
Bienestar
Los 8 pilares para construir una relación sana y segura según la psicóloga Montse Cazcarra
Lejos del mito romántico, construir una relación sana es un trabajo consciente con ocho pilares que muchos no aprendimos de niños y que una experta describe como el gran reto para toda una generación

Lejos de los clichés del amor romántico que a menudo presentan las relaciones como algo mágico o predestinado, la realidad es que construir un vínculo de pareja sano y seguro es un proceso consciente que exige trabajo y constancia. Esta es la premisa que defiende la psicóloga Montse Cazcarra, quien ha identificado ocho pilares fundamentales que sostienen una unión estable y enriquecedora, pilares que, lejos de ser innatos, se aprenden y se cultivan día a día.
En este sentido, la especialista subraya que la base de todo es la capacidad de estar genuinamente presente para el otro. Esto implica no solo tener en cuenta a la pareja en la vida cotidiana y compartir experiencias, lo que define como "presencia", sino también mostrar una "disponibilidad" emocional para acompañar y comprender en los momentos importantes. Es una entrega que va más allá de la mera compañía física.
Asimismo, a estos conceptos se suman la empatía, entendida como una curiosidad activa por las emociones ajenas, y la sensibilidad, que se traduce en una actitud compasiva para interpretar correctamente los sentimientos del otro sin caer en juicios precipitados. Tal y como apuntan desde Vanitatis, estos elementos conforman la base emocional sobre la que se edifica la confianza mutua.
De la emoción a la acción: la importancia de la respuesta
Por otro lado, esta conexión emocional debe materializarse en gestos y respuestas concretas para ser efectiva. Cazcarra destaca la importancia de la "responsividad", es decir, de ofrecer una reacción coherente y de apoyo a lo que la otra persona está comunicando, ya sea con palabras o con actos. Esto demuestra que la escucha ha sido real y que el mensaje ha sido recibido.
Además, resulta igualmente clave la "validación", que consiste en reconocer y dar legitimidad a la experiencia emocional de la pareja, incluso cuando no se comparte su punto de vista. Por supuesto, todos estos elementos se articulan a través de una comunicación que debe ser asertiva, clara, empática y responsable, el verdadero vehículo de la relación. Una comunicación efectiva también implica adaptarse a las diferentes etapas de la vida, como lo demuestra la proclama de Gillian Anderson sobre la menopausia como un momento clave para reevaluar la perspectiva sobre el deseo y la intimidad.
De hecho, el engranaje de un vínculo sólido también se pone a prueba en los momentos de conflicto. Aquí entra en juego un pilar indispensable: la "responsabilidad afectiva". La capacidad para asumir los propios errores, ofrecer una disculpa sincera y, sobre todo, esforzarse por reparar el daño causado es fundamental para reconstruir la confianza y demostrar un compromiso real con el bienestar mutuo.
Sin embargo, la psicóloga advierte de que una gran parte de la población no tuvo la oportunidad de aprender estas habilidades relacionales en su entorno familiar durante la infancia. Este déficit convierte el desarrollo de una dinámica afectiva saludable en un verdadero reto generacional, un trabajo personal que exige desaprender viejos patrones para construir vínculos más seguros y satisfactorios.
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