Artistas
El artículo de Lomana: Más es más y menos es aburrido
Alguien escribió que las arrugas del espíritu nos hacen más viejos que las de la cara. O lo que es lo mismo: los genes no importan tanto como la actitud, que es la base de todo. Ser sexy es una actitud; ser joven, también. Hay que desafiar la fecha de nacimiento. No tener tiempo para cumplir años ni pensar en ello demasiado y, desde luego, olvidarse de esa frase que aborrezco y que está fuera de mi vocabulario: «A mi edad esto no lo puedo hacer». ¿Qué edad es ésa? Se lo he escuchado a gente de 40 y eso es actitud negativa. La personalidad y el talento no disminuyen con el paso del tiempo, sino todo lo contrario. La sabiduría que da tener un «background» intenso y lleno de amor, sufrimiento, alegría y múltiples experiencias te otorga el descaro de no tener que demostrar nada a nadie. Estoy en contra de que la gente mayor busque un apacible retiro. Si no entiendes la época que te toca vivir, te fosilizas. Nunca el ser humano ha tenido tantos medios a su alcance para llevar una vida saludable, ni tantos impactos visuales ayudados por la informática. Indudablemente, la genética juega un gran papel, pero no uno tan importante como el de la actitud. «Más es más y menos es aburrido», dijo Iris Apfel, la americana de 95 años que sigue siendo un referente de opinión y estilo y que desde luego no se pierde ni un evento en Nueva York.
Ayer vi una película bellísima desde el punto de vista estético, pero, en mi opinión, bastante depresiva. Dirigida por el italiano Paolo Sorrentino, se llama «La juventud», una palabra sobrevalorada, como si fuese la panacea de la felicidad, cuando el verdadero equilibrio suele encontrarse en la madurez. Esta semana se ha hablado mucho de Kirk Douglas, que ha cumplido 100 años, y todos nos preguntamos qué tipo de vida y alimentación llevarán estas personas tan longevas. La respuesta del actor: «Largas charlas con mi mujer y tener muy mal carácter». Una contestación bastante absurda. Douglas nació un 9 de diciembre de 1916, es de origen judío bielorruso y su familia emigró a Nueva York. Su padre era tan pobre que se dedicaba a recoger chatarra y ropa que luego vendía. Él fue buen estudiante y atleta y se matriculó en la escuela de Arte Dramático, y, cumpliendo el sueño americano, llegó a ser una leyenda del cine. A lo largo de su vida ha visto desfilar a 16 inquilinos en la Casa Blanca. Ha sido testigo de dos guerras mundiales, de la Gran Depresión y la crisis del petróleo, de la llegada del hombre a la Luna y del ataque a las Torres Gemelas. ¿Se imaginan lo interesante que tiene que ser sentarse a su lado y que nos cuente algunos capítulos de su vida?
Otro fenómeno, y mi ídolo, es Mick Jagger, que a sus 73 y siendo ya bisabuelo, acaba de ser padre de un niño. Este personaje se ha saltado a la torera todos los consejos en cuanto a vida sana. En sus años de mayor éxito era destructivo, se metía todo tipo de drogas y su grupo tenía fama de satánico. Pero, curiosamente, ha sobrevivido a todos los excesos. La leyenda dice que si ingresas en los Stones parece que ni te mueres, ni engordas ni te quedas calvo. Además, puedes seguir procreando en plena edad de jubilación. De todo esto podemos deducir que la actividad, la ilusión, la capacidad de emocionarte y enamorarte, en definitiva, de vivir cada día como si no hubiese un mañana tiene que estar totalmente presente en nuestras vidas. Y, como decía mi abuela, no hay que gastarse. Así que ya saben: pocas palizas de gimnasio y carreras.
Esta extraña semana me tiene loca. Ya no sé ni en qué día vivo. No me he querido mover de Madrid y fue relajante. Tanto he bajado el ritmo que mi organismo, bastante juerguista de por sí, se ha vengado de tanta tranquilidad con un catarro descomunal y afonía. Estoy con infusiones de limón, jengibre y miel. ¡Un latazo! Y deseando que vuelva el lunes.
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