Fotografía

Vestidos de muerte

Vestidos de muerte
Vestidos de muertelarazon

«El funeral es la cita mundana por excelencia», dice Jep Gambardella en «La gran belleza». Y no puede tener más razón. A lo largo de los siglos, los velatorios y los funerales han trascendido la mera función de acompañamiento y consuelo de la familia del fallecido para convertirse en un nuevo ámbito de socialización en el que el intercambio (de condolencias, de dolor, de saludos, de impresiones) se vuelve cada vez más protagonista. Y como en toda cita social que se precie, el vestuario cobra una importancia decisiva. Detrás de esta estética, rescatada por el movimiento gótico, hay todo un desarrollo cultural que cobra especial relevancia durante el periodo de luto. Es por ello que el Anna Wintour Costume Center, el centro del Metropolitan Museum of Art de Nueva York dedicado a la investigación de la moda promovido por la mítica editora de «Vogue» América, ha puesto en marcha la exposición «Death becomes her: a century of mourning attire» («La muerte en forma de mujer: Un siglo de vestimenta de luto»), un repaso a la relación del duelo y la moda durante el siglo XIX y principios del XX. La muestra exhibe una treintena de vestidos, además de accesorios y fotografías, que buscan explicar las normas que tenía el luto y cómo se extendieron desde la realeza a la burguesía y a las clases medias. La exposición, que se presentó esta semana con motivo del próximo Día de Difuntos y podrá visitarse a partir de febrero, «explora el desarrollo estético y las implicaciones culturales de luto» y revela «el impacto de las normas de alta costura en los dictados de sastrería».

La muestra está pensada de forma cronológica, desde 1815 hasta 1915, y exhibe por primera vez algunos vestidos inéditos, como los que llevaron las reinas Victoria y Alejandra de Inglaterra. Tras la muerte del príncipe Alberto, Victoria cayó en una profunda depresión y vistió de negro hasta el fin de sus días, lo que le valió el apodo de «La viuda de Windsor». Por entonces, la propia tristeza de la reina marcó la moda de la época, en la que las mujeres sólo podían abandonar sus casas para acudir a la iglesia. En la primera etapa de duelo, que duraba un año y un día, sólo se usaba el negro opaco y sin florituras a excepción de un velo de crespón negro. El segundo duelo (nueve meses) incluía adornos mínimos en forma de joyas «memento mori» que recordaban al fallecido. Si bien a principios de siglo sólo estaba aceptado el crespón de seda en negro, conforme evolucionó la moda victoriana se incorporaron tejidos como el grosgrain y el tafetán, a la vez que se ampliaba la gama de colores hasta el gris, el marrón o incluso el malva. Es por ello que el que lució la reina Alejandra en 1902 incluía ya gasa de seda e incluso lentejuelas. Tras la Primera Guerra Mundial, el luto entró en la «normalidad» de la vida diaria y las normas se relajaron: comenzaron a incluirse elementos vistosos como volantes, pedrería y brocados.

«Una exposición sobre el luto es apropiada en cualquier momento: si se piensa con calma, no hay nada más elegante que el duelo», afirmó Harold Koda, curador de la muestra. De hecho, el duelo y su compañera la melancolía parecen estar viviendo un momento de auge en todos los ámbitos: en el cine, el arte e incluso la música –Lana del Rey incluso ofreció un concierto en el cementerio de Los Ángeles–, otorgando «glamour» a un tema que la mayoría de la gente preferiría ignorar.