Familia
Cayetano Martínez de Irujo arremete ahora contra su madre
Arrea duro revelando que «mi hermano Carlos no me echó de Liria, pero me invitó a irme». Acusa descubriendo que su madre admiraba al fuerte e ignoraba al débil: «Jesús Aguirre fue nefasto para la Casa de Alba e impuso un desgobierno económico», denuncia en «Vanity Fair» al entrevistador Martín Bianchi. El repudio fraterno al ex cura y segundo marido de la duquesa lo conocíamos todos. Ninguno lo ocultaba y asegura que la gestión de Aguirre «fue un desvalijo».
El duque de Arjona, título del que se ufana porque nadie había recibido algo así sino por herencia y su madre se lo cedió viva y coleando, guardó encono a lo largo de los años, siempre considerado el preferido de Cayetana, a la que mucho se parecía en carácter y brusquedad con la Prensa. Una predilección que ella repartía con Eugenita, que suponía su ojo izquierdo. Durante años lo consideraron el mejor partido de España, el soltero de oro por físico y familia, y le envidiaron sus siete años al lado de Katia Cañedo, la que más duró y comprendió su necesidad de cariño ante el despego materno habitual en la sociedad de aquella época. Los criaban las «nannys» y apenas existía intimidad madre-hijos.
Tras muchas intentonas y con dos niños de cinco años, obligado por la duquesa, acabó casándose con la plebeya Genoveva Casanova, actual pareja de ida y vuelta de José María Michavila. Se soportaron a trancas y barrancas sólo dos años para gran disgusto de la tuteladora mamá. Fue el último gran bodón celebrado en el histórico palacio de Dueñas. La residencia preferida de Cayetana, que acabó instalándose a la sombra de la Giralda porque se «aburría mucho en Madrid»; le cargaba su sociedad. En la ciudad andaluza tenía un grupo encabezado por la animada marquesa de Saltillo y comían fuera una vez a la semana. «Nunca gastábamos más de 50 euros, lo fijó Cayetana», me cuenta Saltillo añorando aquellos esparcimientos cotillas, donde se ponían al día, como ahora Cayetano hace descubriéndo secretos de familia, como que su ceguera por Mar Flores desató una tormenta aristocrática. No le gustaba a su madre tras su estafa a Fernández Tapias, al que compartió con Lequio. Luego se portó muy bien cuando el duque fue internado e hizo de abnegada enfermera. La impuso en la boda de Carlos Huéscar y Mati Solis, la sentó en el banco familiar y ella desafió el rechazo latente provocando bajo una mantilla azul. Lástima que el duque no ahonde mas en qué provocó su ruptura. Lo guardará para una segunda parte.
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