Moda

Davidelfín: La marca vuelve a la vida

La firma, creada en 2001, continuará en manos de los tres hermanos Postigo tras el fallecimiento, hace cuatro meses, de la modelo y, la semana pasada, del diseñador. Y es que si algo ha demostrado la industria de la moda es que se puede seguir adelante sin su creador, como fueron los casos de McQueen y Moschino.

UN LUCHADOR HASTA EL FINAL. El diseñador malagueño no sucumbió ni se rindió nunca ante la enfermedad
UN LUCHADOR HASTA EL FINAL. El diseñador malagueño no sucumbió ni se rindió nunca ante la enfermedadlarazon

La firma, creada en 2001, continuará en manos de los tres hermanos Postigo tras el fallecimiento, hace cuatro meses, de la modelo y, la semana pasada, del diseñador. Y es que si algo ha demostrado la industria de la moda es que se puede seguir adelante sin su creador, como fueron los casos de McQueen y Moschino.

En enero de 2015 todo cambió para Diego David Domínguez González y también para David Delfín. Ese día el diseñador y su pareja, Pablo Sáez, se enfrentaban al impacto que les produjo conocer que un cúmulo de células malignas se había atrincherado en el cuerpo del malagueño. Las consecuencias de tener una espada de Damocles con fecha grabada también afectaban a la marca que en 2001 crearon los tres hermanos Postigo: Deborah, Gorka y Diego, más Bimba Bosé y David. Bimba fue la primera en irse, por la misma enfermedad, cáncer. David le ha sobrevivido cuatro meses y ahora la marca que los cinco amigos pusieron en marcha queda en manos de los tres hermanos Postigo. El sábado pasado Gorka Postigo confirmaba a LA RAZÓN que la firma continuará de la forma discreta que ha tenido en el último año y medio, es decir, con tienda virtual, por internet.

La representación de la imagen de Davidelfín, desde su creación hace 16 años, ha recaído siempre sobre las espaldas de Bimba y de David. Al desaparecer ambos en un corto espacio de tiempo, la decisión comercial de qué hacer con ella ahora recae en los tres socios que viven. Hasta ahora los tres hermanos tenían funciones en la sombra y repartidas. Deborah llevó la comunicación durante seis años. Hace diez le pasó las competencias a Macarena Blanchón, ya que decidió ir desligándose del negocio cuando tuvo un hijo y se inclinó por dedicarse a la familia. Diego, que fue marido de Bimba y con ella tuvo dos hijas, se encargaba de hacer los vídeos y los rodajes, y Gorka, que es fotógrafo de moda y fue pareja de Delfín, se encargaba de la fotografía. Bimba y David, David y Bimba. Tanto monta, monta tanto. Eran el motor creativo, los que daban sentido a DD (Davidelfín). Tanto es así que cuando a ambos les comunicaron que tenían cáncer no dejaron de trabajar, pero a otro ritmo y con otras prioridades. De ahí que la firma pasara a un segundo plano.

Después de aquel desfile llamado «Mentiras» en la Mercedes Benz Fashion Week Madrid, en el que David mostraba sus propuestas para otoño-invierno 2016, encerraba una cruda metáfora. Sería, sin que nadie lo sospechase, su último desfile. El propio David lo explicaba en una entrevista a LA RAZÓN el año pasado: «Empecé con todo este lío el 20 de enero de este año (2016). Ocho días después salía del hospital y mi último desfile en Cibeles, “Mentiras”, fue dos semanas más tarde. Al día siguiente me hacían una resonancia y nadie se enteró de lo que me pasaba. En mi pasarela había un bolso con una frase de Freud, «Amar y trabajar», y básicamente eso es lo que trato de hacer». El 5 de abril, dos meses después de su último desfile, le operaban en la Fundación Jiménez Díaz de Madrid de tres tumores cerebrales. Desde entonces, y mientras sus fuerzas se lo permitieron, estuvo acudiendo a su taller de la calle Montera, 32, en Madrid. Como él mismo aseguraba hace un año: «Voy para darles apoyo moral, así me aireo y no me quedo en casa como un vegetal. Recién operado era un cuelgue porque entendía todo, pero no podía hablar y la gente me miraba porque hablaba raro. Podía estar en una conversación, aunque no participar de ella».

