Alemania

Christian Lindner: El Daniel Craig alemán y futuro socio de Merkel

Compró su primer Porsche con tan solo 19 años tras montar su primera empresa. Ahora, con 38, podría convertirse en el próximo ministro de Finanzas de Alemania. Se autodefine como «un solucionador de problemas»

Algunos analistas de su país le acusan de haber centrado la campaña en su físico más que en un programa de gobierno
Algunos analistas de su país le acusan de haber centrado la campaña en su físico más que en un programa de gobiernolarazon

Compró su primer Porsche con tan solo 19 años tras montar su primera empresa. Ahora, con 38, podría convertirse en el próximo ministro de Finanzas de Alemania. Se autodefine como «un solucionador de problemas»

A las tres de la tarde ya no queda ningún asiento libre en la sala de conferencias de la Universidad Georg-August de Gotinga. La expectación es enorme ante la conferencia que bajo el título «Una República de oportunidades» está todavía a una hora de empezar. Los últimos en llegar, aunque sea de pie, se afanan en buscar un lugar tras las últimas butacas. Muchos ni siquiera conocen el tema de la charla pero todos saben que el ponente es Christian Lindner. Cuando el líder del Partido Liberal (FDP) sale a escena recuerda al primer acorde en un concierto de rock. Lindner habla de digitalización, de educación superior, sobre la necesidad de triunfar. A menudo emplea el término «humildad» y al concluir la charla accede de buen grado a hacerse fotos con los asistentes. La imagen del líder queda ahora muy distante de la modestia. Ya es más de autoconfianza. La misma que inspira la raya de su chaqueta que, tras más de una hora en exacerbada charla, se mantiene impoluta. Quedaron muchas, pero de esa tarde destacó una fotografía que describe a un Lindner de espaldas, dirigiéndose a un auditorio donde todos y cada uno de los asistentes clavan absortos sus miradas en el político. Para ellos es un referente. En un momento en el que Alemania cabalga a buen ritmo en su posición de primera potencia europea y las reglas del juego se han volcado a favor de unas reglas que reniegan de la vieja escuela para apoyarse en el papel de las nuevas tecnologías, muchos alemanes aspiran a ser como él. Todos ellos albergan un Christian Lindner. Principalmente los jóvenes, que ven en el político el perfil a seguir. El de aquel que compró su primer Porsche –un Boxster 2.5 negro de segunda mano– con tan solo 19 años. Antes ya condujo un BMW 318is. Justo cuando cumplió la mayoría de edad y montó su propia empresa. Luego vino el salto a la política que ahora, a sus 38 años y si prosperan las negociaciones de coalición, le verá convertirse en el próximo ministro de Finanzas. Una fulgurante carrera con la que sueñan muchos de aquellos que con su voto consiguieron elevar al FDP desde los infiernos.

Christian Lindner nació en Wuppertal, en el este de Alemania, el 7 de enero de 1979 y creció en Wermelskirchen, donde fue a la escuela. Años después, Ulrich Schäfer –uno de sus profesores– se refirió a él como «un estudiante normal». Con solo 14 años tomó dos decisiones. La primera, ponerse a régimen, ya que, tal y como reconoció a la revista alemana «Bunte», pesaba casi cien kilos. Tras año y medio de jogging y dieta estricta alcanzó una de sus primeras metas: perder 30 y ser delgado. Lindner no fue siempre el carismático hombre que se dejó retratar con barba de tres días por el afamado fotógrafo Olaf Heine para los carteles electorales. «Ahora mido 1,86 y peso 80 kilos», añade. Pero por aquel entonces, a los 16, también decidió meterse en la política y se afilió al FDP. Años después, durante el instituto, fundó su primera empresa: una agencia de relaciones públicas. Una primera inmersión en el mundo empresarial que le permitió dar rienda suelta a su mayor afición, los automóviles, y conocer las dos caras del «business». Con su segunda empresa tuvo que firmar la insolvencia.

Imagen de triunfador

No obstante, mientras la canciller Angela Merkel reconoce que le encanta cocinar sopa de patata y el líder del Partido Socialdemócrata, Martin Schulz, ha hablado de sus pasados problemas con el alcohol, Lindner apenas dice nada sobre sí mismo. «Ustedes no me eligen por mi sopa de patatas, sino como un solucionador de problemas», replica. Según la prensa alemana, a Lindner no le gusta recordar la historia del fracaso de su compañía, acaso por no entorpecer sus planes y su imagen de triunfador. Después del bachillerato, estudió ciencias políticas en la Universidad de Bonn. Una carrera que le llevó a ser miembro de la Junta Ejecutiva del FDP en el Renania del Norte-Westfalia desde donde alcanzó la secretaría general de ese estado. Por aquel tiempo salía con la periodista Dagmar Rosenfeld-Lindner, con quien se casó en 2011. No tienen hijos. 2013 marcó un punto de inflexión para Lindner. Ese año, el FDP –tras una debacle electoral–abandonó el Parlamento alemán. Solo un día después, presentó su candidatura a la presidencia del partido. «No podía ser que el poder de la libertad no estuviera representado en el Parlamento», aseguró entonces. Dos meses después fue elegido presidente del FDP.

Lo siguiente es una historia que está todavía a medio camino de escribirse. El líder de los liberales ha supuesto una auténtica revolución dentro de su partido al llevarlo de vuelta al Bundestag. Su premisa, «reinventarse o desaparecer», y apostó para ello por un aire de frescura que aleja al FDP de su añeja imagen de partido de las corporaciones para convertirlo en la formación de los emprendedores.