Entrevista

Ernesto Alterio ‘‘Nunca he creído que haya una sola verdad, incluso pongo en tela de juicio mis propias creencias’’

Acaba de estrenar ‘Mari(dos)’ junto a Paco León y eso nos sirve de excusa para hablar con él de lo humano y lo divino.

Ernesto Alterio
Ernesto Alterio Lifestyle

Si Oscar Wilde hubiese coincidido con Ernesto Alterio en el tiempo y en el espacio seguramente le habría dado, sin pensarlo demasiado, el papel protagonista en su comedia más famosa, La importancia de llamarse Ernesto. Y no solo por la coincidencia nominativa, también porque la vis cómica de Alterio es incontestable. Pero sería casi una carambola del destino ver a un Ernesto humilde, que se resta importancia a menudo, encarnando a alguien tan preocupado por las escalas sociales y las estirpes familiares. Alterio, que pertenece a una saga de actores con dos generaciones de éxito en dos continentes distintos, prefiere abordarlo todo desde el trabajo y sí, ponerle un poco de humor. Ahora le toca volver a demostrarlo con Mari(dos), una película dirigida por Lucía Alemany que explora las nuevas relaciones de pareja, los cambios de rol y que, a pesar de los temas que trata, invita a salir del cine con una sonrisa, que eso, al fin y al cabo, sí que importa.

Vuelves a la comedia que arranca cuando tu personaje y el de Paco León descubren que están casados con la misma mujer. Sí, es una comedia especial. Lo es por el tema que trata y también por la mano de su directora, que es Lucía Alemany. Esta es su segunda película. La primera fue muy personal y ahora ha dado el salto a algo para el gran público, pero le dio su sello en la sensibilidad en cuanto a tratar a los personajes. Así que es una comedia, pero yo la veo un poco como una fábula contemporánea, con las cuestiones que tienen que ver con la masculinidad hoy en día, con las relaciones desde la nueva posición de la mujer…

Aunque se haga desde el humor, se tratan temas complejos. Bueno, se tratan las nuevas formas de entender las relaciones, las cuestiones de género, las relaciones familiares... Se muestra a una mujer empoderada no, lo siguiente, porque encarna un rol que se le ha atribuido casi siempre a los hombres. Está llevando una doble vida, tiene dos familias y son los dos maridos los que van detrás, teniendo que apañarse con toda esta historia. Para mí eso es algo que lo hace atractivo, interesante.

¿Eso fue lo que te conquistó de este papel? Mira, yo en principio me resistí porque justo venía de hacer otra comedia con Álex de la Iglesia…

Decir comedia y Álex de la Iglesia en una misma frase es casi hablar de un género en sí mismo. Sí, es un universo completamente diferente, pero quería hacer otro tipo de género. Sin embargo, le di una vuelta y me interesó quizá eso justamente, lo que tiene que ver con la trama, con la nueva masculinidad. También me interesó que fuera Lucía quien dirigía y trabajar con Paco, que tenía muchas ganas. Lo conozco hace años, hemos coincidido muchas veces, pero nunca trabajando. Y lo admiro. Los dos tenemos estilos muy diferentes, pero hay una química especial que hace atractiva también la película, porque él contribuye a crear ese contraste entre nuestros personajes, que son tan distintos que funcionan un poco como la extraña pareja.

Últimamente se habla mucho de masculinidades. De las frágiles, de las nuevas… ¿Ha cambiado el concepto o es una cosa generacional? Te diría que a nuestra generación nos ha tocado mover ciertas estructuras que estaban anquilosadas, tanto en cuanto a la masculinidad como al rol de la mujer y a los derechos. Nosotros, en ese sentido, hemos crecido en una sociedad marcadamente patriarcal. Y, por lo menos a mí, me ha tocado como recolocar ciertas cosas que no estaban equilibradas. Pero sí, y por eso es así. Te vas un poco más atrás y mujer está supeditada al marido. Entonces, está claro que hay un cambio.

¿Hay un uso político de estos conceptos? De todo. En la política siempre se aprovechan de los discursos, de las cosas que suceden en la sociedad para implementar una posición. También se ha hecho mucha política en cuanto a la mujer o a la nueva masculinidad.

