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Carmen Cervera: «No hay un solo día que no cruce mi memoria»

Carmen Cervera
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Infidelidades, sexo, hijos ilegítimos... Las pasiones de Hans Heinrich von Thyssen-Bornemisza quedan fielmente reflejadas en sus memorias, que bajo el título de «Yo, el barón Thyssen» (editorial Planeta) relatan una vida marcada por el éxito, el lujo, la lujuria, los negocios y el arte cuando se cumplen 12 años de su muerte. El libro fue presentado ayer en el Museo Thyssen de Madrid, y quién mejor para hacerlo que Carmen Cervera, la última de «las cinco baronesas» y la encargada de reunir esta biografía a través de entrevistas y conversaciones que Hans Heinrich concedió a lo largo de su vida. «No podía hacer una historia de cuento de hadas: quería reflejar las cosas tal y como sucedieron. Y eso incluye algunos capítulos grotescos de la vida de “Heini”», desveló ayer una Tita feliz con el resultado del libro.

Mujeres infieles y frívolas, una familia dividida por la millonaria herencia, la dureza de la Segunda Guerra Mundial y la precocidad con la que el barón hizo frente a todos los aspectos de su vida (con sólo 23 años ya dirigía el imperio empresarial) son el esqueleto central de estas memorias que han tardado dos años en ver la luz. Un buen número de sus 332 páginas, «editadas» por Carmen Cervera y reunidas por el periodista José Antonio Olivar, se centran en la azarosa vida sentimental del barón. «Debo confesar que, aunque en asuntos de negocios a menudo las cartas me han aconsejado bien, en lo que se refiere a mi vida sentimental no he sabido leer mi futuro. Al menos en lo que respecta a mis primeros cuatro matrimonios. Cuando analizo mi vida sentimental, siempre llego a la misma conclusión: hasta que conocí a Tita no tuve suerte en el amor», desvela Hans Heinrich. «Cuando tienes ese dinero y ese apellido, las mujeres te buscan, como sea. Pero no fue mi caso», se defendió ayer Carmen Cervera, que aseguró «no haber censurado nada de su vida anterior»: «Igual que él, yo también tuve una vida antes de conocerle, y eso hay que respetarlo». Y es que, ante todo, el barón se consideraba un «sentimental» que se enamoraba a primera vista: «Siempre he sido un romántico. Si me he casado cinco veces es, ni más ni menos, porque he creído en el amor. Y yo no puedo vivir solo, necesito tener a alguien a quien amar». La primera esposa del barón Thyssen fue Teresa de Lippe. «Con ella la atracción no fue nada física (...) ella era católica y de buena familia, y parecía sensato casarse». El padre de Heini, sin embargo, se negó a acudir al enlace al entender que sólo buscaba su dinero. De esta primera unión nació Georg Heinrich, el primer vástago del barón. Sin embargo, cuando descubrió que su mujer mantenía relaciones con el marido de su hermana mayor, puso fin al matrimonio. «Teresa me dio bastantes problemas, era muy difícil de llevar. Aquella unión me hizo bastante daño», confiesa. En 1954 volvió a probar suerte con la británica Nina Dyer, apodada «La Tigresa», con quien «hacer el amor era maravilloso»: «Mi segunda esposa me propuso una unión de tres con el actor y modelo francés Christian Marquand. Por supuesto, me negué. Quería agradarme siempre, hasta al punto de que sacaba a pasear por el Bosque de Boulogne de París a la pantera y el leopardo que adquirimos en Ceilán. En ocasiones la arañaban. De ahí que muchas veces apareciera en público llena de rasguños. Una vez una actriz me preguntó si era cierto que yo era un sádico. Lamenté decepcionarla». Justo antes de pedirle el divorcio, la joven se gastó 2,4 millones de francos en Balenciaga y cuatro millones más en otras «boutiques»: «Fue Hubert de Givenchy quien me alertó de lo que estaba sucediendo. Había adquirido joyas por valor de un millón de dólares, y mi paciencia se agotó». Después del divorcio, Dyer se suició a base de barbitúricos.

Tita, su verdadero amor

La relación con Fiona Campbell tampoco duró debido a sus ínfulas y a «la inmoralidad de acostarse con el novio de su hija». Sin embargo, con ella tuvo a Lorne y Francesca. El barón pidió la prueba de paternidad al descubrir las infidelidades de Campbell, y en el momento del divorcio ella confesaría que las manipuló. Después llegó el «gran error» del barón: su boda con la modelo brasileña Denise Shorto, quien se negó a firmar la separación de bienes. «Jamás llegué a importarle algo. Tenía de todo pero le faltaba algo, un amante. Y no tardó en tenerlo. Se trataba del playboy italiano Franco Rapetti. Infiel me fue prácticamente siempre. Pero tenía una virtud: era tan clara que lo admitía y me lo contaba». Carmen Cervera, que estuvo arropada en la presentación por su hijo Borja y su nuera Blanca Cuesta. insistió ayer en que éste es un libro necesario porque la imagen de Heini «se distorsionó en algunos escritos que me dolieron muchísimo, que me hicieron sufrir, porque él no era así. Me enfurecía y me ponía tristísima leer algunas cosas». Quien fue «la obra de arte» más preciada del barón reconoce que el destino hizo que se conocieran un día de 1981 en Cerdeña y que desde ese día no se separaran. «Cuando recuerdo a Heini, y no hay un sólo día en que no cruce mi memoria, no lo recuerdo en sus últimos días, sino en aquellos paseos en los que me repetía que me amaba y que estábamos hechos de la misma esencia», aseguró.