy muy miel y vinagre en mi composición. Y, aunque no tenga nada que ver, me asemejo más a un Kurt Cobain flamenco o a un George Harrington. Como compositor, a veces lo que me gusta no tiene nada que ver con lo que me piden. En este sentido, mis canciones tienen que pasar muchos procesos para que puedan sonar en las radios y eso es lo que me gusta de mi trabajo: solo Dios sabe lo que me gusta realmente. En todo caso, es reconfortante pensar que hay un mercado y que sigo vivo como David DeMaría. El músico y la persona también tienen su vida en paralelo a la faceta de autor.
¿Cómo ves la nueva generación de fenómenos musicales? ¿Cuáles son los males que acechan a los jóvenes talentos?
La veo con altibajos. Lo bueno es que demostramos que somos un país con un talento innato para la música. Es impresionante la cantera que tenemos con nuevas voces, nuevas tesituras y nuevos estilos. Siempre encuentras a alguien que te sorprenda. Lo malo es que toda la industria va demasiado rápida y quema demasiado pronto a los que empiezan. El problema que veo es que no se les deja desarrollar su carrera, no hay tiempo para que lo hagan. Por ejemplo, encuentro positivo que haya programas de televisión de cazatalentos musicales, pero creo que se tendría que dosificar para que los que realmente despuntan tengan tiempo de crecer como artistas. Creo que habría que darle una vuelta de tuerca.
Te refieres a evitar a ese ‘músico yogur’ que tiene una fecha de caducidad limitada cuando sale de la nevera. ¿Es así?
Claro, la sensación que tengo es que se corre tanto a la caza de la novedad que no se tiene en cuenta lo más bonito del proceso, que es crear algo que perdure en el tiempo. Diría que los artistas somos como los buenos vinos, tenemos que procurar que vayan sabiendo bien con los años.
En el ecuador de tu carrera, ¿crees que has obtenido el reconocimiento que te merecías?
Te voy a hacer un símil muy gráfico. Como músico, en este país he sido el portero suplente del Barça o del Real Madrid.
Eso implica mucho banquillo...
Sí, es que me he sentido así muchas veces porque he jugado en los mejores equipos, pero nunca me han dado la titularidad. Por ejemplo, en ‘Barcos de papel’ he llegado a vender medio millón de copias y no se le ha dado valor. Me han dado dos premios Ondas y tampoco se ha valorado. También he hecho una gira por medio mundo y no obtuvo la repercusión que esperaba.
¿Y quién no te ha dado valor?
Las personas que me representaban en el pasado. Creo que, si hubiera estado en otras manos en temas de gestión artística, se hubiera aprovechado mejor aquel éxito. Por eso te digo que me he sentido como el portero suplente de los equipos de primera. A pesar de ello, he sido feliz con mi carrera, pero ahora reivindico ser titular.
Quieres jugar de verdad.
¡Exacto! Y por mi parte me siento joven y con muchas ganas de seguir componiendo. ¡Ojalá que cuando lleguemos a la supuesta normalidad, todo vuelva a su cauce!
✕
Accede a tu cuenta para comentar