Real Madrid
El peso del apellido Zidane
Por eso fue decisión familiar que Enzo, Luca, Theo y Elyaz, los cuatro futbolistas, fueran inscritos con el apellido materno, Fernández, para evitarles desde benjamines la presión.
Por eso fue decisión familiar que Enzo, Luca, Theo y Elyaz, los cuatro futbolistas, fueran inscritos con el apellido materno, Fernández, para evitarles desde benjamines la presión.
El día que Zinedine Zidane anunciaba su retirada, hace ya casi diez años, para Florentino Pérez la decisión de su ídolo supuso «una tragedia». «Es una pérdida para toda la humanidad», dijo abatido. Su sentimiento de pérdida llegó a tener un tono de depresión. Si por él hubiera sido, el crack francés habría jugado de central, cuando ya el físico no le diera para ruletas mágicas y voleas imposibles, con tal de postergar el que colgara las botas. Pero ese momento se precipitó. El Real Madrid llevaba sin ganar nada tres temporadas y «Zizou», héroe de la Novena, comenzó a sentir que ya no estaba siendo útil para el equipo y se fue un año antes de lo previsto en su contrato y en el mapa mental de Florentino. Como cerebro del club tenía a su álter ego en el césped, Zidane, y el futuro le dictaba que él debía ser el cerebro del banquillo, pero el «5» no tenía intención de ser entrenador.
Por eso, el día que Zidane se plantó y anunció su retirada, Florentino sintió que todos sus sueños se esfumaban. «Estaba dispuesto a pagar mucho más de los 75 millones de euros que costó», aseguró Florentino, que pagó por él el traspaso más alto de la historia del fútbol hasta ese momento. «Estoy orgulloso de decir que la cosa más hermosa de mi carrera de presidente fue traer a Zidane al Madrid. Me gustaría que se acordaran de mí por eso», enfatizó por quien siente devoción. En sus cinco temporadas como jugador madridista, todo empleado del club que le preguntaba por la posibilidad futura de entrenar, como consecuencia lógica de todos aquellos jugadores con una visión de juego privilegiada, recibieron por respuesta la negativa del «5». «No, no quiero entrenar», decía tajante. Veía su futuro cerca de los niños, no como director de estrellas.
En esos días, Zidane excusó que, tras un año sabático, seguiría vinculado al club, pero «lejos del escaparate»; seguiría ligado al fútbol, «pero nunca como entrenador». «No estaré con el primer equipo, ni en primera línea, aunque sí en un proyecto para hacer algo con los niños», anunció. Florentino Pérez, al menos, tuvo la satisfacción de que, en primera instancia, se convirtiera en embajador mundial del Real Madrid.
A diferencia de otros futbolistas de origen humilde, el dinero y la fama, de la que huye para preservar su intimidad, no le han vuelto loco. Es más, Zidane tiene verdadera aversión a sobre exponerse al ámbito público. No le gustan los focos más allá de los que alumbran el césped en los días de partidos.
Orígenes marcados
Es tranquilo, educado y humilde, tres virtudes que son un sello familiar en casa de los Zidane-Fernández. «A mis hijos les enseño que cada uno puede ser una cosa en la vida, pero en el fondo todos somos iguales», alecciona así «Zizou» a Enzo (20), Luca (17), Theo (13) y Elyaz (10). Éso, y que la familia y el trabajo están por encima de todo. Porque al igual que su marido, Veronique, también francesa, tiene marcados a fuego los orígenes de su familia. Es hija de emigrantes andaluces, de Almería, concretamente de una barriada de Lubrín, El Chive, donde acuden todos los veranos para pasar unos días junto a los abuelos, su hermana y sobrinos.
Con esos mimbres, Zidane y Veronique están haciendo un gran trabajo con sus hijos. Los cuatro, los genes mandan –los del padre, claro, porque ninguno ha salido bailarín, como le hubiera gustado a la madre–, son futbolistas y los cuatro juegan en el Real Madrid «por derecho propio», según reconocen y avalan distintos entrenadores de la cantera. «Son unos chavales geniales, conscientes de la influencia y la repercusión de su padre y no hacen ninguna tontería», cuentan a LA RAZÓN. Un comentario referido a los mayores, pues los pequeños aún no han entrado en edades tan públicas ni controvertidas. Pero todos llevan desde el momento que pisaron un césped el peso del apellido, por eso fue decisión familiar que fueran inscritos con el apellido materno para evitarles desde benjamines la presión y el estigma de la continua comparación con su padre.
Son Enzo Fernández y Luca Fernández los que ya están en un fútbol más cercano a la élite. Igual de educados, pero bien distintos. El mayor, centrocampista como el padre; Luca, portero. «Enzo es muy humilde. Tranquilo y reservado como Zidane, al que tiene como un ídolo y por eso le pesa mucho la sombra de su padre, lo que le debilita. Futbolísticamente, tiene la elegancia, la carrera y los regates de su padre... pero claro, juega con más presión que él. Zidane explotó tarde, tuvo su tiempo para acoplar el físico a su habilidad técnica y Enzo no debe tener prisa», dicen del jugador del Castilla. Luca, en el Infantil A, «tiene más personalidad, como la madre; es más cachondo y no ve a su padre como a un ídolo sino como un reto al que superar, lo que le hace más libre».
hacer nuestras cosas, nuestras tonterías...», remarca Zidane.
El parecido de Enzo
Zidane quiere que a sus hijos se les trate como uno más en los equipos de los que forman parte. Él mismo lo ha intentado el tiempo que Enzo ha estado a sus órdenes en el filial. «Son uno más, pero no dejan de ser los hijos de... Hay gente que no les trata como a uno más», reconocen desde Valdebebas.
Quiere que les traten como uno más, pero les inculca que no deben comportarse como uno más. «Jamás hacen alarde de nada. Podrían llegar a Valdebebas y chulear de que se han ido a uno u otro sitio en avión privado y no lo hacen. Nunca echan mano del latiguillo de que son hijos de quienes son. Tienen un sentido de la humildad, de la responsabilidad de ser hijos de quienes son y de no hacer de menos a otros compañeros por su situación económica muy marcado», elogian quienes han vivido con ellos en la Ciudad Deportiva. «El fútbol de ahora para los jóvenes es distinto, también en la forma de relacionarse en la época de las redes sociales. En mi época no existía todo eso. Nos dejaban tranquilos en nuestro rincón. Teníamos la suerte de ser libres, libres de divertirnos, de aprovechar, de