Patrimonio

Cayetano Martínez: «He llorado mucho, ahora necesito divertirme»

Presenta la carne de vacuno con sello Casa de Alba, que se puede degustar en los espacios del Grupo La Máquina.

Cayetano Martínez de Irujo, ayer, durante la presentación de la carne
Cayetano Martínez de Irujo, ayer, durante la presentación de la carnelarazon

Presenta la carne de vacuno con sello Casa de Alba, que se puede degustar en los espacios del Grupo La Máquina.

El conde de Salvatierra nos cita en el restaurante La Esquina, templo de referencia para degustar una buena carne en la capital. La suya lo es y la hemos probado. Son las once de la mañana y la idea es catar el lomo de vaca Casa de Alba y la carne de capón, materias primas que ya se encuentran en los espacios del Grupo La Máquina y que forman parte de la séptima línea de productos «fine food», tras el lanzamiento del aceite de oliva virgen extra, la cerveza artesanal, los ibéricos, los dulces y pastas, los turrones y la miel.

«Me encuentro mejor que nunca. Enrique Moreno me salvó la vida. Me extrajo el intestino, lo limpió y me dejó como nuevo. He vuelto a la vida, voy al gimnasio, he vuelto a montar a caballo y he empezado a correr. Sin embargo, lo mejor es que todos los alimentos me sientan bien». Con estas palabras, Cayetano Martínez de Irujo tranquilizó ayer a los asistentes a la cita aún preocupados por su estado de salud.

Un camino complicado

La carne, junto con el aceite, es uno de los pilares clave del proyecto de productos gourmet que dirige: «Llegar hasta aquí ha sido complicado. Mis hermanos, con los que he firmado un acuerdo, tenían que ver primero que les compensa vender la carne a la marca», afirma Cayetano, quien explica que la sociedad matriz de la familia es Casa de Alba, de la que él disfruta un 55 por ciento, mientras que el Duque de Alba, un 45, con el fin de poder gestionar la línea de productos, para la que ha creado otra de nombre Condado de Salvatierra. El proyecto es una pata del cambio de la Casa de Alba, lo mismo que la apertura al público del Palacio de Dueñas (la entrada cuesta 8 euros). Un compromiso que la familia tenía con la Junta de Andalucía, ya que el edificio ha sido denominado Bien de Interés cultural: «Al faltar ella, es nuestra obligación mostrarlo. Los ingresos van a ser importantes para el nuevo funcionamiento de la Casa, ya que se esperan entre 150.000 y 200.000 visitantes al año. Se abre la parte de abajo, mientras que la de arriba seguirá como espacio privado. De este modo, el último salón, el mismo en el que ella bailaba, será un museo, que acogerá todos sus trajes de flamenca y demás vestuario habitual», añade.

Una relación cercana

Esta Semana Santa no se dejará ver por Sevilla, a pesar de ser hermano de la procesión de los Gitanos y de la Trinidad. «Este año he llorado y sufrido mucho, necesito divertirme. Nunca voy a la Feria y esta vez allí estaré. Necesito alegría, disfrutar». Como lo hacía en Liria con su madre en vida. Cuenta que ella era quien proponía todas las mañanas el menú para el almuerzo y para la cena del día, que formó a numerosas cocineras y que atesoraba grandes libros de recetas. La echa de menos, repite: «Me cuesta superarlo, porque mi relación con ella fue muy cercana. Se apoyó mucho en mí, y eso que escuchó a poca gente. Quizá, a su padre, al Rey Juan Carlos y a mí. Estaría orgullosa de este proyecto», confiesa frente a un chuletón. Una delicia nacional, ahora que nos invaden las materias primas foráneas.