Quizá estamos en un punto en el que lo político está todo el día en escena. A mí me gustaría que la cultura estuviera más en el centro de la escena. Pero también es cierto que políticamente es un momento como de mucha incertidumbre, en el mundo en general, como de que las posiciones están cambiando y hay un batiburrillo.

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Y de polarización, al menos en España. También. Pero bueno, eso tampoco es tan nuevo, ¿no? En Argentina también es tremendo. Hay una grieta entre las dos Argentinas, entre esas dos posiciones políticas.

Precisamente acabas de volver de Argentina de rodar una película, ¿cómo ha sido estar de nuevo allí? Bien, la verdad. Tengo la suerte de trabajar bastante seguido y hacer cosas allí. Esta vez he estado trabajando tanto que no me ha dado tiempo casi a ver a amigos o familia. No he hecho otra cosa que trabajar: rodar, comer, estudiar y descansar.

El rodaje ha sido intenso. ¿Qué se puede contar de ese proyecto? Es una película de un director vasco, Aritz Moreno. Tiene un universo muy particular y es una película que sucede toda en Argentina, con personajes argentinos, pero también con el toque de Aritz, y es un thriller. Pero ahora también tengo la segunda temporada de Todos mienten.

Otra vez a abordar las mentiras, los engaños... son una fuente inagotable de ideas para los guionistas, pero supongo que dará para reflexionar mucho internamente. Yo creo que sí. Todas las historias que me ha tocado contar me han posibilitado revisar cosas mías, cosas que tienen que ver con comportamientos del hombre o de la estructura del mundo, pero es algo donde siento que mi profesión me interesa. Es un vehículo de conocimiento del hombre y obviamente de autoconocimiento. Pero en cuanto a la mentira, el personaje que hago en Mari(dos) es el que menos miente, es el más claro. Pero ahí pensaba en cómo son las relaciones entre los padres y los hijos, en la manera de afrontar ciertas dificultades de un hijo adolescente.

Un tema que, además, te tocará abordar como padre en breve. Pero ¿revisita uno su propia adolescencia? Y ahora tengo una hija adolescente y, a través de ella, colocándome como padre, veo cómo eran mis padres conmigo. Y la verdad es que valoro mucho más el esfuerzo…

¿Fuiste un adolescente complicado? No extremadamente. Sí tuve mis cosas, no me gustaba tanto estudiar, pero lo que sí veo es que es muy diferente ser adolescente cuando me tocó a mí y serlo ahora. El mundo ha cambiado completamente. Cuando era adolescente no había redes sociales y casi ni móviles. Era otro tipo de mentalidad. Ahora estamos en un momento de cambio tan fuerte y nuestros hijos están justo ahí, en el foco de absorber un cambio que todavía no sabemos para dónde va a ir. Entonces, eso lo trato de cuidar. Siento que se pierden cosas por estar tan absorbidos en el teléfono. Cosas que tienen que ver con los encuentros en vivo, con la gente, con leer…

Una de las cosas que ha cambiado también, sobre todo con las redes sociales, es la idea de lo que es la fama. Alguien que ya es famoso por su trabajo ¿cómo ve un concepto tan líquido? Mira, para hablar de eso en mi casa siempre se aludía a un tango que dice que ‘la fama es puro cuento’ y me ha venido de serie el entender que en realidad no es nada, que la carrera de un actor va para arriba y para abajo. Tienes momentos de más exposición, momentos en los que no te van a llamar. Y eso es así para todos. No puedes poner la energía en desear la fama o en darle demasiada importancia. El foco lo tienes que poner en el trabajo, que es lo que realmente te va a sostener. Pero a mí me llama mucho la atención eso, que vas por la calle y dicen de alguien que es famoso, y yo pienso: ‘Será pintor o será algo’, pero no, es famoso.

La fama como profesión. Claro, la fama como profesión, pero para mí, tiene las patas muy cortas, porque no es algo que te vaya a sostener en el tiempo.

