Ocio

Gastronomía

Quim Vila: “Falta innovación y atrevimiento en la manera de beber vino”

Organiza el prestigioso Premio Vila Viniteca de Cata por Parejas, que se celebra el domingo en La Terraza del Casino. ¿El premio? 40.000 euros

Quim Vila / Foto: Jesús G. Feria
Quim Vila / Foto: Jesús G. Ferialarazon

Organiza el prestigioso Premio Vila Viniteca de Cata por Parejas, que se celebra el domingo en La Terraza del Casino. ¿El premio? 40.000 euros.

Es, sin duda, una de las personas que más saben de vino y el Premio Vila Viniteca de Cata por Parejas, que Quim Vila organiza desde hace 12 ediciones, el encuentro enológico más esperado del año. Tanto es así, que las inscripciones se agotaron en menos de cinco minutos. Reunirá a 240 concursantes, es decir, 120 parejas de cata. Y la vencedora se embolsará 40.000 euros. Es mediodía y con una copa de un Brut Nature, de Corpinnat, charlamos sobre el certamen, la salud del sector y sobre una zona vitivinícola que le entusiasma, que es Gredos.

–¿Cuál es su reto en este encuentro?

Que los participantes se lo pasen bomba porque para eso lo organizamos, para que todos disfrutemos compartiendo vinos. Somos fieles a esta filosofía desde la primera edición. Hay la misma inquietud por participar y la de muchos por ganar.

–Por supuesto, porque se respirará una gran competitividad, ¿verdad?

Muchísima. Hay concursantes que vienen a ganar y otros, que han participado en casi cada edición, que lo hacen para a asistir a la fiesta del vino.

–¿Cómo surgió su pasión por el vino?

Comencé a beberlo a los 21 años, así que la mío es una pasión tardía. Y, a pesar de que en casa mis abuelos y mi padre siempre habían trabajado en el mundo del vino y los destilados a mí no me gustó hasta tarde. Pero luego pensé que ya que me iba a dedicar a venderlo, debía conocerlo.

–¿Cómo anda de salud?

El español se encuentra en un momento atractivo a nivel de exportación, aunque aún nos queda camino por recorrer. Hemos sido un país que vendía bueno, bonito y barato. Por eso, es bueno que las bodegas de prestigio salgan a exportar para posicionar el vino español donde se merece. Sin embargo, a nivel de mercado interno es una pena que sigamos en la cola en cuanto a consumo. Es increíble, siendo grandes productores, los segundos o terceros del mundo, según el año. Nos salvan los turistas que vienen a nuestro país de vacaciones y consumen.

–¿Qué país es nuestra gran competencia?

Me gustaría que lo fueran Francia e Italia. Son países productores con una climatología parecida a la nuestra y consumen más que nosotros. Sin embargo, a veces, entramos en el segmento del precio y competimos con Chile, Argentina y Australia. Debemos promocionar que el gran vino español no es caro, a pesar de que cuesta dinero.

–¿Cuál ha sido el error?

Seguramente, no hemos sabido acercarlo a los jóvenes para que disfruten de un vino igual que de un refresco o un de destilado. Nos falta ponerlo de moda. Otras bebidas como la cerveza lo han hecho muy bien. Parece que tienes que ser un experto para disfrutar de un vino y no es así. La asignatura pendiente es que se tomen una copa de un blanco en cualquier barra.

–Quim, es algo que llevan tiempo reivindicando.

Sí, es necesario que en los mejores bares, clubs nocturnos y terrazas existan cubiteras con varios ejemplares.

–La cocina vive su particular revolución, ¿el vino no se ha aprovechado de ella?

No se ha unido al trabajo de los cocineros, que han llevado sus recetas por el mundo. Inquietud que aún existe. Por eso, aún estamos a tiempo. El vino debería ir más de su mano. Estamos haciendo una colaboración intensa desde hace un año y medio con Ferran Adrià y su equipo de La Bullipedia. La formarán cinco libros.

–Este es su granito de arena para potenciar la cultura del vino, ¿verdad?

Es una herramienta pensada para los sumilleres y aficionados, pero también explora nuevos campos, porque al utilizar el método Sapiens se pone todo en cuestión.

–El papel del sumiller, ¿cómo evoluciona?

Ya no es un mero servidor de vino, es uno de sus mayores defensores. Son el mejor embajador de un viticultor que empieza con un pequeño proyecto.

–¿Es un sector en el que se debería innovar más?

Estoy seguro. En Vila Viniteca realizamos un proyecto en el que hemos desarrollado un panel de cata interno para estudiar cómo nos afecta el vino. Más que para catarlo, para saber cómo nos cambian las percepciones según el recipiente en el que lo bebemos, la temperatura o la sala en la que estamos. ¿Por qué no podemos tomarlo en un recipiente que no sea una copa de cristal?, ¿en una de madera o en una cuchara, por ejemplo? Falta más investigación y más atrevimiento con sentido en las maneras de beberlo. Los cocineros nos han enseñado otras formas de comer: con las manos o con una pinza, entre otras.

–¿Quién marca las tendencias?

No hay una persona concreta, sino los sumilleres, los elaboradores, la crítica especializada, los comerciantes y los aficionados, que viajan por el mundo.

–¿Qué busca el bebedor de a pie?

Vinos buenos. Está en una fase de dejarse sorprender. Hay más infidelidad a las marcas, porque les apetece conocer diferentes.