Nueva York

La semana negra de Strauss-Kahn

En el juicio que se está celebrando en Lille, DSK se siente más protegido que cuando se celebró el proceso en Nueva York en mayo de 2011
En el juicio que se está celebrando en Lille, DSK se siente más protegido que cuando se celebró el proceso en Nueva York en mayo de 2011larazon

Cuestionado en los tribunales por su posible participación en una red de prostitución, su trabajo como asesor internacional también está en la cuerda floja: los gobiernos empiezan a cortar lazos con él.

El pasado lunes, poco después de la una de la tarde, un coche negro con los cristales ahumados se introdujo en el parking del Palacio de Justicia de Lille por un acceso lateral. En el interior, como pudo verse luego en las imágenes captadas por las cámaras, viajaba Dominique Strauss-Kahn (DSK). El ex director general del FMI fue el único que no entró a pie por la puerta principal. Iba en el asiento trasero, con el rostro abotagado y serio, acompañado por sus abogados. No era la primera vez que Strauss-Kahn tenía que presentarse ante un tribunal, pero, al menos aquí, en Francia, no va a ser expuesto como una fiera en un circo, como le ocurrió en Nueva York. También fue un lunes, el 16 de mayo de 2011. DSK apareció a los ojos del mundo entero sentado en el banquillo, la camisa abierta, y sin afeitar, después de pasar dos noches en el calabozo acusado de agresión sexual, secuestro y tentativa de violación. En Lille, el trauma ha sido menor. Por un lado, Strauss-Kahn ya ha vivido la experiencia, y por otro, está prohibido grabar imágenes o sonido de lo que ocurre dentro de los tribunales. Aunque la revista «VSD» se ha saltado la norma publicando una del circuito interno de televisión, lo que ha provocado que el juez haya ordenado que se retiren de inmediato las acreditaciones a sus periodistas.

En el interior de la sala, DSK saludó a su amigo Fabrice Paszkowski. Los dos hombres estaban sentados frente a los 37 archivos amarillo canario en los que están guardados los miles de folios de la instrucción. Se conocen desde principios de 2000, y llevaban meses sin poder hablarse porque se lo había prohibido el juez que ha instruido el «affaire» Carlton, en el que son juzgados por proxenetismo agravado. Fue Strauss-Kahn quien introdujo a Paszkowski en el mundo de las fiestas libertinas. Y éste le presentó a su vez a David Roquet, otro empresario implicado en el escándalo, y a René Kojfer, el relaciones públicas de los grandes hoteles de Lille que les proporcionaba las prostitutas para sus «parties fines». Durante las investigaciones, la Policía descubrió que Strauss-Kahn y Paszkowski se habían enviado decenas de SMS que demuestran, según los jueces, la creación de un « sistema » destinado a satisfacer al gran dirigente socialista, futuro director general del FMI y frustrado presidente de la República francesa.

Detalles escabrosos

Mientras los 14 acusados se saludaban, las cuatro mujeres que han decidido prestar testimonio contra ellos esperaban inmóviles el inicio de la audiencia. Su abogado, Gilles Maton, pidió que el juicio se celebrase a puerta cerrada porque sus clientes ya han sufrido «cuando se han encontrado ante la necesidad de dar cierto número de detalles escabrosos ante el juez de instrucción», pero los jueces rechazaron la petición. Strauss-Kahn sólo estuvo presente en el juicio el lunes y no tendrá que volver al tribunal hasta el 11 de febrero. Sus abogados intentarán demostrar que no sabía que las mujeres que acudían a sus orgías fueran prostitutas, y aseguran que lo lograrán porque, según ellos, este proceso es un ensañamiento de los jueces basado en motivos «ideológicos, políticos y morales».

Todavía quedan dos semanas de proceso, al final de las cuales, Strauss-Kahn cuenta con seguir sus negocios y, quién sabe, volver a la política. A pesar de todos sus problemas judiciales, el 44% de franceses siguen teniendo una buena opinión de él, y el 79% están convencidos de que sería mejor presidente de la República que François Hollande. Quedan lejos aquellos días en los que sus compañeros de partido abandonaban las fiestas cuando veían que él también estaba invitado, como ocurrió en 2012, en el cumpleaños de Julien Dray en un bar de la rue Saint Denis. Ségolène Royal y Manuel Valls se marcharon del local. Sin embargo, el pasado octubre volvió a encontrarse con sus antiguos compañeros en una fiesta de su directora de comunicación, Anne Hommel, y nadie le dio la espalda.

Objetivo de los «paparazzi»

Su mujer, Anne Sinclair, que le acompañó en la primera fiesta, ya no estaba a su lado en la segunda. La periodista, hoy directora editorial del «Huffington Post» en Francia, aguantó estoicamente todo el escándalo del Sofitel, la cárcel, la búsqueda de un apartamento en Nueva York, las semanas encerrados en una casa de lujo a la espera de que se celebrara el proceso por intento de violación y la vuelta a París. Pero las acusaciones de proxenetismo pudieron con el matrimonio y acabaron divorciándose. No tardaron en salir a la Prensa las imágenes de Dominique Strauss-Kahn y una nueva compañera, Marcela Iacub, una escritora que describió más tarde en una novela la relación que mantuvo con él entre enero y agosto de 2012. En septiembre de ese mismo año, los «paparazzi» lo descubrieron entre los brazos de otra mujer, Myriam L’Aouffir. En el ámbito profesional, las cosas no han sido tan fáciles para el ex patrón del FMI. En septiembre de 2013 fue nombrado presidente de un fondo de inversiones LSK (Leyne Strauss-Kahn & Partners). Su socio, Thierry Leyne, esperaba servirse de la agenda y saber hacer de Strauss-Kahn para recaudar 2.000 millones de dólares a principios de 2014. Pero el pasado mes de octubre, este hombre de negocios franco-israelí se suicidó en Tel Aviv dejando la empresa en quiebra y deudas valoradas entre 30 y 100 millones de euros. Tres días antes, Strauss-Kahn había presentado su dimisión. Le quedan las conferencias en el extranjero y los trabajos de consultoría a estados de los países emergentes, aunque también empiezan a cortar sus relaciones con él. Este jueves, el gobierno de Sri Lanka anunció que dejaban de trabajar con él después de haberle pagado 650.000 euros por sus consejos para realizar inversiones en el extranjero. DSK se juega estas semanas su futuro. Si consigue convencer a los jueces de que sus relaciones libertarias entran dentro del dominio moral y privado, podrá continuar con sus conferencias y consejos. Pero el próximo miércoles también se escucharán los testimonios de cuatro de las prostitutas que participaron en las 17 orgías organizadas para Strauss-Kahn entre 2008 y 2011 en Lille, París y Washington. Durante la instrucción han descrito escenas «de carnicería » en compañía del ex director del FMI. Si los jueces le consideran culpable podría responder hasta con diez años de prisión y un millón y medio de euros de multa.