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Eva González sí le hubiera gustado a Carmen Ordóñez

Cayetano Rivera y la presentadora se dieron el «sí, quiero» ayer en Sevilla y ya los curiosos preguntan si la nueva mujer del torero habría sido del agrado de su madre

Cayetano Rivera y su madre, Carmen Ordóñez, en la primera boda del torero con Blanca Romero, en Gijón
Cayetano Rivera y su madre, Carmen Ordóñez, en la primera boda del torero con Blanca Romero, en Gijónlarazon

Cayetano Rivera y la presentadora se dieron el «sí, quiero» ayer en Sevilla y ya los curiosos preguntan si la nueva mujer del torero habría sido del agrado de su madre

¿Tú crees que Eva González le gustaría a Carmina como mujer de su hijo Cayetano?, me pregunta una compañera. «Y yo qué sé. Es él quien tiene que decirlo». Tras siete años yendo y viniendo, se dieron el «sí, quiero» en una ceremonia sevillana con esplendor hasta en el buen tiempo. Un augurio de la felicidad que reinará en el nuevo matrimonio, donde el torero repite experiencia. La primera, con Blanca Romero, no resultó porque ella lo retiró del mercado.

El bodón de 400 invitados realzó ayer la belleza nada pueblerina escogida como marco. La ciudad asturiana luego sirvió de casi retiro del segundo de «Carmen-forever» (que así la llamábamos los de su entorno), tal Tomasito el modista, Miguel Rueda, para el que trabajó de relaciones públicas en su tienda de Serrano, o la agencia marroquí Difa Tours. Para ella montó uno de los primeros vuelos directos Madrid-Marrakech y hasta allí nos fuimos Pitita Ridruejo –a quien se echa a faltar en los saraos con Miky–, la esposa de Eugenio Fontán, ya no en la SER sino en Radio-España, y algunos más. Nos hospedó en La Mamunia, cuya piscina nos dejó el recuerdo de ver a Saint-Laurent al borde del agua degustando una ensalada ¡con cuchara! Nos quedamos a cuadros ante la decadencia de uno de los grandes de la alta costura, que entonces era vecino a Adolfo de Velasco, compadre de Carmen. Luego repetí con ella cuando con De Velasco hizo un «flamenquito» inaugural del bodón entre la hija de Rostropovich y uno de los herederos Hermés. No le agradeceré bastante a Carmen incluirme entre los invitados en esa ocasión en que Carmen Rossi puso de largo internacional su incipiente romance con Jean Marie Rossi. Propició que los tejados anexos a La Mamunia estuvieran plagados de paparazzi. Era la época en la que Alfredo Fraile, entonces colaborador de Filali, lanzó el eslogan afortunadísimo de «Marruecos, paraíso de los sentidos».

Me vuelven a preguntar: «¿Le gustaría Eva a Carmen?». Yo pienso que sí, porque cumple lo que Eugenia Alba no tenía: morena belleza española, simpatía, crédito televisivo –ganado en «La Copla» del ruinoso Canal Sur– y haber sido Miss España. Fue la primera escogida en la Marina D’Or, donde Jesús Ger gastó algo más que dinero. Lo viví con Naomi Campbell, gran atractivo extra, y Carmen Sevilla, hoy en horas bajísimas. «Pero, ¿nos dirás de una vez si Eva gustaría a Carmen?». «Pues sí, de momento reúne todos los requisitos. Peor resultó con Blanca, que cortó en Cayetano cualquier iniciativa de montar un estudio de grabaciones. Un amor aplastador, que aún no soñaba con continuar la saga en la que el abuelo Ordóñez fue único y Paquirri sobresalió por valiente y guaperas. Quienes compartieron su felicidad con Carmen –tal Charo Vega o Lolita– sostienen que él la quiso hasta el fatídico 26 de septiembre.

Ya voy con lo de si Eva le gustaría a Carmen, madrina de aquella boda gijonense. Es un gentilicio que ella nunca aprendió, porque a su nuera siempre la llamó «la jijonenca». «Carmen, que es gijonesa o gijonense», le advertíamos. «Es la “jijonenca” porque es dura como el turrón de almendra», remachaba. También al principio adoró a la duquesita y tragó sapos al ver a Paquirrín agregado a un grupo familiar digno de Goya o Berlanga, con Cayetana bajo mantilla española. Carmen rompió moldes bajo encaje azul Klein, tonalidad hoy tan de moda. Deslumbró tal Eugenia en el altar mayor de la catedral bética, luego negado a Rafael Medina para casarse con Laura Vecino. De ahí que le cambiase el sombrío palacio-panteón, que los Medinaceli tienen en Toledo y que guarda en sus sotanos las tumbas familiares, por lo que entonces se dijo que «los invitados de Rafa bailaban sobre toda la dinastía». Maldades fuera de lugar, como las reticiencias de ahora con Eva. Cuando la eligieron Miss España, ella mantenía noviazgo con Antobio Roldán, un policía municipal. «Pues romperéis», le pronostiqué. «¡Qué va, le adoro!», replicó. Pero tardaron seis meses en deshacer su compromiso. Luego vendrían Iker Casillas, con cuatro años problemáticos, y también Dani Martín. Estuve con Cayetano cuando recibió el premio Icom al mejor torero. Le deseé suerte como a la hora de matar con un toreo elegante y pensé entonces que Carmen adoraría a Eva, como al principio lo hizo con Eugenia. Les auguro larga y bien llevada convivencia. Lo siento por los malpensantes. Peor se entendería con Lourdes Montes, tan medio pelo.