Warhol decía aquello de que en el futuro cada uno tendría sus 15 minutos de fama. Pero a algunos les está durando algo más. Bueno, pero la vida es muy larga. Se va una energía un poco estéril. Es algo vacío. Así que hay poner la energía en tu deseo de hacer lo que te gusta y hacerlo cada vez mejor. Y eso te va a sostener en el tiempo y te dará otro tipo de réditos.

A ti desde luego te los está dando.Y eso que al principio rechazaste la llamada de la actuación y te formaste en otra dirección. Me costó asumir ese deseo. Estaba muy latente. Pero quizá que mi padre fuese también actor y muy reconocido, es como que me costaba asumir ese deseo. Y probé un montón de cosas.

¿Qué fue lo más peregrino que hiciste? Quizá haber estudiado ciencias puras. Quería ser neurólogo. Me interesaba el cerebro. Las letras me aburrían. Me interesaban más las matemáticas y creo que algo de ese interés científico me ha quedado, porque abordo los personajes como un investigador. Tengo algo de armar un laboratorio con los personajes, probar cosas.

Y acabaste siendo actor en una familia de actores. La excepción es tu madre, que es psicóloga. ¿Cómo lo vive ella? Bueno, yo creo que eso es lo que nos da un poco el equilibrio. Es la que ordena un poco tantas imaginaciones locas (risas). Yo creo que ella se divierte mucho con nosotros, pero hace mucha falta que esté para ordenar todo.

Ahora que se habla tanto de salud mental entre los actores, vosotros ya lo llevabais adelantado. Sí, para nosotros ha sido algo normal. Pero ahora no son solo los actores. Los deportistas también hablan sin tapujos de su terapeuta. Es gente que trabaja con un cierto grado de exposición y para eso hace falta o estar muy bien amueblado o alguien que te ayude y tener un espacio donde revisarte tú esas cuestiones.

A lo largo de la charla has hablado de poner en tela de juicio los propios pensamientos, pero no todo el mundo tiene esa facilidad para cambiar. Y para poder cambiar hay que estar dispuesto a eso. Sí, puede ser. Tener ganas. O a lo mejor tener conciencia de que se puede ir siempre un poco más allá. Yo nunca he creído que haya una sola verdad. Incluso con las mías. Mis creencias propias siempre las pongo en tela de juicio y mi pensamiento hacia muchas cosas ha ido variando a lo largo del tiempo.

¿Tu personaje en ‘Mari(dos)’ te ha hecho cambiar alguna de esas ideas? Quizá en cuanto a la paternidad. Estar atento a que los hijos a veces nos producen angustia, nos sacan de nuestras casillas y pensar en cómo gestionar eso y dirigirnos a ellos desde otro lado, no desde el autoritario. También a escucharlos. Y, como espectador, te diría que hay algo en la película que me gusta, que es que, cuando te pasa algo en la vida, está en tu mano darle la vuelta y verlo como una oportunidad para ir a un sitio que no esperabas.

Hace un tiempo en una entrevista te pidieron que explicaras Argentina a los españoles. Vamos a hacer el camino contrario. ¿Cómo le explicarías España a los argentinos? Podría decir un montón de cosas, pero en todos los sitios se cuecen habas. Pero en el contexto actual, yo ahora diría que España es un lugar maravilloso. No le hablaría de ningún problema, les diría que vengan, que se van a sentir muy a gusto, porque además es mucho más pequeño que Argentina. Y en la Península Ibérica hay tal diversidad geográfica, cultural, histórica, idiomática, gastronómica, que es una riqueza y una variedad asombrosa. Pero a un español le diría lo mismo de Argentina. Que vaya. Es que podría decir de todo, porque tenemos hasta reyes aquí.

Allí hay reyes de otra cosa, del fútbol, que el mundial se ha vivido como un triunfo y a ti te hemos visto festejándolo. Estaba justo en Argentina cuando se jugó la final y salí a la calle. Estuve como seis horas debajo del Obelisco. Fue maravilloso, porque creo que a la gente le hacía mucha falta poder estar todos juntos y abrazarse más allá de las diferencias.