Sevilla

Estremera, el hotel Pantoja

La artista ha elegido la madrileña prisión «de la jet-set» para cumplir su condena. La expectación por su llegada ha superado a la de Granados: en el pueblo se frotan ya las manos pensando en su tirón mediático

Isabel Pantoja a la salida de la Audiencia Provincial de Málaga del juicio por el caso Malaya, el pasado 2012 en Málaga
Isabel Pantoja a la salida de la Audiencia Provincial de Málaga del juicio por el caso Malaya, el pasado 2012 en Málagalarazon

Desde hace dos semanas la comarca está revolucionada. Alguien desde dentro del Centro Penitenciario de Estremera ha filtrado lo que entre los trabajadores, funcionarios e internas de confianza era un secreto a voces: que Isabel Pantoja ha solicitado a través de su equipo de abogados ingresar allí. La mal llamada «cárcel de la jet-set» ya es, seguro, el centro elegido por la tonadillera. Noticia que ha hecho frotarse las manos a los vecinos de los pueblos de alrededor pensando en que la nueva presa va a atraer público y, sobre todo, periodistas a sus negocios. Quién sabe si las riquísimas gachas de matanza, los embutidos preparados a la brasa y el crujiente cordero asado van a dejar su sitio en los menús de bares y restaurantes al mítico pollo a la Pantoja, aunque sea por unos meses. Todo sea por aprovechar el tirón mediático.

Como en toda historia, aquí también hay cara y cruz: mientras en la capital van haciendo acomodo a la tonadillera y a su séquito, la puerta de la Cantora se va llenando de pancartas de sus más fieles seguidoras. Con la condena de dos años de prisión por blanqueo de capitales muy presente, las «pantofans» que se han acercado a Medina Sidonia (Cádiz) han dejado ver carteles con leyendas como «Eternamente a tu vera», «Te amamos» y «Odio a la justicia ejemplarizante». Un último aliento de ánimo antes de dejar su finca durante un tiempo.

De momento, lo que está que echa humo son los teléfonos, como los del Hotel MR y el Hotel Atalaya, que no paran de sonar: «Llevan llamando toda la semana preguntando cuánto cuesta la habitación sencilla y la doble con desayuno». Al parecer, esto es lo que gusta y vende, y las agencias de prensa del corazón, alguna revista y varios periódicos están mostrando más interés por el encarcelamiento de Isabel que por el del propio Granados.

A merced de la veterana

La gran preocupación de todos es cómo llegar y hacerse con la imagen de la artista entrando a prisión o, ya con ella dentro, simplemente acercarse al que en breve será el epicentro de la copla en este país. Muy sencillo: hay que madrugar y hacer tantos kilómetros como los familiares del resto de internos. Kiko Rivera, Chabelita o el propio «Tito Agustín» van a tener que recorrer la misma distancia que periodistas y reporteros gráficos. Les avanzo, tanto a allegados como a informadores, que hay varias formas de llegar –al gusto del consumidor–, pero todas requieren de un gran esfuerzo por parte del visitante: ya sea en coche propio por la A-III o desde la madrileña ronda de Atocha –número 12–, donde se puede coger un «confortable» autocar de línea. En el caso de la familia de Isabel Pantoja, queda descartado que «Dj-Kiko» o «Chabelita-Hiltón» vayan a usar esta última opción. Lo normal es que acudan en su vehículo desde Sevilla, Madrid o Sanlúcar de Barrameda.

Me confiesa un funcionario de prisiones que Estremera cuenta con 1.008 celdas y 172 complementarias, pero «Isabel, como cualquier condenada, pasará su primera noche en el módulo de ingresos», ya que cuando una persona llega al centro penitenciario, procedente de la calle o de otra prisión, como será su caso, «debe permanecer una noche en este departamento a la espera de ser entrevistado por los profesionales del equipo técnico, para su identificación (fotos y huellas), cacheo y retención de objetos».

Hay varios módulos de mujeres. Lo normal es que Isabel no acabe con las asesinas ni con presas más violentas, sino con las condenadas por delitos más leves, lo que antes se conocía como «presos comunes». Pero son muchos los que saben que irá rápido a dar con el módulo de respeto. Allí es donde mejor se podrá adaptar a su nueva vida privada de libertad. Como siempre que llega una nueva, se le asignará una «presa de confianza» para evitar que pueda autolesionarse o, quién sabe, intentar quitarse la vida. «No es broma. Son muchas las personas que no saben encajar su nueva rutina y deciden tirar por la calle de en medio. Aunque la Pantoja parece que tiene más cuento que otra cosa...», afirma el funcionario.

