Patrimonio

El hombre que nunca olvidó que fue pobre

Antonino Fernández, presidente del Grupo Modelo y originario de un pueblo de León, del que ejerció de protector, falleció a los 98 años.

Antonino Fernández, junto a una de las creaciones más emblemáticas de la empresa que dirigía, la cerveza Corona
Antonino Fernández, junto a una de las creaciones más emblemáticas de la empresa que dirigía, la cerveza Coronalarazon

Antonino Fernández, presidente del Grupo Modelo y originario de un pueblo de León, del que ejerció de protector, falleció a los 98 años.

Una de las mayores corporaciones cerveceras del mundo, el Grupo Modelo, que emplea a más de 37.000 trabajadores y posee inmobiliarias, empresas de vidrio y de envases de aluminio, fue de propiedad vasca y leonesa hasta 1994, cuando salieron a Bolsa y entraron nuevos socios. El 31 de agosto murió a los 98 años Antonino Fernández, el último presidente leonés de esa compañía puntera a nivel mundial e instalada en México.

Pablo Díez Fernández, un leonés de Vegaquemada, una pequeña aldea de la Ribera del río Porma, a unos 29 kilómetros de León, emigró de España, como tantos otros en época de precariedad, para «hacer las Américas». Díez se instaló en México con fortuna y al poco se convirtió en socio de una empresa cervecera que ya tenían en marcha desde 1922 dos vascos, Iriarte y Oyamburu. Ocho años después las circunstancias empresariales pusieron al leonés al frente de la compañía de la que más tarde se convertiría en propietario. Al no tener hijos, pensó en la familia que había dejado en su pueblo de León y así fue como Antonino Fernández, que con sólo 20 años se había casado con Cinia González Díez, sobrina de don Pablo, se presentó en las instalaciones cerveceras en México dispuesto a trabajar en lo que le mandaran. Tan sólo contaba con su experiencia como policía local en León, ya que había tenido que abandonar los estudios a los 14 años, y en Modelo fue pasando de mozo a encargado y más tarde a administrativo, hasta llegar a presidente del conglomerado empresarial en 1971, sustituyendo a su tío hasta 2005, cuando con 88 años dejó sus cargos ejecutivos.

Apoyo a la educación

Vivió casi toda su vida, cerca de setenta años, en México y su perfil fue siempre muy discreto. El matrimonio no tuvo hijos, pero sí muchos sobrinos de los doce hermanos que dejó Fernández en su pueblo leonés de Cerezales del Condado, donde vino al mundo en diciembre de 1917 en una humilde casa de adobe, que aún se conserva en el pueblo. Antonino tuvo siempre un empeño: la educación. Ya que él no tuvo opción de completar sus estudios, pues a los 14 años le sacaron del colegio, quiso reabrir la escuela en la que había pasado sus primeros años. Así que una vez apartado de la gestión empresarial – aunque tenía el cargo de presidente honorífico vitalicio del Grupo Modelo–, decidió crear la fundación que lleva el nombre de su esposa, Cinia, y el suyo con sede en las antiguas escuelas de su pueblo, cerradas desde los años cincuenta. Dada la despoblación de niños en la comarca, su idea inicial mutó a un espacio para educar a través del arte contemporáneo, la música y la etno-educación. Rehabilitó las antiguas escuelas y dotó a la fundación con 3 millones de euros, que debían ser colocados en fondos de inversión seguros para que los rendimientos generados puedan permitir costear el funcionamiento de ésta.

Otra de sus pasiones fue el arte. Su colección cuenta con obras de Eduardo Arroyo, Chema Madoz, Nelo Vinuesa, Richard Serra y Cristina García Rodero. Fernández pensó que ya que no había niños que pudieran acudir a las escuelas, atraería a los adultos a la cultura. Parece increíble que en una pequeña aldea leonesa de apenas 100 habitantes se desarrollen 100 actividades culturales al año, todas gratuitas, a las que acuden una media anual de 10.000 visitantes. Fernández, un hombre con carácter, llegó a pisar las instalaciones, pero no podrá ver la nueva sede de su fundación, que aún está en construcción y se inaugurará en 2017. Dado su estado de salud, los médicos le desaconsejaron hacer un viaje tan largo para asistir en 2008 a la inauguración de las instalaciones, aún así, estuvo presente por videoconferencia y se paseó vía iPad por las salas el día que su gran legado cultural se abrió al público. En 2010 sí pudo recorrerla en persona; fue el año en que hizo el último viaje a su pueblo y aprovechó para ampliar la dotación económica para expandir su equipamento con otros 3 millones y medio de euros.

Fue un hombre generoso que ejerció de protector de su pueblo y de sus vecinos. Por ejemplo, costeó la canalización de la acequia del pueblo y llevó agua corriente a todas las casas de la aldea. Construyó una bolera y la plaza principal de Cerezales del Condado, por donde le gustaba pasear, sin guardaespaldas, tan sólo con los vecinos, una sobrina y, alguna vez, con su secretario. Viajaba en un coche de alta gama con chófer, pero le gustaba recordar los paseos en mula a los pueblos cercanos en época de fiestas, especialmente cuando se celebraban las romerías por la Virgen del Camino, de la que era devoto. Su obra social no sólo la desarrolló en su pueblo y en México, sino también en la capital, León, donde creó la empresa Soltra, que crea empleo para personas discapacitadas. Por cierto, que mientras vivía en México, y aunque tomaba medidas de seguridad, no estuvo exento de riesgos, ya que en 1977 intentaron secuestrarle y durante el intento frustrado recibió un tiro en una pierna del que a veces se resentía.

El imperio Coronita queda en familia

El Grupo Modelo, cuyos fundadodes fueron españoles que emigraron a México, es hoy el mayor conglomerado cervecero de ese país y uno de los más importantes del mundo. Son los productores de la cerveza más valiosa de América Latina, la Corona, además de producir las marcas Modelo, Pacífico, Negra Modelo y la cerveza León, cuyo nombre es un guiño a la región de donde era oriundo Antonino Fernández. El español fue el encargado de modernizar la empresa que heredó del tío de su esposa y se empeñó en entrenar al personal mexicano para convertir a muchos de ellos en maestros cerveceros que reemplazasen a los alemanes que hasta entonces se encargaban de ese área de la producción. Tras su muerte esta semana, y aunque Fernández no tuvo hijos a quienes legar su ejemplo de trabajo y dedicación, la saga leonesa continúa con el actual presidente del consejo de administración, Carlos Fernández González, también de la familia.