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Boda de Marta Ortega y Roberto Torretta: Así sedujeron los Torretta a la «Zarina»

La mujer del diseñador y madre del novio, Carmen Echevarría, fue de las pocas personas que estaban al tanto de la cena que unos amigos le habían preparado a Carlos para que conociera a Marta Ortega (su nombre en clave, la Zarina)

Carmen Echevarría y Roberto Torretta, a su llegada a la casa familiar donde se celebró el enlace / Gtres
Carmen Echevarría y Roberto Torretta, a su llegada a la casa familiar donde se celebró el enlace / Gtreslarazon

La mujer del diseñador y madre del novio, Carmen Echevarría, fue de las pocas personas que estaban al tanto de la cena que unos amigos le habían preparado a Carlos para que conociera a Marta Ortega (su nombre en clave, la Zarina).

Desde ayer Marta Ortega tiene una nueva familia como sucede en todo recién estrenado matrimonio. Sus suegros, Carmen Echevarría y el diseñador argentino Roberto Torretta, padres de Carlos, eran habituales de las fiestas y estrenos en Madrid. Y en la pasarela Cibeles nunca faltaba en primera fila Ana Botella. Tanto como consorte del presidente Aznar como en su etapa de alcaldesa. Una fidelidad que marcaba también su indumentaria porque era una de las mujeres que solía vestir con prendas del diseñador. Hay una anécdota referida a la presencia de Botella en uno de sus desfiles. Al llegar al recinto ferial de Ifema, donde se celebraba el acto, se le cayó la falda hasta los pies. La suerte es que en la puerta solo había una cámara y no existían en aquel momento los «stories» de Instagram. Fue un chascarrillo muy comentado durante el desfile del hoy consuegro de Amancio Ortega, la sexta fortuna en la lista Forbes. El nuevo matrimonio va a vivir muy cerca del apartamento «pied a terre» que los Torreta tiene en el barrio de Chamberí y que utilizan también como almacén. Ellos viven en un chalet a treinta kilómetros de Madrid, en Torrelodones, donde reciben a sus amigos y se instalan los familiares argentinos cuando viajan a España. La unidad familiar es muy importante, una característica común al magnate textil, que mantiene los lazos de sangre por encima de todo. De hecho, cuando murió su ex mujer, Rosalía Mera, en agosto de 2013 el operativo de comunicación se manejó desde Inditex.

Roberta Torretta y Carmen Echevarría forman un equipo equilibrado. Él, como buen argentino, es extrovertido, hablador, divertido y comunicativo, mientras que Carmen prefiere actuar desde un segundo plano. Dicen los que conocen la trayectoria del diseñador que su mujer lo tuvo muy claro desde el principio de su relación. Se conocieron en Ibiza cuando la isla era el paraíso hippie al que llegaban todos los aventureros del mundo. Torretta era un joven despreocupado que vendía pantalones y Carmen una asturiana que vivía en Madrid y había recalado en la isla con sus amigas. Coincidieron en la playa, se enamoraron y treinta y cinco años después mantienen el vínculo. «Como todas las parejas hemos tenido nuestros bajones, pero aquí seguimos», comentaban en su veinticinco aniversario de boda, que lo celebraron, como la primera vez, en la discoteca Pachá. La trayectoría laboral de Carmen le permitió conocer a gente que después formaría parte de su círculo social. «Era vendedora de Loewe, y muy buena. Se independizó, montó Snif y después abrió la tienda Berlín en la calle Almirante, por donde pasaba todo el mundo. Desde las Lapique, hasta las Bordiú, las March, las Suelves o Marta Chávarri, con la que más tarde se asociaría. Montaron una tienda, Doméstica Sede, que vendía cacharritos de cocina. Fue una época muy divertida y Carmen como siempre pendiente de todo», cuenta una de las personas del entorno de Carmen Echevarría.

Amigos de la pareja recordaban hace poco cómo Carmen decía públicamente en aquellos inicios: «Roberto va a ser uno de los diseñadores con más proyección pública y desfilará en Cibeles». Y así fue. Lo que no predijo fue que también recibiría el Premio Nacional de Moda (2016) en un acto presidido por la Reina Letizia.

Todos los que conocen la trayectoria profesional del suegro de Marta Ortega aseguran que «sin Carmen no habría llegado tan lejos. Es una mujer fuerte con las cosas muy claras. Muy perseverante y tenaz. Se empeñó en que Torretta triunfara y lo consiguió. Y lo mismo con su hijo Carlos, al que mandó a Estados Unidos cuando no quería ni estudiar ni trabajar. Ahora está feliz con Carlos y también con María, su hija, que la hizo abuela hace unos meses con el nacimiento de Catalina». Carmen tiene una hermana, Conchita, con la que se lleva muy bien, pero todos ellos han permanecido alejados del foco informativo que suponía emparentar con el imperio Inditex. Cuentan que cuando el hijo, que en ese momento vivía en Nueva York, iba a tener un a modo de cita a ciegas con Marta Ortega Carmen lo tuvo muy claro y aconsejó a su hijo que fuera discreto.

Esa primera cena estuvo orquestada por Mafalda, la hermana de Samantha Vallejo-Nágera, y su marido, el fotógrafo Gonzalo Machado, íntimo de Carlos. Ese encuentro fue el principio de la historia de amor de la que solo estaba al tanto la madre. Siempre en la sombra. Si primero fue el marido el que recibió las pautas, después fue el hijo. Uno de los detalles aprendidos de mamá fue enviar a la joven zarina (como la llamaban en clave los amigos) ramos de flores al hotel Adler de la calle Velázquez cuando ella se alojaba allí. Esos detalles, más la simpatía del muchacho hicieron el resto. «Carlos no es guapo ni va a la última. Lo que tiene es que es muy divertido y con buen carácter. Y eso fue lo que enamoró a Marta, acostumbrada al mundo hípico donde las puestas en escena se cuidan poco».