Desde que se supo la noticia, los trabajadores y los vecinos del pueblo se lo han tomado con un poco de sorna. Tras el cachondeo inicial llegaron los comentarios de «otra que viene al hotel de cinco estrellas. Va a tener lo que no ha tenido en su vida: gimnasio, piscina, biblioteca, videoteca, enfermería... vamos, todo tipo de lujos». Otros sueñan con «Dj-Kiko» pinchando en las fiestas de Estremera de 2015 –acaban de ser, a finales de octubre– para amortizar tanto viaje a visitar a su madre. Humor negro no le falta a vecinos y funcionarios de prisiones.

Hablando con una persona que entra a diario en el centro, me dice textualmente: «Cuando entre, pasará primero por el módulo de ingresos, pero en un día, o dos, como máximo, acabará en una celda doble. La compartirá con otra presa. Primero será una de confianza y al mes con una normal. Son habitáculos dobles, con una litera de arriba y otra de abajo. Tendrá que elegir o conformarse con lo que su compañera, más veterana, decida. Tienen su lavabo para asearse y un inodoro. Para su ropa y objetos personales contará con unas estanterías y una mesa. De ella va a depender la higiene y los condiciones de salubridad dentro de la celda». Son las propias internas las que se encargan de limpiar su espacio. Pero ¿hay posibilidad de cocinar en la celda? ¿Y de hacerse un café o tener un microondas? «En la celda, nada de cocina».

Isabel puede encontrar una vía para la redención y pasar el tiempo mucho mejor que en los talleres de peluquería o en los de costura. Desde que ingrese, se acabaron las sesiones de madrugada de culebrones venezolanos. Nada de tele por las noches. Se tendrá que adaptar a aquello de levantarse temprano y a un horario estricto de desayunos, comidas y cenas, con siesta incluidas. «Se le acabó el vivir a base de Coca-Cola y jamón de bellota». Isabel podría escapar de la rutina carcelaria y acabar trabajando en la cocina –siempre compaginado con su chorro de voz, que para eso del arte sí que tendrá libertad, siempre a unas horas prudentes–. Me dice una funcionaria que trabajó un par de años en Estremera que «la cocina la llevan los propios internos. Hay un reducido grupo de presas, muy selectas, que son las que tienen el honor de cocinar para las demás internas». Y digo yo, «al final va a acabar haciendo lo que siempre ha querido: cocinar el pollo a la Pantoja».

La gracieta o el chiste fácil entre los vecinos del pueblo desde hace un par de semanas consiste en hacerse unos a otros la siguiente pregunta: «¿Dónde se van a dar las campanadas de Telecinco este año?». Y todos contestan: «¡En Estremera!». El pueblo sueña con ver a Isabel Pantoja, a Kiko Rivera y a Jorge Javier Vázquez brindando desde la cárcel por el nuevo año. ¿Humor negro? Pues sí, «hay gente pá tó».

Prisión de primera

No es del gusto de nadie entrar en prisión, pero si lo haces en la «cárcel de la jet-set», ese dolor se calma en parte. Y no porque la gente que hay dentro tenga más o menos caché, sino por ser una de las prisiones españolas con mejores instalaciones.

- «Habitación» doble

Se acabaron las lujosas «suites» en las que tumbarse después de los conciertos. Ahora toca acomodarse –cuanto antes mejor– en esta celda compartida, con litera y baño incorporado.

- Largos corredores

Una mezcla entre hospital y prisión. Así se podrían definir los interminables pasillos en los que se distribuyen las celdas de las presas de Estremera. Un buen lugar para hacer amigos entre la hora de la comida y la cena.

- Chapuzón en la piscina

No es tiempo de darse un baño al aire libre, pero si la tonadillera aguanta hasta que llegue el buen tiempo, tendrá que tirar de bikini para poder darse un buen chapuzón en las instalaciones de Estremera.

- Patio decorado

Dicen que las cosas siempre pueden ir a peor, y mirando el muro del patio, la frase tiene toda la razón. En vez de una fría pared gris o una vaya oxidada, las reclusas de la «cárcel de la jet-set» cuentan con unos bonitos dibujos.