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Enrique Ponce: «Ponerse un traje es cubrirse de espiritualidad»

El diestro vestirá mañana un diseño goyesco de Caprile en el homenaje que recibe en Castellón

Enrique Ponce: «Ponerse un traje es cubrirse de espiritualidad»
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Todas las temporadas taurinas son importantes para un diestro; más aún si la mayoría de ellas suman más que restan en su devenir profesional, como le ocurre a Enrique Ponce. Sin embargo, ésta tiene un plus de emotividad, también de reflexión y mucho de agradecimiento al arte que venera, ya que este año celebra los 25 de alternativa, un 16 de marzo en la Plaza de Valencia. Mañana vivirá también otro momento muy especial al torear la Goyesca en Castellón, para la cual el modisto Lorenzo Caprile ha creado un diseño singular. «Es un vestido muy especial confeccionado por Caprile, que es un gran experto en los trajes de época. De momento, sólo habéis visto el boceto, pero es precioso y muy auténtico y cumple las expectativas que tengo para esa tarde», afirma Enrique Ponce a LA RAZÓN, desde el campo, su hábitat natural, además de los ruedos, donde se aisla antes de las grandes citas.

Su colaboración con Caprile la califica de fantástica, es un tú a tú donde diestro y modisto se respetan. «Le voy dando algunas pinceladas, pero tiene total libertad para inspirarse y desarrollar el diseño. Después me lo enseña y mano a mano vamos viendo los pequeños detalles. Me enseña el bordado, la camisa. Lo que yo siempre elijo es el color. En este caso es muy goyesco. Los vestidos de aquella época eran de tonos claros. En este caso es un marfil que tiende a perla, ya que según la luz que se dé vira de un color o de otro», explica Ponce. Caprile añade varios elementos importantes: «El traje es gris perla en azabache, entallado en la cintura, con abalorios y pasamanería». El modisto buscó la primera inspiración en las esencias: los trajes goyescos, la vestimenta que surgió en Madrid en el siglo XVIII y cuya vigencia se prolongó hasta el XIX y pone especial énfasis en la camisa: «Me fijé en los modelos de la época y llevaban encajes y corbatín –una cinta que se anuda al cuello a modo de corbata–, que no tiene nada que ver con las negras que habitualmente llevan los toreros».

El modisto ha invertido un mes en el traje de Ponce, desde que empiezó a concebir el diseño, la elección de los tejidos, hasta las pruebas. El traje es cien por cien Caprile con una excepción: la taleguilla, de la que se ha encargado su sastrería de confianza, Santos, porque, según el artista, «es un trabajo muy delicado y muy específico en el que entran muchos factores técnicos. No se puede hacer por ciencia infusa, hay que tener unos conocimientos muy precisos». El modisto no quiere obviar el tremendo y elaborado trabajo de los bordados, para el que ha contado con una bordadora del taller, aunque trabaja desde su casa en Chinchón, «que habrá invertido entre 200 y 300 horas».

Piezas de museo

Todo este trabajo no le pasa inadvertido a Ponce, que valora estos trajes en su justa medida porque «para mí son piezas de museo, y así los conservo, en mi museo de recuerdos personales porque sin duda, se convierten en históricos. El año pasado me hicieron una preciosa exposición en el Tendido 11 de Las Ventas en la que se mostraron los más representativos de mis 25 temporadas como matador de toros. Sin duda, el que voy a vestir este sábado formará parte de esta colección». Admira de Caprile su valentía, ya que «hay pocas cosas con las que Lorenzo no se atreva, desde la pasarela a los figurines de obras de teatro». El modisto corresponde a sus halagos calificándole como «un gran artista y una persona excepcional. Nos lo pasamos muy bien trabajando juntos porque, además, nos entendemos perfectamente. Es una colaboración que resulta muy gratificante para mí, desde el punto de vista profesional y también humano porque aprendemos mucho mutuamente».

Mañana, como todas las tardes en las que ya empieza a oler el aroma del albero desde la habitación del hotel donde se viste, Enrique Ponce vivirá el ritual más privado de un torero: vestirse de luces en silencio en un proceso de introversión y concentración donde se intentan exorcizar los malos pensamientos. «Lo comparo con una metamorfosis entre el hombre y el torero. Ponerse un traje es envolverse en una espiritualidad que te lleva al recogimiento. Vas a torear y en el fondo, aunque no lo pienses, te juegues la vida. El toreo es el único arte en el que nunca sabes qué va a pasar», concluye el maestro, que vivirá una de esas jornadas que se quedan registradas en el disco duro de la memoria.

Una colaboración muy sólida

Ésta es la tercera colaboración entre Caprile y Ponce, aunque como dice el modisto «no me importaría repetir todas las veces que él quiera». Fue en la Goyesca de Ronda de 2010 donde vistió el primer diseño de Caprile, que él califica como «el más fiel a las esencias». Repitieron 2 años después para la Goyesca de Murcia, «el más llamativo al ser de color azulón». Para el costurero, el que lucirá mañana es el «más elegante». Ponce elige estos trajes para momentos muy señalados de su carrera. En Ronda cumplía su corrida número 2.000 y en Murcia se conmemoraba el 125 aniversario de ese coso taurino. Ahora, celebra su homenaje en Castellón con un nuevo vestido «que hace justicia al torero», dice Caprile.