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Marrakech no defrauda
Marrakech es un destino fascinante para un fin de semana largo. Elijo dormir en el Riad Lotus Privilege, entre La Medina y el barrio residencial del Hivernage, lleno de anticuarios. Callejeando por los estrechos laberintos de la zona, llego a mi adorada plaza de Djemaa el Fna. Pronto me siento embriagada por sus olores y ritmos distintos. Para empezar bien el día nada como un buen zumo de naranja natural que además es un lujo para nuestra piel.
Cargada de energía y rodeando el zoco, llego a la Place rahba qedima, donde puedo abastecerme de pigmentos naturales con los que teñir agua para adornar los centros de flores. Compro también khol para dar un toque de misterio a mis ojos, pastillas de jazmín y rosas para colocar en mis armarios, agua de rosas para calmar mi piel... La ciudad ofrece un amplio abanico de pequeños tesoros.
Pero aún falta mi joya más preciada: el oro de Marrakech. Así llaman los lugareños al aceite de argán. Por su alto contenido en ácidos grasos esenciales y por incluir gran cantidad de vitamina E, es un potente agente antiaging. Además tiene un efecto antiséptico y fungicida. Es asombroso como cicatrizante y minimiza las marcas de la piel. De vuelta al riad, me acerco a un hamman. Rodeada de naranjos donde me hacen un maravilloso scrub corporal a base de aceite de rosa. www.lesbainsdemarrakech.com.
Cena en el reputado Dar Marjana. Un ambiente único disfrutando de los relajantes sonidos del oud y los intérpretes de gnawa en directo. Me dejo llevar por la magia del momento...
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