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El artículo de Carmen Lomana: «Panama Jack»
«Parece que cada español lleve en su adn a un inquisidor dispuesto a juzgar y condenar sin rigor»
No hay mayor mentira que una verdad a medias. Y eso es lo que está ocurriendo con los dichosos «papeles de Panamá». Es muy fácil escribir un titular sensacionalista y un nombre conocido para tirarse a la yugular sin seguir leyendo y sin tener un criterio de cuál era su vinculación con una sociedad instrumental, «off shore» o como quieran llamarla. Inmediatamente comienzan los juicios de valor y las especulaciones; el acoso y derribo hacia el personaje en cuestión. En esta circunstancia me he visto desde ayer, en que mi nombre salió, en un informativo, vinculado a Panamá. Comprendo el interés periodístico, pero es muy delicado sacar de contexto estos temas y meter a todos en el mismo saco. Mi única relación con Panamá fue enterarme, dos años después de la muerte de mi marido en accidente de coche, de que había una sociedad inactiva en Panamá, cuya cuota anual por mantenerla no se estaba pagando y que, por tanto, estaba «dormida». Di orden de cancelar todo, pues no tenía el más mínimo interés en mantener fuera de mi país ninguna «off shore». Vivo en España y aquí me gusta tener mi dinero y mis sociedades, y en ningún caso he querido aprovecharme, y podía haberlo hecho, de que mi marido y su familia no fuesen españoles. Todo proviene de una filtración no autorizada de documentos privados, violando un derecho humano fundamental que es el de la privacidad.
En España estamos quemadísimos de ver cómo nuestros gobernantes y personas de poder se han llevado miles de millones de los fondos públicos con una sensación de impunidad, y de que aquí nadie devuelve nada, que justifica el enorme cabreo nacional. Pero también es cierto que parece que cada español lleve en su ADN a un inquisidor dispuesto a juzgar y condenar sin ningún rigor. Con ustedes comparto cada semana la actualidad, también mi vida y mis inquietudes. Por eso, he querido compartir este momento que podría llevarles a confusión de la misma manera que lo he explicado en «Espejo Público».
Exceptuando este incidente, mi semana ha sido estupenda. Enorme alegría con la victoria del Atleti y al ver a nuestro Rey en el palco con la Princesa Leonor, compartiendo con ella su devoción por los rojiblancos . También volví a reencontrarme con mis compañeros de fatigas en «Supervivientes», durante el debate que sobre el «reality» se emite los domingos. Siento añoranza cuando veo esas maravillosas islas donde sufrí, pero también fui muy feliz. Me gustaría que alguien hablase de la belleza de las noches estrelladas, de los amaneceres, del silencio y el aire purísimo que te llena de energía a pesar de las condiciones extremas. De la fantástica experiencia de despojarse de todo artificio y volver a lo esencial de la vida. Otro acto entrañable son los premios Naranja y Limón de la peña Primera Plana. Fue un gustazo encontrarme con dos hombres a los que adoro: Carlos Herrera y Arturo Fernández. Cristina Cifuentes, encantadora y cercana, fue otra de las premiadas. El 2 de mayo compartiré con ella y otros muchos madrileños la alegría de nuestro día. Tenemos un largo puente en Madrid para disfrutar de las fiestas de nuestra Comunidad. Mayo en Madrid es para no perdérselo. Máster de tenis, toros, teatro, verbenas y los madrileños dispuestos a no perdernos nada. Les recomiendo vivir como si no hubiese un mañana y si hay ocasión marcarnos un chotis en Las Vistillas.
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