Artistas

Agustín Pantoja: El «carcelero» de «Cantora»

El «hermanísimo» tiene blindada la finca contra todo y contra casi todos. Es quien hace y deshace contratos, incluso quien decide las personas que pueden ver a Isabel, que son poquísimas. Esta semana salió a cenar con su «guardia pretoriana» para acallar rumores sin demasiado éxito

Agustín Pantoja: El «carcelero» de «Cantora»
Agustín Pantoja: El «carcelero» de «Cantora»larazon

El «hermanísimo» tiene blindada la finca contra todo y contra casi todos. Es quien hace y deshace contratos, incluso quien decide las personas que pueden ver a Isabel, que son poquísimas.

Se aplaza la reaparición artística de Isabel Pantoja. La tonadillera sufre una especie de miedo escénico que le impulsa a permanecer recluida en su finca «Cantora». Y es su hermano Agustín quien maneja con mano firme el quehacer diario de la tonadillera, hasta tal punto que algunos le han bautizado jocosamente como «el carcelero de Cantora» y también hablan de la finca como «la segunda cárcel de Pantoja». Porque Isabel vive encerrada entre las cuatro paredes del cortijo, con escaso ánimo y nula disposición a rehacer su vida personal y profesional.

Todo estaba previsto para que reapareciera en los escenarios este verano y hacer coincidir su vuelta con la salida al mercado de un nuevo disco, grabado en México con su gran amigo Juan Gabriel antes de entrar en prisión, y de un documental sobre los aspectos más amables de su vida personal y profesional, obviando todo lo relacionado con el «caso Malaya», su relación sentimental con Julián Muñoz y su sentencia carcelaria. Iba ser el gran lavado de imagen de la artista. Pero las circunstancias han aconsejado un aplazamiento total hasta dentro de unos meses, cuando Pantoja pueda recuperar la confianza en sí misma y pierda el temor de ponerse delante de un público que, según ella, podría pasarle factura por su estancia en prisión.

Se está pensando muy seriamente no cantar hasta febrero o marzo de 2017. Ofertas no le faltan, los empresarios quieren contratarla, y su caché –cuenta una fuente bien informada– «se ha disparado hasta los 100.000 euros por actuación». Antes estaba en 60.000. Entre sus futuros planes figura una gira de diez conciertos por las ciudades españolas más importantes: Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, Málaga, La Coruña... Juan Gabriel le tiene preparada otra gira por tierras mexicanas, en la que podrían cantar a dúo en algún concierto, y vuelta a España para emprender una tercera gira en verano».

Pero, en estos momentos, Isabel no tiene ganas de embarcarse en aventuras profesionales. Es Agustín el cerebro de la operación, quien hace y deshace contratos, incluso quien decide las personas que pueden ver a su hermana en «Cantora», que son poquísimas. El hermanísimo ha conseguido alejar de la finca a antiguas amistades, a todos aquellos que tenían una cierta influencia o una íntima relación con la dueña del cortijo. Chelo García Cortés, Raquel Bollo, Falete, Las Mellis, Luis Rollán y la mayoría de amigas anónimas de la infancia han caído en el olvido. Hoy, de esas cinco amigas tan especiales, sólo entra en «Cantora» una de ellas, Maite, en la que la artista confía ciegamente. Otra de las cinco se quedó a las puertas de la finca el día que intentó visitar a Isabel. Le vetaron la entrada por orden de Agustín, con la excusa de que la artista no se encontraba bien. La finca está «blindada» contra todo y contra casi todos. Agustín, Maite, y las superfans de la cantante, Celeste y Jessica, forman la «guardia de corps», los incombustibles de un culebrón que no tiene fin.

Uno de los trabajadores de «Cantora» revela a LA RAZÓN que «Isabel solamente sonríe cuando ve a sus nietos, pero Chabelita y Kiko no se acercan con toda la frecuencia que quisiera su madre a la finca. Parece como si no se dieran cuenta de que está pasando por momentos muy difíciles, por un estado anímico que le impide tomar las riendas de su vida. Kiko sigue con sus bolos y sus planes de boda. Y Chabelita está más interesada en su retomada relación con Alejandro que en la situación materna. A Isabel la vemos pasear con Agustín y su cara de tristeza lo dice todo. Cuida de doña Ana, su madre, que está algo delicada de salud, y no quiere ver a casi nadie. Son poquísimos los privilegiados que han podido visitarla desde que consiguió la libertad condicional el pasado mes de marzo. Quería viajar este verano a México, donde el cantante Juan Gabriel le tiene preparada una gran acogida. Pero la decisión del juez de no dejarla salir de España hasta que cumpla totalmente su condena ha supuesto un disgusto muy grande, que le ha quitado las ganas de embarcarse en la gira española de este verano».

Hay quien piensa que los que la rodean deberían convencerla para que acuda a un psicólogo, que le ayude a salir del bache, porque esto puede ir a más si no se toma remedio. La misma Chelo García Cortés define la situación de su ex amiga como «caótica», y su compañera Gema López añade que «Isabel no está en condiciones de tomar decisiones».

Otro problema añadido es el de las deudas. Si no trabaja, no ingresa dinero y la única que genera beneficios es ella, con lo que mantiene a su familia y paga las nóminas de «Cantora». Al parecer ha puesto a la venta su casa de 400 metros cuadrados de la aldea de El Rocío, por la que pide un millón de euros. Una cantidad que le permitiría hacer frente a muchos de los gastos.

Además, tiene el problema de su voz. Tanto tiempo de inactividad, de no cantar, es muy perjudicial para cualquier artista y más para una mujer que sale al escenario a darlo todo. Ese miedo escénico le lleva a calibrar la posibilidad de celebrar los primeros conciertos en teatros y salas no muy grandes, huyendo de multitudinarios campos de fútbol y superficies demasiado amplias. Quiere probarse a sí misma antes de acometer empresas mayores. La compañía de discos, Universal, no acaba de entender el porqué de tanto aplazamiento.

Su aislamiento del exterior ha dado lugar a los rumores de un empeoramiento en su estado de salud. Para acallarlos, esta semana Isabel salía de «Cantora» acompañada de su «guardia pretoriana» (Agustín, Kiko e Irene). Los cuatro disfrutaron de una velada por las calles de Sevilla. Ha sido su primera salida con fines lúdicos desde que consiguiera la condicional. En el aire están todavía las exclusivas que tiene pendientes, escribir un libro sobre su experiencia carcelaria y negociar, incluso, su presencia en la boda de Kiko.