Luis del Olmo

Cristina Cifuentes, un paraguas que marcó el paso

Cifuentes paseó un paraguas con la bandera nacional durante el desfile
Cifuentes paseó un paraguas con la bandera nacional durante el desfilelarazon

Fue un gesto brillante, patriótico, valiente e inédito. Deberían promocionarlo, por qué no comercializarlo, como vistosa y llamativa Marca España que no acaba de impactar. Sin embargo, lo hizo el paraguas rojigualdo que protegió a la presidenta madrileña durante el desfile de la Fiesta Nacional, antaño Día de la Raza–variopinta, claro–, o luego la superada por nosotros Fiesta de la Hispanidad, que los presuntamente oprimidos por la España Imperial, donde no se ponía el sol, fuera festejan como algo propio. De ahí que el gesto protector de Cristina Cifuentes destacara entre negruras paragüeras casi funerarias. Un reflejo de cómo es ella de vital. Igual ocurre con Susana Díaz, que atrajo mas corrillos periodísticos que el presidente en funciones. Muy al aire de su colega madrileña, vistió de rojo festivo, alegre y animador. Lo remarcó María Teresa Álvarez, viuda del inolvidable Sabino Fernández Campo. Detenida en el tiempo y en los recuerdos, llegaba de Roma.

«¿Otra vez, qué te enamora de Roma aparte de sus ruinas?», indagué. «Pero hay algunas en pie y con una belleza eterna», dijo con sonrisa enigmática que me hizo fantasear. En noviembre lanza novela histórica sobre Urraca, reina de Asturias en el siglo XII. La actual Princesa de Asturias y su hermana encantaron durante el desfile previo al besamanos de Felipe y Letizia. «Es la reina de la casa», opinaron empleados del Palacio Real. Con 3.000 invitados batió récords, hubo cinco controles de entrada, formaban grupos alejando a los «en funciones». Sólo los tuvimos a mano en lo antaño «copa de vino español». «Todo ha cambiado mucho», casi lamentaba uno de los camareros, bandeja en mano.

Lo hacían cautivados por Susana y Cristina, políticas de tomo y lomo. Ya no digamos por la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría, con sonrisa ganadora de votos. Encantó su pelo cortado, casi como el de Esperanza Aguirre, que se quejaba de que «cada vez que en el desfile nos levantábamos ante algún himno, se empapaba el asiento. Tengo el trasero en remojo», mostró señalando el brocado estampado de su traje verde mientras la mayoría posaba ante el enorme Antonio López, parece que finalmente rematado. Lleva fecha de l994 a 2014. Colocado frente a la silla de montar de Carlos V (1530), plasma a la Familia Real con Cristina en gesto como mal oliendo; Elena, sutil; Juan Carlos rotundo como un sheriff de western; Doña Sofía sin alterarse, tal como siempre, y Felipe, un tanto rígido. Delante se hicieron fotos desde Ana Rosa a Luis del Olmo, Sandra Golpe o Susana Grisso, tan de negro, pero sin sexy. La reina de la mañana televisiva iba en cuero con la espalda en celosía. «Me puse de blanco y cambié ante la lluvia y el frío», contó ante Martín Villa y Víctor Ullate. Luis del Olmo presumió del encanto «meigo» de Merche, también ángel de la guarda como Cuxa de Mariano Puig Jr. Eran felicitados por el bodón –ese sí es el enlace del año– haciéndolos consuegros de Ana Botín.

Por allí, blanquinegra y tímida, andaba Paloma O´Shea, mientras el duque de Alba, coqueto, se quejaba de que ha engordado. Se mostró jovial al debutar en palacio como titular. Lo reconoció Araceli Garcia Vargas ante un De Guindos huraño, ella de «pendentif» de esmeraldas, regalo del ex ministro «por mis 60 años. Espero el de los 70, que están cerca», sonrió junto a Maria José Montiel, con la falda más acampanada, y ante Ana del Palacio, con la que quedé en Madrid o Bruselas «para tirar de la manta». Es vieja y cálida amiga.

La que fuera directora de Relaciones con los Medios de Comunicación de la Casa del Rey, Asunción Valdés, destacó en brocado crema. «En esta Casa aprendimos mucho», aclaró cerca de Alberto Ruiz-Gallardón, recién llegado de México con Mar Utrera. «Me olvidé de la política tras una vida en ella», enfatizó. Casan a su tercer hijo, Ignacio. Corcuera era felicitada por ser revelación televisiva «porque se necesita un par para soltar lo que dices». Claroscuros palaciegos. Faltó Goya pero Antonio López tampoco está mal. Su familia real retrata más de lo que se ve.