Luego, en los últimos meses en los que ya no podía salir a la calle, y desde su atalaya instalada en su cama, aprobaba todas las reediciones de camisetas y sudaderas que se vendían en su tienda «on line». Aún le quedaron fuerzas para preparar una colección pendiente de zapatos para la firma alicantina Unisa. Los primeros zapatos de esa colaboración, que había firmado antes de conocer la enfermedad, se vieron en su desfile «Psoas». Era una edición limitada compuesta por dos modelos, Bambi y Nippon, para el verano de 2016. La siguiente fue el premonitorio modelo «Impass» para el invierno de ese mismo año, que no salió a la venta y se hizo para el desfile «Mentiras». Y la última, póstuma y limitada, se pondrá a la venta el 7 de septiembre y fue una colección diseñada por Delfín hace un año para el otoño-invierno 2017/2018. Dada la concienciación con la enfermedad que estaban sufriendo tanto él como Bimba, decidió que el 100 por 100 de los beneficios de su venta fuera donado a la Asociación Española Contra el Cáncer por acuerdo expreso del diseñador y los responsables de Unisa. Hace un par de meses, cuando su alter ego, Bimba, murió, las pocas fuerzas que le quedaban fueron para crear una camiseta en homenaje a su amiga.

Igual que cuesta borrar los WhatsApp que aún sus amigos conservan con conversaciones mantenidas con Bimba y David, costará tomar decisiones sobre una firma que desde su aparición en el mundo de la moda ha servido de revulsivo textil. Gracias a la ingente producción del talento de David, los socios de la marca cuentan con un interesante patrimonio del que poder tirar si, como nos confirma Gorka Postigo, deciden seguir adelante con ella. La industria de la moda nos ha enseñado que es difícil que una marca continue sin su creador. Ahí están los ejemplos de McQueen y de Moschino.

Fuerzas de voluntad

Dada la gravedad del parte médico que acompañó a Delfín en su último año y medio y, aunque se aferrase a la vida como lo hizo porque siempre les quedó a él y a sus amigos la esperanza de poder vencer al cáncer, lo normal es que quisiera dejar las cosas atadas con respecto a la continuidad de la firma. Como él mismo contaba en la última entrevista que concedió a LA RAZÓN: «No hay que sucumbir a la enfermedad. Hay veces que mi mano derecha no me ayuda y cuando quiero cortar un filete lo intento hasta el final y cuando ya no puedo más le digo a Pablo: ‘‘anda, córtame el puto filete este’’, pero yo no me rindo».

A pesar de esa fuerza de voluntad con la que se enfrentaba a las secuelas del cáncer, la realidad era cruda y larga; un año y cuatro meses se ha dilatado, desde que se lo detectaron el 20 de enero de 2016. De ahí que en estos momentos la firma se encuentre mermada y su venta se circunscriba a internet. Hasta este último invierno se vendían sudaderas y camisetas en una tienda multimarca, EKS, de la calle Velázquez, pero ya no les queda ninguna prenda y no han vuelto a reponer. Tampoco la página web, www.davidelfin.com, ha sido actualizada desde hace tiempo.

LA «SASTRERÍA» QUE HIPNOTIZÓ A DELFÍN

En el telefonillo del nº 16 de la madrileña calle Augusto Figueroa aún se puede leer la palabra «sastrería», la misma que años atrás, desde laa primera planta del edificio, hipnotizaba a David Delfín cada vez que pasaba por el portal: «Hace algunos años vivía en la cercana calle Pelayo. Conocía muy bien esta zona y siempre que pasaba por debajo de ese precioso rótulo, en el que se leía “Sastrería”, me quedaba prendado», confesaba ilusionado a la revista «Vogue». Tanto fue así que en febrero de 2013, en plenos desfiles de la Fashion Week, decidió hacer las maletas y trasladar su estudio de Avenida de América al centro de la capital. «Un día en el que volví a pasar por debajo vi un cartel que decía que se alquilaba. Pelayo iba conmigo y fue él quien me animó a llamar, y así lo hice».

David invitaba orgulloso a la Prensa para que le fotografiara en el que se convirtió no solo en su nuevo centro de trabajo, sino también, como él decía, en su segunda casa, donde se refugiaba cada vez que necesitaba encontrar tranquilidad o dar rienda suelta a su imaginación. Por eso, además de máquinas de coser, alfileres y probadores, la llenó de objetos personales que le inspiraban y recreaban el mundo de sus prendas, como una curiosa figura de una bola de nieve abrazada por los personajes de Alicia, el Sombrero, la Liebre de Marzo y el Gato de Cheshire. Y es que si algo le evocaba su nuevo «hogar» era el universo de «Alicia a través del espejo», ya que él, al igual que la protagonista, antes de entrar por primera vez en el taller, siempre fantaseaba con cómo sería el mundo al otro lado de los grandes ventanales que daban a Augusto Figueroa. Así que, cuando ya era suyo, fue uno de los elementos que David no quiso modificar. Al contrario, era su sueño exponer tras ellos sus creaciones y convertirles en sus propios escaparates. Y así lo hizo. Hoy los viandantes sienten un vacío cuando echan la vista arriba y los ven sin maniquíes, sin el pequeño gran Delfín nadando en su pecera. Se le echa de menos, como a Bimba, que también solía bucear junto a él por aquellas aguas.