Famosos
Días de vino y rosas
«Sabina me dedicó en su concierto una canción. Pensé que era muy afortunada y di gracias al cielo», asegura Carmen Lomana
«Sabina me dedicó en su concierto una canción. Pensé que era muy afortunada y di gracias al cielo», asegura Carmen Lomana.
Que no, que he dicho que me niego a comentar el mono tema del referéndum catalán. Los independentistas deben estar encantados de la publicidad que les están dando. Pero se habla menos de ese fascismo que el Gobierno de Puigdemont está practicando con los ciudadanos de acoso y derribo si no bailan al son de su sardana. Es vergonzoso. Ciudadanos tan catalanes como ellos que se sienten perseguidos en sus trabajos. ¿A qué les recuerda esto? No hay nada tan reaccionario, tóxico y antidemocrático como los nacionalismos fanáticos. Es una semilla que fructifica y se extiende rápidamente porque a los seres humanos les gusta creer que son mejores que el vecino, y a la que te descuidas se cargan al que no piensa igual o al que consideran inferior por no tener la misma ideología. En Cataluña impera el silencio y el miedo al futuro, nadie habla de política y de lo que está ocurriendo con unos cuantos que se quieren quedar con el Cortijo entre otras cosas para que, amparados en sus cargos, no los juzguen por tanta tropelía y «mangui» cometidos. El caso de esa siniestra familia Pujol es para rasgarse las vestiduras. No se han tomado medidas cautelares ni retirada de pasaportes. Me doy cuenta de que llevo un rato con el mono tema. Cambio de tercio.
Aquí por el Sur –que ha dado tanta mano de obra a Cataluña– la vida es una delicia en verano. Marbella, con su dulce clima, hace que por las noches refresque tanto que podamos dormir como lirones sin aire acondicionado. Y los chiringuitos, algo tan nuestro donde tomar sus deliciosas frituras de pescado que milagrosamente nunca sientan mal porque aquí saben freír, unido a que este año el mar está cristalino y sin un atisbo de medusas; pues la vida, como decía la canción de Marisol, es una «Tómbola». Desde que llegué he bailado, reído y disfrutado más que en el resto del año. A este disfrute se ha unido el hecho de que el 1 de agosto haya sido mi cumpleaños. ¿Que cuántos? Los suficientes. En Wikipedia tengo variedad de fechas de nacimiento y ninguna coincide. Siempre me ha encantado cumplir años y mucho más la fecha en que los cumplo. Es el pistoletazo del verano. Mi madre no pudo elegir mejor día. Los dos últimos años por diferentes motivos, entre ellos la muerte de mi madre, me sentía muy triste y siempre había un ratito para el llanto que tenía que aguantar mi hermana María José cuando llamaba para felicitarme. Recuerdos de maravillosos despertares en nuestra casa de verano en Asturias a veces con Mariachis cantando «Las mañanitas» o mi pandi que venía de madrugada para cantármelas. Con la esperanza de que esto sucediese me acostaba ideal por si tenía que salir a la ventana. Tonterías de chicas, pero ya saben, la coquetería...
¡Este año ha sido maravilloso! Me he sentido muy querida y arropada por mis amigos y seguidores de las redes sociales, a los que quiero agradecer su lealtad y cariño. No me despertaron los mariachis, pero sí una bolsa de Cartier que no esperaba. Cuando abrí el envoltorio y vi la pulsera del amor y la amistad con brillantes, pensé: debe ser una equivocación. Pero no lo era, mi querido amigo Juanfra Sierra había tenido la generosidad de ofrecérmela. Después, una divertida comida en el Marbella Club con mis amigos más queridos: Hubertus Hohenlohe y Simona, Julián Porras, Olivia de Borbón, los Talone, amigos adorados de Portugal, mi queridísimo ex Edmond Foker Van Crayestain, Mario Niebla del Toro, Sandra García San Juan de Starlite e Ignacio, su marido. También amigas polacas y rusas. Hablamos sin parar, nos reímos mucho y Edmond dijo unas palabras que me emocionaron, además del detallazo de aparecer sus hijos con un ramo de rosas blancas. Y si esto no fuese suficiente, Sabina en su concierto me dedicó la canción «que todas las noches sean noches de boda, que todas las lunas sean lunas de miel». Mi ídolo dedicándome una canción. Pensé mirando al cielo de una preciosa noche en Starlite que era muy afortunada y di gracias a la vida.
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