Gastronomía
Adiós protocolo: golf, en vaqueros y con vino
Nerviosa de mí, nunca entendí el golf dado que siempre he encontrado este deporte algo estático, para el que había que armarse de paciencia y abordar con madurez, sensatez y constancia. Yo no soy ni paciente, ni madura, ni sensata; y menos aún constante. Lo de dedicarme a los vinos, en mi tiempo libre, es una manera de imponerme a la paciencia para que el tiempo corra deprisa, disimular la madurez, aplazar esa constancia cotizada y aspirar a la sensatez por unas horas. Pero la vida me vuelve a poner en la tesitura de: jugar al golf ahora o callar para siempre.
Así que he decidido aceptar el reto de Golf & Wine en el fabuloso campo Los Ángeles de San Rafael Club de Golf, gracias a la gran idea que tuvo Eduardo Tapia Gil, el dire del club. Y no hace ni una semana que aterrizaba en esta urbanización de Segovia, que tanto encanto tiene: repleta de casas residenciales, cada cual con su particular estilo, y a menos de una hora de Madrid.
Mi primera clase, impartida por el maestro Alfonso, no fue nada mal. Pasada por un tinto, INGENIA de la Ribera del Duero, como me dijo mi profe: “después de jugar al golf, la cerveza entra igual que si has jugado un partido de tenis”. La verdad es que razón no le falta. Y entre swing y swing, y un lanzamiento del palo al vacío (voluntario) que me ha servido para un divertido gif del whatsapp, he conseguido levantar más de una bola de mis 15 primeras. 10 de 15, diría. Y ni tan mal, me cuentan.
Me salté el protocolo estilístico de este deporte tan de moda en los últimos tiempos: ¿quién dijo que no puedo probar con unos vaqueros? Eso sí: polo, zapatillas y gorra de Ralph Lauren, lo primero que pillé a mano en casa. ¡Y a beber! Perdón: ¡a jugar!
Los Ángeles de San Rafael Club de Golf fue inaugurado en Mayo del 2010, en plena Sierra de Guadarrama. Es un entretenido y variado par 71 de 6.328 metros de longitud. La peculiaridad que encuentro en este campo es ese espectacular encinar salpicado de impresionantes rocas, atravesado por la profunda herida del barranco del río Moros.
Blake Stirling y Marco Martín han logrado un campo divertido y exigente en precisión, ambas cualidades deseables en golf, sin olvidar algún toque de aleatoriedad como se manifiesta con los dos bunkers de calle del hoyo 2 (Penal design), en homenaje a los cientos de “bunkers injustos” que protegen los recorridos de golf en Escocia, me cuenta su director.
Una de las cosas que más me maravilla de un campo de golf es el silencio y la paz que se respira. En un buggy, fuimos hasta el hoyo 4. Me saqué la clásica foto de 'postureo' (como si lo del golf fuera de toda la vida), y vuelta a la Casa Club para conocer a Lali, el Chef Ejecutivo. ¡El famoso Lali! Me prometió una entrevista para este mismo espacio, aunque ya me advirtió que no me contará lo que desayuna el 'Cholo' cuando viajan para los partidos de la Champions. Y es que Lali es uno de los chef más de moda del momento, y mediático gracias a su rol con el equipo rojiblanco.
¿A qué sabe el golf? Le pregunté, mientras degustaba sus riquísimo judiones de la granja en el restaurante del club con vistas a toda la sierra. Y, mientras simulaba que levantaba un palo de golf invisible para regalarme un precioso swing (de esos que yo aún no sé imitar ni de lejos), me contestaba: “a hamburguesa de wagyu y una buena cerveza”. Después me confesaba que nunca antes le habían realizado esta pregunta y que, a partir de ahora, seguramente todos se lo iban a hacer.
En realidad es mi pregunta estrella de La Cata de Katy: para mí todo marida con todo, y cualquier experiencia, actividad o sentimiento tiene su vino y su plato. En este caso, el maridaje perfecto de golf y vino podría ser el Ingenia, ya que, por descarte, fue el que me tocó catar, y encantada volví a probar este manjar de la Ribera del Duero. El INGENIA tinto roble que probé es un monovarietal de Tempranillo. Tiene su versión Tinta de uva de Madrid (variedad de uva de la Comunidad) perteneciente a la D.O. Vinos de Madrid y cuyo precio no supera los 6 euros.
En verdad me he quedado con ganas de catar el golf con un vino de Valtiendas (Segovia). Hace años tuve la aventura de crear mi propio vino: lo elaboramos con el enólogo José María Velasco, que, aunque pucelano, su segunda casa es Aravaca (en Valdemarín son famosos sus vinos). A partir de la uva Cabernet-Sauvignon (monovarietal), hicimos un crianza 2008 que en 2015 sabía a gloria bendita. Y con mi etiqueta en color plata, con el águila bicéfalo con corazón de base (registrado en la OEPM), saqué IMPERIO MIKHAILOVA, un vino para amigos y familiares, que me lo demandaban muchísimo en Facebook. Quizás para mi próxima visita a los Ángeles de San Rafael Club de Golf pueda conseguir algo de Valtiendas, pues me apetece enormemente revivir a qué sabe Segovia y a qué huelen sus campos.
La jornada terminó con un sabroso cochinillo, con la particularidad de Lali (con su receta secreta). ¡Impresionante! De hecho, este menú se puede degustar por poco más de 30 euros.
Desde luego que mis aventuras en los Ángeles de San Rafael no han quedado aquí. Y creo que habrá más vinos entre campos. ¡Quién sabe si pondremos de moda #GolfANDwine ! Ah, y para la próxima: ¡a jugar en falda!
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