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El artículo de Lomana: En busca del silencio
Siempre he tenido palabras favoritas que me parecen mágicas, quizá es su sonido o que realmente son lugares que existen y sirven de referente en el lenguaje coloquial como cuando decimos «estás en Babia». Babia es uno de mis lugares favoritos en la montaña de León, también Jauja o Las Batuecas, por sus nombres rotundos. Otros nombres que me fascinan son Maracaibo y Samarkanda. Me hacen soñar con paraísos perdidos que siempre imagino sin personas. Como acertadamente dice mi admirado escritor Julio Llamazares, «la gente lo estropeamos todo». Allí donde el hombre planta sus reales empieza a llenarse de basura, ruido y contaminación. No hay un lujo mayor que el silencio. Escribo con un ruido infernal porque a una señora se le ha ocurrido destrozar el maravilloso piso que ha comprado para cambiar los suelos de mármol y madera por no sabemos qué modernidad, volviéndonos locos a los vecinos.
Estos días también se ha comentado en algunos foros de opinión como el programa «Amigas y conocidas», al que acudí como invitada, las declaraciones de Diana de Gales a la BBC en las que, con cara de pena y un maquillaje que acentuaba sus ojeras –todo muy medido para causar pena–, confesaba que ella también fue infiel, algo bajo mi punto de vista absolutamente innecesario. Si uno es infiel no vale sólo con ser discreto. También hay que ser mudo. Y mucho más si eres la madre del futuro rey de Inglaterra. Nunca entenderé por qué lo hizo. A partir de ese momento se desataron todo tipo de especulaciones y comentarios sobre si el príncipe Harry era hijo de Carlos o de James Hewitt dado el enorme parecido con este último, hasta el punto de que Harry y Guillermo se sometieron a pruebas de ADN para comprobar que ambos eran hijos legítimos de Carlos. Los resultados verdaderos nunca los sabremos.
En esa época mis amigos de Londres no hablaban de otra cosa, era el tema recurrente en cualquier reunión. Porque el cotilleo es exactamente igual en todo el mundo y Diana de Gales dio mucha carnaza. Tuvo varios amantes, entre otros, John John Kennedy, en 1995. Se conocieron en una entrevista que hizo a la Princesa de Gales para su revista «George». Mantuvieron contacto una temporada, pero al año siguiente Kennedy se casó con Caroline Bessette. También amigos de Diana sostienen que su gran amor fue un médico paquistaní llamado Hasnat Khan, del que fue inseparable hasta 1997, en que el cirujano rompe la relación. Ese desamor hizo que Diana se lanzara en brazos del playboy Dodi al Fayed. La relación de la princesa con hombres musulmanes provocó un enfrentamiento con su madre por el cual no volvieron a hablarse. La princesa de Gales no fue ninguna ñoña ni una mujer que no disfrutase de la vida y el amor a pesar de la imagen de víctima que proyectaba.
Mi semana ha terminado con la alegría de recibir el premio, de la mítica discoteca Why Not que es como nuestro estudio 54 en versión madrileña. Gracias, fue una noche mágica y llena de amigos. Y gracias también a Isabel Abdo por la magnífica Pasarela de LA RAZÓN, que cada año se supera. Ahora toca seguir trabajando en mi mercadillo solidario, que abre sus puertas el lunes a las 11 en «Moda Shopping» , en Castellana 95 y General Perón 40. Os espero.
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