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José Bono Rodríguez: «Sofía es la mejor herencia que pueden dejarme mis padres»

José Bono Rodríguez / Jinete. Entregado a la gestión del negocio familiar y a sus clases de hípica, confiesa sentirse más un hombre de campo que un «it boy»

El jinete José Bono junto a su madre, Ana Rodríguez, en el transcurso de la Discovery Challenge
El jinete José Bono junto a su madre, Ana Rodríguez, en el transcurso de la Discovery Challengelarazon

Concede su primera entrevista personal, a pesar de ser un auténtico «it boy». Ha cruzado un lago en tirolina, ha encontrado balizas en un castro celta, vendido tartas, cantado muñeiras y hasta comido gusanos y alacranes en una prueba de supervivencia en Portugal: «La Challenge fue una experiencia increíble, yo no haré ‘‘photocalls’’ ni anuncios porque mi vida es otra, pero vendré siempre que me lo pida Land Rover», asegura. Empezó a montar a caballo a los 8 años y a los 20 se dedicó profesionalmente a ello. Vive de dar clases de hípica, organizar concursos, comprar, criar y vender caballos y, además, es jinete profesional. «Decidí que quería dedicarme a ello y mis padres montaron un centro hípico en Toledo que dirijo yo, pero es de los cuatro hermanos».

–Su centro hípico no ha estado exento de polémica...

–Durante un tiempo sufrimos una campaña de desprestigio toda la familia, pero los 13 jueces del Supremo por unanimidad dictaminaron que no había indicio de delito, aunque esto no se sabe, sólo se conoce la calumnia, esos son los gajes de la política, que es muy sucia y que no me gusta nada.

–¿Sus padres le obligaron primero a estudiar una carrera antes de dedicarse a la hípica?

–Sí, claro, estudié Periodismo pero sólo lo he ejercido tres meses en un periódico de Toledo. Me gusta escribir todos los días, pero mi pasión son los caballos y es a lo que quiero dedicarme.

–Se mueve en un círculo de grandes fortunas: Marta Ortega, Athina Onassis, Carlota Casiraghi... ¿nunca ha tenido una novia millonaria?

–No tengo pareja ni en la hípica ni fuera, pero tampoco me cierro puertas a nada en la vida porque el amor lo puedes encontrar en cualquier sitio, pero no será por millonaria sino porque me entienda y me permita hacer la vida que me gusta, que es montar a caballo.

–¿Y cómo son ellas?

–Como un compañero más porque en nuestro ambiente nos tratamos igual, aquí el que despunta es el que gana. He estado en el cumpleaños de Marta Ortega, pero yo no soy muy de eventos sociales.

–¿En sus almuerzos familiares se habla de tarjetas negras, de Pujol...?

–Por supuesto. Además, todo lo hablamos muy visceralmente y es siempre mi padre el que trata de apaciguarnos porque somos más efusivos opinando.

–¿Sigue siendo socialista?

–Lo he sido toda mi vida. Pero ahora me siento muy desencantado con la política, profundamente desengañado, y por ahora no encuentro ningún partido que me represente. Quizá, y desde la ignorancia, me gusta Ciutadans, de Albert Rivera.

–¿Se considera un «it boy»?

–Yo soy José y me resulta apasionante mi vida y lo que hago. Soy un hombre de campo, me paso todo el día entre caballos, limpio las cuadras, conduzco el camión de transporte, cuido a los animales, doy clases, preparo a la gente... y lo hago todo con pasión.

–¿Cómo llevó el divorcio de sus padres?

–Muy bien, y verles ahora felices por separado me hace mucha ilusión. Los hermanos mayores nos reunimos y decidimos animarles a dar el paso. Les dijimos: «Es mejor que viváis vuestras vidas a que os resignéis a vivir una que no os apetece y que resultará más negativo para vosotros y para nosotros». Sofía lo llevó peor, era muy pequeña y no lo entendía igual. Mi madre ha encontrado a Ernesto, que es un hombre encantador, y mi padre no tiene pareja pero está feliz solo. Los veo más contentos, fue un acierto que se separasen.

–Por cierto, que una de sus alumnas de hípica es su propia hermana Sofía...

–Es a quien más me cuesta darle clases. Me da miedo y muchas veces le pido a un compañero que la prepare él porque es un mundo complicado y peligroso. Yo la animo, pero la protejo todo lo que puedo.

–Es especial para todos en su familia, su madre habla de ella y se emociona...

–Te voy a contar algo que ni siquiera ella sabe. Cuando Sofía llegó a casa, yo tenía 17 años y un abogado me hizo una pregunta que no me había planteado: «¿Has pensado que tendrás que repartir la herencia con uno más?». Tardé unos segundos en contestarle que, por supuesto, que no me importaba. Ella es la mejor herencia que me pueden dejar mis padres, cambiaría todo lo que me leguen por estar siempre con ella.

«Desearía que Dios existiera»

Confiesa que una de las discusiones que más tiene con su padre, el ex ministro de Defensa José Bono, es sobre religión: «Él es muy creyente, defiende que se puede ser cristiano y socialista y creer en Dios, lo lleva en sus principios y lo he visto siempre como algo normal. La verdad es que yo desearía que Dios existiera, pero no soy cristiano», afirma el jinete que, pese a las divergencias ideológicas con su padre, se siente muy orgulloso de ser su hijo.