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Carmen Posadas: «Muchos hombres se enamoran de mujeres clónicas»

Carmen Posadas
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Reedita su libro «El Síndrome de Rebeca», que ha acuñado un término en Psicología y que ahora se estudia.

No hay espectro más terrorífico que el del ex, tan presente a veces en la memoria como para ser capaz de condicionar las relaciones actuales y hasta las futuras. Para esos recuerdos de amores pasados que no terminan de irse, es necesario algún tipo de exorcismo. Y ninguno mejor que el libro que ha reeditado, treinta años después de su publicación, ante la incesante demanda de sus lectores, Carmen Posadas. Su título: «El síndrome de Rebeca». Un manual de autoayuda para todos aquellos que viven, sin poder evitarlo, a la sombra del recuerdo de sus ex.

Me cuenta Carmen, que se decidió a recuperar «El Síndrome de Rebeca» porque el título que le puso a su libro, escrito hace tres décadas, acuñó un término en psicología que ahora se estudia y que está tipificado como la sombra de un amor anterior. «Y bueno –me dice– ésa es una cosa que yo me inventé hace 30 años. Le puse el nombre acordándome de la película «Rebeca», que es la historia de una mujer que se casa con un señor guapísimo, riquísimo y estupendo, pero que la lleva a Manderley, a ese castillo maravilloso en el que vive bajo la sombra de la tal Rebeca, que está hasta en la sopa». Carmen cogió a los personajes de la novela y de la película, los incluyó en un cóctel, los agitó y le salió este libro, igual de vigente ahora que el día de su publicación, en el que se tipifica absolutamente a los sufridores de «El síndrome de Rebeca». «El primero de ellos – me cuenta Carmen– es la señora de Winter, de la que ni siquiera sabemos el nombre. ¡La pobre! ¡Es una víctima absoluta que vive bajo la sombra del fantasma de la primera mujer de su marido! Después hay otra gente como el señor de Winter, que tuvo una mala experiencia y que lo que busca es la antítesis de su mujer anterior. Así, si Rebeca era guapísima, listísima, y fantástica, él se casa con una mujer tímida y apocada, que no le va a dar problemas. El otro tipo de sufridor que yo identifico en esta trama es el ama de llaves de la película. En ella, obviamente es homosexual, pero en lo que yo cuento puede ser heterosexual perfectamente. Es esa gente que ha perdido un amor y de alguna manera quiere repetirlo. Pasa mucho con hombres que se enamoran de mujeres clónicas. Leonardo di Caprio, por ejemplo. Todas sus chicas son rubias, miden dos cabezas más que él, tienen el pelo larguísimo...Y las dos mujeres de Sarkozy, Cecilia y Carla Bruni, son clónicas también».

Le digo a Carmen que también hay mujeres que repiten el prototipo de su padre, aunque ése es otro tipo de fantasma, del que ya habló Freud, que tal vez puede convivir, incluso, con el fantasma del ex. «Desde luego –aprueba Carmen–. Encima del fantasma del padre, las personas que nos hemos casado varias veces o hemos tenido varias relaciones importantes tenemos que soportar también el fantasma del amor anterior». La escritora, en todo caso, se toma el asunto, por más que sea bastante serio, con mucho humor: «Sí, porque yo creo, como Oscar Wilde, que la mejor manera de hablar de las cosas serias es hacerlo en broma. Por eso este libro es un «cazafantasmas» escrito para tratar de neutralizar a esos espectros que nos acosan y nos complican la vida». Teniendo en cuenta que en estos tiempos las parejas se han multiplicado, me pregunto si puede haber más de un fantasma de ex acosando a quien un día compartió sus horas y Carmen me lo explica: «Bueno yo creo que todos los ex van dejando por ahí un espectro; lo que pasa es que, habitualmente, un espectro borra al otro. O sea, cuando ya has tenido dos o tres relaciones suele ser la última la que sigue teniendo una huella poderosa, sobre todo en los hombres. Y creo que ellos se quedan más traumados que las mujeres. Conozco algunos con los que es imposible hablar más de diez minutos sin que salga la ex. Y siempre pienso: ¡Dios mío! ¡Si éste hasta se pensará que puede ligar con esta técnica! Pues no, es lo peor que puede hacer».

El hombre es un ser torpe por naturaleza en esto de las relaciones amorosas. La mujer también..., pero menos. Lo del hombre a veces es tan increíble, que puede parecer falso. «Bueno –sigue Carmen– yo escribí este libro con testimonios reales. Puse un anuncio en el periódico y me llegaba gente contando las historias más peregrinas. Recuerdo que una me contó que su ex la llamó para decirle que se iba a casar, ¡y para que le dijera dónde se había hecho el traje con el que ella se había casado con él, porque era tan divino que quería uno igual para la que iba a convertirse ahora en su mujer!». Está claro que hay que apartar los fantasmas de los ex a manotazos. Pero a veces vuelven y hay quien se plantea si sería una buena idea retomar aquello que un día se terminó. «Eso puede pasar –asegura Carmen–. Hay gente que piensa en el begin the begin... Pero la mayoría de las veces se vuelve a una relación que ya está muerta y no se puede resucitar. Hay un dicho chino que a mí siempre me ha parecido muy gráfico que es ese que dice que un jarrón se puede reconstruir y quedar aparentemente perfecto...¡pero nunca podrá volver a contener perfume!»... Pues eso es lo que pasa con las relaciones: tú puedes creer que aquello está reconstruido, pero a la primera de cambio aparecen los agravios, los rencores, el miedo, la envidia...» Saber localizar a los fantasmas de los ex está bien, pero lo importante es poder luchar contra ellos...¡Y vencerlos! ¿Cómo se puede lograr? «Pues por ejemplo –asegura Carmen– si nos enamoramos con una canción de Bob Dylan y cada vez que la oímos es como una puñalada en el pecho y se nos caen los lagrimones, nada como que oigamos la canción sin parar, hasta que la aborrezcamos. Porque hay que saber una cosa: en este mundo cruel hasta los recuerdos más maravillosos se gastan. Y es en ese momento cuando hay que eliminarlos».